El Profesor Jesús Ballesteros reflexiona sobre la responsabilidad de la financiarización en la crisis europea
Financiarización es una realidad contrapuesta a financiación. En esta, las finanzas se ponen al servicio de la economía real mientras que en la financiarización, la realidad toda se pone al servicio de las finanzas. La financiarización es la expresión extrema de un capitalismo, ocupado en crear dinero con dinero, que ha suprimido la economía de mercado, en la que lo central es el intercambio de mercancías. Como escribe Paul Dembinski, en su libro, ¿Finanzas que sirven o finanzas que engañan?”: “La empresa sometida a las exigencias del valor accionarial no se parecen más que en apariencia a la que ha logrado los éxitos de los treinta gloriosos”.
El fenómeno de la financiarización tiene que ver en primer lugar con el tamaño de las finanzas en relación con la economía real, a la que hoy exceden gran número de veces así como con su influencia en los diferentes campos de la sociedad: economía, política, cultura y vida cotidiana. Este volumen de las finanzas puramente virtuales (reducidas a anotaciones contables) es la causa de la falta de visión de la realidad y de los otros y de la peligrosidad de las crisis generadas.
En segundo lugar el fenómeno de la financiarización tiene que ver con la libre circulación del capital y su desregulación, consecuencia de la ruptura con Bretton Woods, lo que provoca que las crisis tengan carácter global, porque no hay cortafuegos que las limiten. La financiarización de la economía es la causa del carácter exclusivo y excluyente de la globalización, que se reduce prácticamente a la libertad de movimientos del capital. Por ello se ha destacado con razón por numerosos autores que la globalización ha ido demasiado lejos en este punto, mientras que se ha quedado corta en la protección de los derechos.
La financiarización establece en efecto una jerarquía de derechos entre tres grupos sociales: los inversores o accionistas ( shareholders) de las entidades financieras cuya defensa constituye la prioridad del sistema; los ciudadanos, que deben asumir la responsabilidad del rescate de las entidades financieras causantes de la crisis.
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