Sábado 25 de Febrero de 2017
Misa a elección:
Feria. Verde.
Beata María Ludovica de Angélis, virgen. (ML). Blanco.
Santa María en sábado. (ML). Blanco.
Antífona de entrada
Floreció el tronco de Jesé: La Virgen concibió a Dios y al hombre; Dios restituyó la paz para reconciliar en sí el cielo y la tierra.
Oración colecta de la Virgen María
Te suplicamos, Dios nuestro, que nos ayude la gloriosa intercesión de la santísima Virgen María, y, librándonos de todo peligro, nos concedas vivir en tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
O bien: de la beata María Ludovica de Angélis, virgen
Padre Santo, tu hija la beata María Ludovica ha gastado su vida continuando el ministerio de misericordia de Cristo, que pasó haciendo el bien; concédenos, al invocar su intercesión, que podamos servirte en cada uno de nuestros hermanos necesitados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Al celebrar estos misterios con la debida reverencia, te suplicamos, Señor, que los dones ofrecidos para tu gloria nos obtengan la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Sal 44, 3
La gracia se derramó sobre tus labios, por ello el Señor te ha bendecido para siempre.
Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, concédenos alcanzar la salvación eterna, cuyo anticipo hemos recibido en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Misa a elección:
Feria. Verde.
Beata María Ludovica de Angélis, virgen. (ML). Blanco.
Santa María en sábado. (ML). Blanco.
Antífona de entrada
Floreció el tronco de Jesé: La Virgen concibió a Dios y al hombre; Dios restituyó la paz para reconciliar en sí el cielo y la tierra.
Oración colecta de la Virgen María
Te suplicamos, Dios nuestro, que nos ayude la gloriosa intercesión de la santísima Virgen María, y, librándonos de todo peligro, nos concedas vivir en tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
O bien: de la beata María Ludovica de Angélis, virgen
Padre Santo, tu hija la beata María Ludovica ha gastado su vida continuando el ministerio de misericordia de Cristo, que pasó haciendo el bien; concédenos, al invocar su intercesión, que podamos servirte en cada uno de nuestros hermanos necesitados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Al celebrar estos misterios con la debida reverencia, te suplicamos, Señor, que los dones ofrecidos para tu gloria nos obtengan la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Sal 44, 3
La gracia se derramó sobre tus labios, por ello el Señor te ha bendecido para siempre.
Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, concédenos alcanzar la salvación eterna, cuyo anticipo hemos recibido en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Ecli 17, 1-15
Lectura del libro del Eclesiástico.
El Señor creó al hombre de la tierra y lo hace volver de nuevo a ella. Le señaló un número de días y un tiempo determinado, y puso bajo su dominio las cosas de la tierra. Lo revistió de una fuerza semejante a la suya y lo hizo según su propia imagen. Hizo que todos los vivientes lo temieran, para que él dominara las fieras y los pájaros. Le dio una lengua, ojos y oídos, el poder de discernir y un corazón para pensar. Él colmó a los hombres de saber y entendimiento, y les mostró el bien y el mal. Les infundió su propia luz, para manifestarles la grandeza de sus obras, y les permitió gloriarse eternamente de sus maravillas: así alabarán su Nombre santo, proclamando la grandeza de sus obras. Les concedió además la ciencia y les dio como herencia una Ley de vida; estableció con ellos una alianza eterna y les hizo conocer sus decretos. Ellos vieron con sus ojos la grandeza de su gloria y oyeron con sus oídos la gloria de su voz. Él les dijo: “Cuídense de toda injusticia”, y dio a cada uno preceptos acerca del prójimo. Los caminos de los hombres están siempre ante él y no pueden ocultarse a sus ojos.
Palabra de Dios.
Comentario
Este sabio describe la obra maravillosa que Dios ha hecho con cada uno de nosotros. Repasemos estas palabras, pasando las oraciones a primera persona. Donde dice “El Señor creó al hombre” digamos “El Señor me creó a mí”. Y así con todo el poema. De este modo el pasaje se convertirá en una oración que nos acerca más a Dios.
Sal 102, 13-18a
R. ¡El amor del Señor permanece para siempre!
Como un padre cariñoso con sus hijos, así es cariñoso el Señor con sus fieles; él conoce de qué estamos hechos, sabe muy bien que no somos más que polvo. R.
Los días del hombre son como la hierba: él florece como las flores del campo; las roza el viento, y ya no existen más, ni el sitio donde estaban las verá otra vez. R.
Pero el amor del Señor permanece para siempre, y su justicia llega hasta los hijos y los nietos de los que lo temen y observan su Alianza. R.
Aleluya cf. Mt 11, 25
Aleluya. Bendito eres, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños. Aleluya.
Evangelio Mc 10, 13-16
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Le trajeron unos niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño no entrará en él”. Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor.
Comentario
Esta escena nos presenta a Jesús con los niños. Mientras ellos crecen, dependen de sus padres porque no pueden procurarse solos aquello que necesitan para vivir. Jesús quiere que recibamos el Reino como niños porque este nos viene como don de Dios y no como fruto de nuestra autosuficiencia.
Oración introductoria
Danos tu gracia, Señor, para ser como niños en las manos de Dios. Regálanos la alegría de sabernos tus hijos y no permitas que nos alejemos de tu amor.
Petición
Señor, que nunca desconfíe de tu amor.
Meditación
En el fragmento del Evangelio de Marcos encontramos varias consideraciones. «Algunos presentaban a Jesús unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían» (Mc 10,13). Pero el Señor, a quien en el Evangelio leído en los últimos días le hemos visto hacerse todo para todos, con mayor motivo se hace con los niños. Así, «al ver esto, se enfadó y les dijo: ‘No se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios’» (Mc 10,14).
Cuantas cosas podemos aprender de los niños: su sencillez, su alegría, su entusiasmo, su inocencia, su pureza, pero en especial podemos aprender su confianza serena. Un niño sabe muy bien que sus padres lo aman y por eso confía ciegamente en ellos. No se cuestiona las cosas, simplemente se abandona a la voluntad de sus padres. Es precisamente esa confianza lo que más le agrada a Cristo y nos invita por ello a imitarla en nuestra relación con el Padre Celestial.
Dios es un Padre infinitamente bueno y siempre busca demostrarnos su amor, pero pide de nosotros que seamos como niños, que sepamos con sencillez aceptar sus designios y nos abandonemos en sus brazos, con la confianza plena de que su amor por nosotros es más grande y más poderoso que cualquier contrariedad.
La alegría es el reflejo de un alma que confía en Dios y es el distintivo más claro y elocuente de la fe cristiana, por eso en este día esforcémonos por contagiarla a todos los que se nos acerquen, sabiendo que nuestra alegría es palabra silenciosa pero elocuente que hablan del amor de Dios y de la confianza en Él.
Propósito
Mostrar un rostro alegre a pesar de las dificultades sabiendo que nunca me faltará la ayuda y protección de Dios.
Diálogo con Cristo
Jesús, te agradezco por todas los dones que me das diariamente y por la gran predilección que me tienes al darme la fe cristiana y la posibilidad de ser realmente tu hijo. Sabes bien lo débil que soy y lo fácil que me alejo de tu amor, por eso te pido humildemente que muevas mi corazón al arrepentimiento cada vez que me aleje de tu amor y te pida perdón con la sencillez de un niño.
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