Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Martes de la 34 a. Semana – Ciclo A

“Algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: “Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”. “Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre diciendo: “Soy yo” o bien, “El momento está cerca”. No vayáis tras ellos”. (Lc 21, 5-11)



Las apariencias nos fascinan.

Pero las apariencias nos fascinan.

Hoy vivimos mucho de apariencias.

Hace unos meses apareció en los periódicos una famosa artista de casi ochenta años.

Daba la impresión de muchísimo más joven.

Tanto estirar la piel.

Tanto trabajo de cirugía estética la hacía aparentar todavía muy bella.

Pero el calendario no engaña.

Bueno si eso la hacía sentirse mejor, la disculpamos.

Aunque sea viviendo en la mentira y el engaño.


El problema es que nos quedamos más con las apariencias que con la verdad.

Vivimos más de lo que no somos que de lo que somos.

Es nuestra tentación: vivir aunque sea de la mentira.

Lo importante es deslumbrar a los demás.


La verdad, a veces es dolorosa.

Pero es nuestra verdad.

La verdad externa deslumbra a los demás.

Pero solo la verdad da sentido a cada uno.

Ponemos cara de bueno, y por dentro estamos vacíos.

La cara es buena para el espejo.

Pero el alma es buena para el corazón.


Vivir del fingimiento es engañarse a sí mismo y engañar a los demás.

Vivir de la verdad es vernos como somos y no como los demás quieren vernos.

Por eso no me gusta cuando la gente dice: “tiene una carita de santo”.

Carita de santos también la tienen las imágenes de los artistas.

Pero por dentro son de madera incluso de fibra de vidrio o escayola.

Felizmente, cada vez que me miro al espejo, no me veo con cara de santo.

Me veo con una cara real, la que me dieron mis padres, y la que han ido modelando los años.

Preferiría no tener cara de santo.

Pero llevar un corazón de santo.

Prefiero llevar un corazón fiel a una cara de inocente.

Prefiero amar de verdad a no aparentar un gran amor.


La gente se deslumbraba con la belleza de la piedra y los exvotos del templo.

Pero sabían lo que había dentro.

Hoy los turistas sacarían fotos de esa belleza externa.

Pero a nadie se le ocurre sacar fotos del misterio que hay dentro.

No niego que Dios se merece lo mejor.

Ni niego que Dios se merezca Iglesia y Catedrales artísticas.

Pero lo que a Dios le interesa es que la gente se encentre con él dentro.

Lo que a Dios le interesa es que la gente hable con El dentro.

Lo que a Dios le interesa es que la gente celebre, viva, rece cante con fe dentro.


Hay gente que deslumbra en la calle.

Pero ¿alguien saca una foto a ese pobre que mendiga pidiendo limosna?

¿Alguien se detiene a mirar y dejarse cuestionar por ese niño sucio de nuestras calles?

Y sin embargo, es posible que ese a quien nadie saca fotos, sea la foto de Dios que habita en él.


Jesús es claro: “que nadie os engañe”.

Incluso si alguien dice “soy yo”.

Por el contrario nos pide que sepamos “ver”.

“Que sepamos leer a Dios en esos signos de los tiempos y de las personas”.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: apariencia, falso, mesías, profeta, templo
20:33

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