Martes 21 de Febrero de 2017
Misa a elección:
Feria. Verde.
San Pedro Damián, obispo y doctor de la Iglesia. (ML). Blanco.
San Pedro Damián nació en Rávena (Italia) en el año 1007. Recibió una sólida educación desde joven, y a los 28 años ingresó en un monasterio donde llevó una vida de austeridad y oración. Debido a su sabiduría, fue consultado sobre distintos temas que en ese momento preocupaban a la Iglesia. En sus escritos exhorta vehementemente al clero a llevar una vida de austeridad y a no caer en la inmoralidad. Nombrado obispo de Ostia, debió abandonar la paz del monasterio para intervenir directamente en distintas misiones eclesiásticas. Ya anciano, regresó a la vida monástica. Fue declarado doctor de la Iglesia en el año 1828.
Antífona de entrada cf. Sal 12, 6
Señor, yo confío en tu misericordia: que mi corazón se alegre porque me salvaste. Cantaré al Señor, porque me ha favorecido.
Oración colecta
Concédenos, Dios todopoderoso, que, meditando sin cesar las realidades espirituales, llevemos a la práctica, en palabras y obras, cuanto es de tu agrado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
O bien: de san Pedro Damián
Dios todopoderoso, concédenos seguir con fidelidad las enseñanzas y ejemplos del obispo san Pedro Damián, de modo que, anteponiendo a Cristo en todo y sirviendo siempre a tu Iglesia, alcancemos el gozo de la luz eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo...
Oración sobre las ofrendas
Al celebrar estos misterios con la debida reverencia, te suplicamos, Señor, que los dones ofrecidos para tu gloria nos obtengan la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona Sal 9, 2-3
Proclamaré todas tus maravillas; quiero alegrarme y regocijarme en ti y cantar himnos a tu nombre, Altísimo.
O bien: Jn 11, 27
Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo.
Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, concédenos alcanzar la salvación eterna, cuyo anticipo hemos recibido en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Ecli 2,1-11
Lectura del libro del Eclesiástico.
Hijo, si te decides a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba. Endereza tu corazón, sé firme, y no te inquietes en el momento de la desgracia. Únete al Señor y no te separes, para que al final de tus días seas enaltecido. Acepta de buen grado todo lo que te suceda, y sé paciente en las vicisitudes de tu humillación. Porque el oro se purifica en el fuego, y los que agradan a Dios, en el crisol de la humillación. Confía en él, y él vendrá en tu ayuda, endereza tus caminos y espera en él. Los que temen al Señor, esperen su misericordia, y no se desvíen, para no caer. Los que temen al Señor, tengan confianza en él, y no les faltará su recompensa. Los que temen al Señor, esperen sus beneficios, el gozo duradero y la misericordia. Fíjense en las generaciones pasadas y vean: ¿Quién confió en el Señor y quedó confundido? Quién perseveró en su temor y fue abandonado? ¿Quién lo invocó y no fue tenido en cuenta? Porque el Señor es misericordioso y compasivo, perdona los pecados y salva en el momento de la aflicción.
Palabra de Dios.
Comentario
El pasaje repite una afirmación que aparece muchas veces a lo largo del Antiguo Testamento: el Señor es compasivo y misericordioso, perdona los pecados y salva en tiempo de desgracia. Esta declaración nos exhorta a confiar en la bondad de Dios, que se manifiesta como perdón y como salvación. Cuando pecamos, o estemos en peligro, no dudemos en acudir a él. Él se complace en ejercer su misericordia.
Sal 36, 3-4.18-19. 27. 39-40
R. ¡Confía tu suerte al Señor!
Confía en el Señor y practica el bien; habita en la tierra y vive tranquilo: que el Señor sea tu único deleite, y él colmará los deseos de tu corazón. R.
El Señor se preocupa de los buenos, su herencia permanecerá para siempre; no desfallecerán en los momentos de penuria, y en tiempos de hambre quedarán saciados. R.
Aléjate del mal, practica el bien, y siempre tendrás una morada, porque el Señor ama la justicia y nunca abandona a sus fieles. R.
