La liturgia diaria meditada - Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo (Mc 9, 2-10) 18/02


Sábado 18 de Febrero de 2017
Misa a elección:

Feria. Verde.
Santa María en sábado. (ML). Blanco.

(Día de la mujer de las Américas).

Antífona
¡Salve, santa Madre!, Virgen Madre del Rey que gobierna para siempre el cielo y la tierra.

Oración colecta    
Señor y Dios nuestro, concédenos que podamos gozar de la salud del alma y del cuerpo, y por la intercesión de la santísima Virgen María, líbranos de las tristezas de este mundo y danos la eterna alegría. Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración sobre las ofrendas       
Señor, para que purificados de nuestros pecados nuestra ofrenda te sea agradable, te pedimos que nos ayude la bondad de tu Hijo único que, al nacer de la Virgen, no menoscabó, sino que consagró la integridad de su Madre. Por Jesucristo nuestro Señor.

Antífona de comunión       cf. Lc 11, 27
Feliz la Virgen María que llevó en su seno al Hijo del Padre eterno.

Oración después de la comunión

Señor, después de recibir los sacramentos celestiales, te suplicamos que quienes nos alegramos en esta conmemoración de la Virgen María, a ejemplo suyo cooperemos dignamente en la obra de nuestra redención. Por Jesucristo nuestro Señor.


Lectura        Heb 11, 1-7
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación. Por la fe, comprendemos que la Palabra de Dios formó el mundo, de manera que lo visible proviene de lo invisible. Por la fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio superior al de Caín, y por eso fue reconocido como justo, y así lo atestiguó el mismo Dios al aceptar sus dones. Y por esa misma fe, él continúa hablando, aún después de su muerte. Por la fe, Henoc fue llevado al cielo sin pasar por la muerte. “Nadie pudo encontrarlo porque Dios se lo llevó”, y de él atestigua la Escritura que antes de ser llevado “fue agradable a Dios”. Ahora bien, sin la fe es imposible agradar a Dios, porque aquél que se acerca a Dios debe creer que él existe y es el justo remunerador de los que lo buscan. Por la fe, Noé, al ser advertido por Dios acerca de lo que aún no se veía, animado de santo temor, construyó un arca para salvar a su familia. Así, por esa misma fe, condenó al mundo y heredó la justicia que viene de la fe.
Palabra de Dios.

Comentario
Podemos suponer que el autor de la carta es un cristiano de origen judío (hebreo) que repasa, con los ojos de la fe cristiana, los orígenes de la humanidad y del pueblo. Y lo que encuentra como nota distintiva en la vida de aquellos hombres y mujeres es su fe. La fe los mantuvo caminando unidos a Dios.

Sal 144, 2-6. 10-11
R. ¡Bendeciré tu Nombre por siempre, Señor!

Día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar. ¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza: su grandeza es insondable! R.

Cada generación celebra tus acciones y le anuncia a las otras tus portentos, ellas publican tus tremendos prodigios y narran tus grandes proezas. R.

Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R.

Aleluya        cf. Mc 9, 7
Aleluya. Los cielos se abrieron y se oyó la voz del Padre: “Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo”. Aleluya.

Evangelio     Mc 9, 2-13
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor. Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: “Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo”. De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos. Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría “resucitar de entre los muertos”. Y le hicieron esta pregunta: “¿Por qué dicen los escribas que antes debe venir Elías?”. Jesús les respondió: “Sí, Elías debe venir antes para restablecer el orden en todo. Pero, ¿no dice la Escritura que el Hijo del hombre debe sufrir mucho y ser despreciado? Les aseguro que Elías ya ha venido e hicieron con él lo que quisieron, como estaba escrito”.
Palabra del Señor.

Comentario
Jesús viene señalando el camino hacia Jerusalén, despojado de todo triunfalismo y dispuesto a sufrir el rechazo. Y hace un alto en el camino. Muchos estudiosos interpretan así el sentido de la Transfiguración en esta etapa de su camino a Jerusalén: Jesús anticipó el rechazo que sufrirá, pero también quiso que sus discípulos supieran lo que espera más allá. Por eso se muestra transfigurado, anticipando la gloria que vivirá junto al Padre. Y con esta esperanza los exhorta a seguir caminando.

