No creo que se me pueda acusar de haber sido precisamente favorable a Trump. Ahora bien, la división que se está produciendo en Estados Unidos, la fractura que se está gestando, empieza a preocuparme.
Creo que ha llegado el momento de que periodistas y políticos de ese país fomenten valores como la unión, el respeto y el entendimiento. Porque de seguir por el camino de ahora, se produciría una fractura muy grave que tendrá consecuencias.
No digo que la prensa, los políticos y los jueces no tengan que hacer su trabajo. Pero se puede hacer tratando de calmar a la población, en vez de soliviantarla. El día que Trump incumpliese la Ley, yo sería el primero en pedir que los mecanismos constitucionales se pusieran en marcha. Pero, dado que ése no es el caso, y el camino de crecimiento del odio sigue avanzando, ha llegado el momento de enfriar esa olla en ebullición en que se está convirtiendo el Pueblo americano.
Trump es la legítima cabeza de una nación. No ha hecho nada ilegal. Con independencia de sus declaraciones, tweets y acusaciones, es la hora de calmar los ánimos, no de echar más leña al fuego del odio.
El orden constitucional en una nación es un bien que debe ser preservado. No se puede soliviantar al Pueblo bajo la excusa de que las instituciones aguantarán cualquier cosa.
El lema Not my President es profundamente antidemocrático. El Presidente de una democracia lo es de todos, les guste o no.
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