La salvación de los justos viene del Señor, él es su refugio en el momento del peligro; el Señor los ayuda y los libera, los salva porque confiaron en él. R.
Aleluya Gál 6, 14
Aleluya. Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo. Aleluya.
Evangelio Mc 9, 30-37
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús atravesaba la Galilea junto con sus discípulos y no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará”. Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: “¿De qué hablaban en el camino?”. Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: “El que quiere ser el primero debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”. Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: “El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe no es a mí al que recibe sino a Aquél que me ha enviado”.
Palabra del Señor.
Comentario
Los discípulos viven según los criterios del mundo. Mientras Jesús habla de sufrimiento y rechazo, ellos están interesados en asegurarse un puesto. Jesús debe recordarles cuál tiene que ser su ambición: hacerse servidores, como Jesús, que da la vida. Asimismo, les mandó mantener el lugar de los niños, que, en la sociedad de su tiempo, ocupaban un lugar secundario al ser considerados impuros.
Oración introductoria
¡Ven, Espíritu Santo! No permitas que me distraiga en esta oración. Dame la fe, la esperanza y el amor para entender lo maravilloso de esta invitación que me haces a estar contigo, para transformar mi corazón de modo que busque servirte sin apegos, sin buscar reconocimiento ni poniendo límites egoístas a lo que tu gracia puede hacer.
Petición
Señor, ayúdame a ser el último y el servidor de todos, especialmente en mi familia.
Meditación
Hoy, el Evangelio nos trae dos enseñanzas de Jesús, que están estrechamente ligadas una a otra. Por un lado, el Señor les anuncia que «le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará» (Mc 9,31). Es la voluntad del Padre para Él: para esto ha venido al mundo; así quiere liberarnos de la esclavitud del pecado y de la muerte eterna; de esta manera Jesús nos hará hijos de Dios. La entrega del Señor hasta el extremo de dar su vida por nosotros muestra la infinidad del Amor de Dios: un Amor sin medida, un Amor al que no le importa abajarse hasta la locura y el escándalo de la Cruz.
Resulta desconcertante escuchar la reacción de los Apóstoles, todavía demasiado ocupados en contemplarse a sí mismos y olvidándose de aprender del Maestro: «No entendían lo que les decía» (Mc 9,32), porque por el camino iban discutiendo quién de ellos sería el más grande, y, por si acaso les toca recibir, no se atreven a hacerle ninguna pregunta.
Con delicada paciencia, Jesús añade: hay que hacerse el último y servidor de todos. Hay que acoger al sencillo y pequeño, porque el Señor ha querido identificarse con él. Debemos acoger a Jesús en nuestra vida porque así estamos abriendo las puertas a Dios mismo. Es como un programa de vida para ir caminando.
Servir a los demás es el centro del cristianismo. Éste es el secreto del primer puesto, la caridad para con todos. Si quieres estar en el primer puesto olvídate de ti mismo y piensa en hacer feliz a la persona que encuentras a tu derecha, y cuando ella ya lo sea, procura con la de la izquierda. Sigue así hasta que todas las personas a tu alrededor sean verdaderamente felices. No te preguntes tanto si tú eres feliz, más bien pregúntate si son felices los que viven a tu alrededor. Entonces, cuando los veas a todos felices, te inundará una felicidad desconocida hasta entonces.
No es una locura el servir a los demás. Si eres cristiano es porque quieres imitar a Cristo, tu maestro y señor, que murió para salvarte de la muerte. Si Él pudo, ¿por qué tú no?
Propósito
Ofrecer una sonrisa para demostrar el amor de Dios a los niños que me encuentre.
Diálogo con Cristo
Señor, dame la gracia de vivir entregado para que el mayor número posible de personas lleguen a conocer tu amor en profundidad; que gaste mi vida para que muchos otros lleguen a gozar de tu amistad. Quiero ser el primero en ponerme al servicio de los demás, a fin de ejercer un influjo positivo, ser guía de los demás dentro de mi ambiente para ayudar a otros a hacer la experiencia personal de Cristo.
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