Oración introductoria
Jesucristo, ¡qué hermosa experiencia tuvieron Pedro, Santiago y Juan! Y hoy, de algún modo, me invitas a compartir esta experiencia en mi oración. Concédeme acallar mis preocupaciones para guardar ese silencio que me permita contemplarte y alabarte como mi Señor y mi Dios. 

Petición
Señor, que mi corazón no se apegue al mundo, a lo pasajero, que sólo aspire a gozar de tu amor en la eternidad. 

Meditación 

La montaña del Tabor, como la del Sinaí, es el lugar de la proximidad con Dios. Es el espacio elevado, respecto a la existencia diaria donde se respira el aire puro de la Creación. Es el lugar de la oración donde se está en la presencia del Señor, como Moisés y Elías que aparecen con Jesús transfigurado hablando con Él acerca del Éxodo que le esperaba en Jerusalén (es decir, su Pascua).

Jesús, después de la confesión de Pedro, empezó a mostrar la necesidad de que el Hijo del hombre fuera condenado a muerte, y anunció también su resurrección al tercer día. En este contexto debemos situar el episodio de la Transfiguración de Jesús. Atanasio el Sinaíta escribe que «Él se había revestido con nuestra miserable túnica de piel, hoy se ha puesto el vestido divino, y la luz le ha envuelto como un manto». El mensaje que Jesús transfigurado nos trae son las palabras del Padre: «Éste es mi Hijo amado; escuchadle» (Mc 9,7). Escuchar significa hacer su voluntad, contemplar su persona, imitarlo, poner en práctica sus consejos, tomar nuestra cruz y seguirlo.

«Sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que nadie en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo» (Mc 9,3). Este hecho simboliza la purificación de la Iglesia. Y Pedro dijo a Jesús: «Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías» (Mc 9,5). San Agustín comenta bellamente que Pedro buscaba tres tiendas porque todavía no conocía la unidad entre la Ley, la Profecía y el Evangelio.

«Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: ‘Éste es mi Hijo amado, escuchadle’» (Mc 9,7). La Transfiguración no es un cambio en Jesús, sino la Revelación de su Divinidad. Pedro, Santiago y Juan, contemplan la Divinidad del Señor, se preparan para afrontar el escándalo de la Cruz. ¡La Transfiguración es un anticipo de la Resurrección!

«Rabbí, bueno es estarnos aquí» (Mc 9,5). La Transfiguración nos recuerda que las alegrías sembradas por Dios en la vida no son puntos de llegada, sino luces que Él nos da en la peregrinación terrena para que “Jesús sólo” sea nuestra Ley, y su Palabra sea el criterio, el gozo y la bienaventuranza de nuestra existencia.

Con el fin de evitar equívocos y malas interpretaciones, Jesús «les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado de entre los muertos» (Mc 9,9). Los tres apóstoles contemplan a Jesús transfigurado, signo de su divinidad, pero el Salvador no quiere que lo difundan hasta después de su resurrección, entonces se podrá comprender el alcance de este episodio. Cristo nos habla en el Evangelio y en nuestra oración; podemos repetir entonces las palabras de Pedro: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí!» (Mc 9,5), sobre todo después de ir a comulgar.

Que la Virgen María nos ayude a vivir intensamente nuestros momentos de encuentro con el Señor para que lo podamos seguir cada día con alegría, y nos ayude a escuchar y seguir siempre al Señor Jesús, hasta la pasión y la Cruz con vista a participar también de su Gloria.

Diálogo con Cristo
Señor, concédeme adherirme a tu voluntad de tal manera, que sea yo una sola cosa contigo. Tu amor es lo más importante en mi vida porque me ha liberado de la esclavitud de mi egoísmo y soberbia. Que tu gracia me transfigure y me convierta en luz que ilumina el camino de los demás. 

Propósito
Darme el tiempo para contemplar y alabar a Cristo en la Sagrada Eucaristía.

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07:19

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