La liturgia diaria meditada - Subió al monte y llamó a los que él quiso. Instituyó Doce (Mc 3, 13-19) 20/01



Viernes 20 de Enero de 2017
Misa a elección:

Feria. Verde.
San Fabián, papa y mártir. (ML). Rojo.
San Sebastián, mártir. (ML). Rojo.

Fabián era un laico cuando fue elegido Papa. Durante su pontificado impulsa la organización de la Iglesia de Roma, el cuidado por las tumbas de los mártires y la evangelización de las Galias. Murió como mártir durante la persecución del emperador Decio (año 250). 

Sebastián fue un joven soldado romano, amigo del emperador. Sin embargo, ayudaba constantemente a los cristianos y se dedicó también a la tarea misionera, logrando la conversión de varios solados. Cuando el emperador se enteró de su actividad se sintió particularmente traicionado en la familiaridad brindada. La leyenda cuenta que murió atado a un árbol y ejecutado a flechazos. Se recuerda juntos a estos dos mártires ya que sus sepulcros se encuentran en el mismo sitio.

Antífona de entrada         cf. Sal 65, 4
Toda la tierra se postra ante ti, Señor, y canta en tu honor, en honor de tu nombre.

Oración colecta    
Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas el cielo y la tierra, escucha las súplicas de tu pueblo y concede tu paz a nuestro tiempo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:         de san Fabián
Dios nuestro, gloria de tus sacerdotes, te pedimos, por la intercesión del mártir san Fabián, alcanzar la comunión de la fe y la santidad en el servicio. Por nuestro Señor Jesucristo…

O bien:         de san Sebastián
Concédenos, Padre, el espíritu de fortaleza; e instruidos con el ejemplo admirable del mártir san Sebastián, aprendamos a obedecerte a ti antes que a los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo…

Oración sobre las ofrendas       
Concédenos, Señor, participar dignamente de estos misterios, pues cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión       cf. Sal 22, 5
Tú preparas ante mí una mesa, y mi copa rebosa.

O bien:         1Jn 4, 16
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él.

Oración después de la comunión
Infunde en nosotros, Padre, tu espíritu de amor, para que, saciados con el único Pan de vida, permanezcamos unidos en la misma fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Heb 8, 6-13
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, ha recibido un ministerio sacerdotal superior al de los sacerdotes de Israel, porque es el mediador de una Alianza más excelente, fundada sobre promesas mejores. Porque si la primera Alianza hubiera sido perfecta, no habría sido necesario sustituirla por otra. En cambio, Dios hizo al pueblo este reproche: “Llegarán los días en que haré una Nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá, no como aquella que hice con sus padres el día en que los tomé de la mano para sacarlos de Egipto. Ya que ellos no permanecieron fieles a mi Alianza, yo me despreocupé de ellos”, –dice el Señor–. Y esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel después de aquellos días –dice el Señor–: Pondré mis leyes en su conciencia, las grabaré en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Entonces nadie tendrá que instruir a su compatriota ni a su hermano, diciendo: “Conoce al Señor”; porque todos me conocerán, desde el más pequeño al más grande. Porque yo perdonaré sus iniquidades y no me acordaré más de sus pecados”. Al hablar de una Nueva Alianza, Dios declara anticuada la primera, y lo que es viejo y anticuado está a punto de desaparecer.
Palabra de Dios.

Comentario
Reconocemos que somos pueblo de Dios, que él vive en nuestros corazones, que su perdón nos ha llegado y que lo conocemos en lo más íntimo de nuestros corazones y en lo más profundo de nuestra alma. Nuevamente, Dios nos muestra que no nos abandona.

Sal 84, 8. 10-14
R. El Amor y la Verdad se encontrarán.

¡Manifiéstanos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación! Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra. R.

El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo. R.

El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.

Aleluya        2Cor 5, 19
Aleluya. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, confiándonos la palabra de la reconciliación. Aleluya.

Evangelio     Mc 3, 13-19
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a doce, a los que les dio el nombre de Apóstoles, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios. Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
Palabra del Señor.

Comentario
Jesús elige a doce hombres, dando así cumplimiento al plan de salvación del Padre. Así como Israel proviene de doce patriarcas, doce tribus, así ahora este nuevo pueblo se apoya en estos doce hombres.

Oración sobre las ofrendas        
Concédenos, Señor, participar dignamente de estos misterios, pues cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración introductoria
Jesús, gracias por también pensar en mí, por llamarme y buscarme para que en este momento de oración pueda experimentar tu amor. No dejes que te defraude, dame tu gracia para poder escucharte y cumplir con tu voluntad, siempre. 

Petición
Ayúdame, Señor, quiero quedarme contigo, permite que sea fiel a mi vida de gracia.

Meditación 

Hoy, el Evangelio condensa la teología de la vocación cristiana: el Señor elige a los que quiere para estar con Él y enviarlos a ser apóstoles (cf. Mc 3,13-14). En primer lugar, los elige: antes de la creación del mundo, nos ha destinado a ser santos (cf. Ef 1,4). Nos ama en Cristo, y en Él nos modela dándonos las cualidades para ser hijos suyos. Sólo en vistas a la vocación se entienden nuestras cualidades; la vocación es el “papel” que nos ha dado en la redención. Es en el descubrimiento del íntimo “por qué” de mi existencia cuando me siento plenamente “yo”, cuando vivo mi vocación.

Es don, pero también tarea: santidad mediante la oración y los sacramentos, y, además, la lucha personal. «Todos los fieles de cualquier estado y condición de vida están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad que, aún en la sociedad terrena, promueve un modo más humano de vivir» (CV II).

Cada construcción en el mundo tiene sus cimientos. Ninguna casa puede mantenerse en pie sin fundamentos sólidos. Es por eso que antes de iniciar a construir hay que cavar lo más profundo posible para poner una base sólida a la construcción. Y si se quiere una torre, entonces hay que escarbar muy profundamente para tener un buen cimiento.

Lo mismo quiere hacer hoy Cristo. Su misión es salvar a la humanidad, pero sabe que con una vida tan corta no lo puede hacer. Por eso decide edificar una ciudad, en la que puedan encontrarle en cualquier momento del día. Por eso, después de una noche de oración en diálogo personal con su Padre, pone los primeros fundamentos a su proyecto. 

Allí están. Son doce, y hasta hoy se encuentran bien cimentadas esas bases. Se prolongan en la persona de los Obispos, quienes son los sucesores directos de los primeros apóstoles. En ellos está puesto todo el peso de la ciudad de Dios, y a ellos hay que acudir cuando se necesite. Son los cimientos de la Iglesia. Nos representan a Cristo y hay que seguirlos con fe.

Así, podemos sentir la misión apostólica: llevar a Cristo a los demás; tenerlo y llevarlo. Hoy podemos considerar más atentamente la llamada, y afinar en algún detalle de nuestra respuesta de amor.

Propósito
Que mi testimonio de vida lleve a los demás a un encuentro con Cristo.

Diálogo con Cristo
Señor, ayúdame a reemprender siempre el camino, quiero ser tu discípulo y misionero y para ello necesito ser fiel, cada día, en los detalles, en las cosas pequeñas, que valen mucho para construir la fidelidad, y por medio de ella, la santidad. Renueva mi decisión de apoyarme siempre en Ti más que en mis propias fuerzas. Que acuda siempre a mis compromisos, a mi formación, a mi dirección espiritual, dispuesto a dejarme moldear por Ti.

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19:18

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