marzo 2015

22:50

Flickr: Zyllan Fotografía



5. «mi alma está triste hasta el punto de morir» (Mc 14,34)


– Con frecuencia la tristeza nos aplasta, nos hunde espiritualmente.

La tristeza todo nos lo hace ver negro.

El alma de Jesús sintió la tristeza como nadie. Una tristeza tan honda, capaz de causarle la muerte.

¿Triste Jesús, por qué? Su alma se le nubló de tal forma que tampoco Él veía posible salida. La experiencia de su Pasión y Muerte en la presencia del Padre le hace comprender que no había otro camino de salvación para el hombre y para la glorificación del Padre. Pero Jesús lo ve como un absurdo.


– La Muerte para Jesús tampoco tenía más luces que la nuestra. La sabe necesaria y hasta está dispuesto a ella.

¿Pero no ver nada? ¿Sentirlo todo como un absurdo?

¿Qué luz puede haber en la muerte de una madre sentenciada por el cáncer y con unos hijos chiquitos que aún la necesitan?

¿No es absurda lógicamente esa muerte? ¿No es un absurdo contra la vida? Y es entonces que una inmensa tristeza le cubre el alma. Casi se diría que más muere de tristeza que del cáncer.


-Jesús pasa por una de las experiencias humanas más dolorosas.

La experiencia de la tristeza, del apagarse el alma, del oscurecerse todas las luces del espíritu y sentir que por dentro todo es vacío, sin nada a qué agarrarse.

Experiencia de esos vacíos existenciales en los que todo carece de sentido y nada parece tener sentido. ¿A qué agarrarse en esos momentos?


Actitud para hoy:

– Mi oración de hoy voy a orientarla a meterme en el alma de Jesús y tratar de sentir aquel inmenso vacío que Él mismo sintió. Sentir la tristeza que Él mismo sintió.

– A la vez voy a acercarme a alguien que vea a mi lado triste. Si no puedo sacarlo de su tristeza al menos trataré de distraerlo con mi presencia.


6. “¡Abbá, Padre! Todo es posible para ti; pasa de mí este cáliz, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que tú quieras». (Mc 14, 36)


– ¿Llamar a Dios “Padre”, cuando todo el espíritu se ha nublado de angustia y tristeza mortal? Y Dios sigue siendo Padre, aún cuando el alma se muera de asco y de vacío y sin sentido. La verdadera fe consiste en llamarle a Dios Padre, cuando todo se hace noche en el alma.


– Saber que todo es posible para Dios.

Incluso el evitarle la Cruz y la Muerte.

Saber que Dios puede liberarle de ese momento oscuro y trágico.

Y sin embargo no exigírselo. No ponerle como condición para seguirlo amando que le pase ese cáliz de dolor. La lucha interior entre las posibilidades de Dios y el silencio y el no hacer nada de Dios. La lucha interior entre el saber que Dios puede y no lo hace. ¿No es ésta la gran dificultad para nuestra fe? ¿Cómo conciliar el poder con el amor en Dios?


– No siempre el evitarnos el sufrimiento es un signo de amor. No siempre el poder expresa la verdad del amor. También el amor se manifiesta en ofrecernos la oportunidad de revelar y manifestar nuestra fortaleza y valentía. También el amor se revela en la realización de los planes divinos por los caminos de la fidelidad hasta el extremo.


– La mejor oración no es aquella que invita a Dios a utilizar sus poderes divinos en favor de nuestras debilidades, sino aquella que busca la realización de sus planes salvíficos, aún a pesar de nuestras dificultades. La mejor oración no es la que pide a Dios utilizar su poder para evitarnos nuestros sufrimientos, sino la que le pide que seamos capaces nosotros de realizar sus planes, aunque no nos gusten, aunque no vayan con nuestros intereses.


Actitud para hoy:

– En mi oración no quiero pedirle a Dios que me evite nada de todo cuanto me haga sufrir. Más bien le voy a pedir me dé fuerza y valentía para ser fuerte y seguir adelante aunque me cueste y no entienda nada.


Clemente Sobrado C. P.




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03:38

Compartimos con los seguidores del blog las preguntas y respuestas del presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, Julián Carrón, en una entrevista que le hicimos para Notimex.


