Jueves 23 de Febrero de 2017
San Policarpo, obispo y mártir
(MO). Rojo.
Martirologio Romano: Memoria de san Policarpo, obispo y mártir, discípulo de san Juan y el último de los testigos de los tiempos apostólicos, que en tiempo de los emperadores Marco Antonino y Lucio Aurelio Cómodo, cuando contaba ya casi noventa años, fue quemado vivo en el anfiteatro de Esmirna, en Asia, en presencia del procónsul y del pueblo, mientras daba gracias a Dios Padre por haberle contado entre los mártires y dejado participar del cáliz de Cristo (+155 dC).
Antífona de entrada
Este santo combatió hasta la muerte en defensa de la ley de Dios y no temió las amenazas de los impíos: estaba arraigado sobre roca firme.
Oración colecta
Dios y Señor de todo lo creado, que asociaste al obispo san Policarpo al número de los mártires, concédenos, por su intercesión, que participando con él en la pasión de Cristo resucitemos por el Espíritu Santo para la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Santifica con tu bendición estos dones que te ofrecemos, Señor, y, por ellos, enciende en nosotros la llama de aquel amor por el cual san Policarpo venció los tormentos del martirio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Mt 10, 39
Dice el Señor: “El que pierda su vida por mí, la encontrará”.
Oración después de la comunión
Señor nuestro, que los sacramentos recibidos nos concedan aquella fortaleza que dio a tu mártir san Policarpo la fidelidad en tu servicio y la victoria en su pasión. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Ecli 5, 1-8
Lectura del libro del Eclesiástico.
No te fíes de tus riquezas ni digas: “Con esto me basta”. No dejes que tu deseo y tu fuerza te lleven a obrar según tus caprichos. No digas: “¿Quién podrá dominarme?”, porque el Señor da a cada uno su merecido. No digas: “Pequé, ¿y qué me sucedió?”, porque el Señor es paciente. No estés tan seguro del perdón, mientras cometes un pecado tras otro. No digas: “Su compasión es grande; él perdonará la multitud de mis pecados”, porque en él está la misericordia, pero también la ira, y su indignación recae sobre los pecadores. No tardes en volver al Señor, dejando pasar un día tras otro, porque la ira del Señor irrumpirá súbitamente y perecerás en el momento del castigo. No te fíes de las riquezas adquiridas injustamente: de nada te servirán en el día de la desgracia.
Palabra de Dios.
Comentario
El pasaje reúne dos enseñanzas. Por un lado, advierte que no debemos poner la seguridad en las riquezas. Este mensaje es similar al que enseña Jesús cuando nos dice: “Donde está tu tesoro estará tu corazón” (Mt 6, 21). La otra enseñanza amonesta para no perseverar en el pecado y estar prontos a convertirnos. Su estilo recuerda la predicación de Juan Bautista, que exigía la conversión urgente.
Sal 1, 1-4. 6
R. ¡Feliz el que pone su confianza en el Señor!
¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche! R.
Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien. R.
No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento, porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal. R.
San Policarpo, obispo y mártir
(MO). Rojo.
Martirologio Romano: Memoria de san Policarpo, obispo y mártir, discípulo de san Juan y el último de los testigos de los tiempos apostólicos, que en tiempo de los emperadores Marco Antonino y Lucio Aurelio Cómodo, cuando contaba ya casi noventa años, fue quemado vivo en el anfiteatro de Esmirna, en Asia, en presencia del procónsul y del pueblo, mientras daba gracias a Dios Padre por haberle contado entre los mártires y dejado participar del cáliz de Cristo (+155 dC).
Antífona de entrada
Este santo combatió hasta la muerte en defensa de la ley de Dios y no temió las amenazas de los impíos: estaba arraigado sobre roca firme.
Oración colecta
Dios y Señor de todo lo creado, que asociaste al obispo san Policarpo al número de los mártires, concédenos, por su intercesión, que participando con él en la pasión de Cristo resucitemos por el Espíritu Santo para la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Santifica con tu bendición estos dones que te ofrecemos, Señor, y, por ellos, enciende en nosotros la llama de aquel amor por el cual san Policarpo venció los tormentos del martirio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Mt 10, 39
Dice el Señor: “El que pierda su vida por mí, la encontrará”.
Oración después de la comunión
Señor nuestro, que los sacramentos recibidos nos concedan aquella fortaleza que dio a tu mártir san Policarpo la fidelidad en tu servicio y la victoria en su pasión. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Ecli 5, 1-8
Lectura del libro del Eclesiástico.
No te fíes de tus riquezas ni digas: “Con esto me basta”. No dejes que tu deseo y tu fuerza te lleven a obrar según tus caprichos. No digas: “¿Quién podrá dominarme?”, porque el Señor da a cada uno su merecido. No digas: “Pequé, ¿y qué me sucedió?”, porque el Señor es paciente. No estés tan seguro del perdón, mientras cometes un pecado tras otro. No digas: “Su compasión es grande; él perdonará la multitud de mis pecados”, porque en él está la misericordia, pero también la ira, y su indignación recae sobre los pecadores. No tardes en volver al Señor, dejando pasar un día tras otro, porque la ira del Señor irrumpirá súbitamente y perecerás en el momento del castigo. No te fíes de las riquezas adquiridas injustamente: de nada te servirán en el día de la desgracia.
Palabra de Dios.
Comentario
El pasaje reúne dos enseñanzas. Por un lado, advierte que no debemos poner la seguridad en las riquezas. Este mensaje es similar al que enseña Jesús cuando nos dice: “Donde está tu tesoro estará tu corazón” (Mt 6, 21). La otra enseñanza amonesta para no perseverar en el pecado y estar prontos a convertirnos. Su estilo recuerda la predicación de Juan Bautista, que exigía la conversión urgente.
Sal 1, 1-4. 6
R. ¡Feliz el que pone su confianza en el Señor!
¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche! R.
Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien. R.
No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento, porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal. R.
Aleluya cf. 1Tes 2, 13
Aleluya. Reciban la Palabra de Dios, no como palabra humana, sino como lo que es realmente, como Palabra de Dios. Aleluya.
Evangelio Mc 9, 41-50
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos al infierno, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies al infierno. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Porque cada uno será salado por el fuego. La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros".
Palabra del Señor.
Comentario
Dar un vaso de agua puede ser el símbolo de la hermandad. Entre cristianos, este es el gesto mínimo de atención que Jesús nos pide. ¡Cuánto más podemos hacer, movidos por el amor, con aquellos que son de Cristo! Especialmente, procuremos ayudar a todos los misioneros que hacen que Cristo sea conocido y amado.
Oración introductoria
Dios mío, Tú me has llamado a una misión sublime y para cumplirla con fidelidad tengo que alimentarme espiritualmente. De este modo escucharé lo que Tú me pides cotidianamente y recibiré las gracias necesarias para responderte con fidelidad, no sólo hoy, sino cada día de mi vida.
Petición
Señor, permíteme ver las faltas que hay en mí y dame tu luz para reconocer en ti el ejemplo que debo imitar.
Meditación
Hoy, el Evangelio proclamado se hace un poco difícil de entender debido a la dureza de las palabras de Jesús: «Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela (...). Si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo» (Mc 9,43.47). Es que Jesús es muy exigente con aquellos que somos sus seguidores. Sencillamente, Jesús nos quiere decir que hemos de saber renunciar a las cosas que nos hacen daño, aunque sean cosas que nos gusten mucho, pero que pueden ser motivo de pecado y de vicio.
Por otro lado, esta exigencia de Jesús quiere ser una exigencia de amor y de crecimiento. No quedaremos sin su recompensa. Lo que dará sentido a nuestras cosas ha de ser siempre el amor: hemos de llegar a saber dar un vaso de agua a quien lo necesita, y no por ningún interés personal, sino por amor. Tenemos que descubrir a Jesucristo en los más necesitados y pobres. Jesús sólo denuncia severamente y condena a los que hacen el mal y escandalizan, a los que alejan a los más pequeños del bien y de la gracia de Dios.
La respuesta que le hemos dado a Cristo requiere una renovación diaria para no correr el peligro de alejarnos de Él hasta el punto de destruir nuestra amistad con el Señor. Esforcémonos por vivir una vida coherente con la fe que profesamos para que, además de asegurar nuestra salvación, seamos faros que alumbran en la oscuridad, sal que da sabor a la sociedad.
Finalmente, todos hemos de pasar la prueba de fuego. Es el fuego de la caridad y del amor que nos purifica de nuestros pecados, para poder ser la sal que da el buen gusto del amor, del servicio y de la caridad. En la oración y en la Eucaristía es donde los cristianos encontramos la fuerza de la fe y del buen gusto de la sal de Cristo. ¡No quedaremos sin recompensa!
Propósito
En diversos momentos del día puedo elevar una oración a Dios pidiéndole que asemeje mi corazón más al de Él.
Diálogo con Cristo
Jesús sé que Tú quieres que yo sea santo (cf. Mt 5,48) y me has indicado el camino que debo seguir. Ayúdame a mantenerme cerca a las fuentes de tu gracia, especialmente la oración, los sacramentos y la caridad activa para que mi vida cristiana no pierda su sabor. Entonces podré decir con san Pablo: «tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.» (Rom 8,49-50).
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