Es uno de los movimientos más importantes de la Iglesia católica. Nació en 1954 gracias a la inquietud de Luigi Giussani (1922-2005), joven sacerdote y profesor en una escuela de Milán. Desde entonces no ha parado de crecer y hoy tiene presencia en 90 países. Se trata de Comunión y Liberación. Pero su sorprendente crecimiento no ha estado exento de polémicas y escándalos.


2013 Don Carron, Meeting di Rimini A 10 años del fallecimiento de su fundador, el Papa concedió una audiencia a sus miembros en la Plaza de San Pedro el 7 de marzo en la cual les marcó sus tentaciones y sus desafíos. En esta entrevista exclusiva con Notimex, Julián Carrón, reflexiona sobre ese y otros temas.


En estos dos años de pontificado el Papa Francisco ha sorprendido con su mensaje renovador, de radicalidad evangélica, pero creativo. ¿También ha sorprendido a CL?


El Papa Francisco nos ha sorprendido por la sencillez con la cual se ha dirigido a todos desde el primer momento, con un lenguaje accesible, desde los niveles culturales más altos hasta la gente más sencilla. La potencia de sus gestos, que dicen más que mil palabras, y la confianza que tiene en la potencia inerme de la verdad evangélica, él cree en la belleza desarmada de la verdad y esta irrupción de una figura como la suya ha significado un revulsivo para todos y también para nosotros. Su persona y sus gestos constituyen una provocación de un modo de vivir el cristianismo en las circunstancias históricas actuales, como si Cristo nos hubiera dado un modo de vivir el cristianismo en nuestro tiempo que cuando se vive así, como lo vive el Papa, a diferencia de lo que pensamos en muchas ocasiones, es capaz de entrar en diálogo con todo tipo de personas y con todas las culturas.


No obstante las dificultades, el movimiento ha llegado a muchos países y realidades distintas. ¿Cómo vive semejante expansión?


Lo vemos asombrados de que una realidad de origen italiano pueda tener este interés para latitudes, culturas y situaciones humanas tan distintas. Esto constituye una confirmación de la validez de lo que nos comunicó Giussani en un contexto cultural como el de hoy, global, y lo vivimos con todo el sentido de la responsabilidad que implica. Ver personas de Nueva Zelanda, Rusia, Argentina, Estados Unidos o Uganda interesarse en nuestra experiencia, para nosotros es la confirmación de que el corazón del hombre está esperando un cristianismo que responda a todas las exigencias de su ser, no obstante las condiciones humanas en que vive.


La difusión del movimiento presenta desafíos. En muchos ámbitos la “cara visible” de la Iglesia está representada por el movimiento. ¿Cómo toman esa responsabilidad?


Con humildad. Sabemos perfectamente qué poca cosa somos, conocemos todos nuestros límites y toda nuestra desproporción. Al mismo tiempo vivimos gozosos viendo que el señor, con nuestro pequeño si, hace cosas que nos maravillan y que nos dan la certeza de la fe. En este momento histórico en el que todo se derrumba, ver que la certeza de la fe en Jesucristo crece -no porque lo imaginemos sino por ver a las personas que lo encuentran y viven mejor, están más contentas, son más capaces de afrontar los desafíos de la vida-, esto nos llena de alegría y de gratitud.


El Papa les advirtió sobre tentaciones como la “autoreferencialidad” y el “catolicismo de etiqueta”. ¿Qué piensan de estos señalamientos?


Para nosotros es una llamada muy saludable porque nos sentimos reclamados a la verdad de nuestro carisma. Don Giussani siempre nos ha invitado a salir, a reconocer el valor en todo lo que encontramos, en cualquiera persona que conocemos y circunstancia que vivimos. Por eso este reclamo a no estar cerrados corresponde a lo que él nos ha indicado para que no nos perdamos todo lo bueno, lo bello, lo estupendo que podamos encontrar en la relación con las personas y las circunstancias.


El Papa también les pidió no perder “la frescura del carisma”. ¿Cómo afrontar los cuestionamientos que surgen cuando el movimiento está bajo el severo escrutinio público y no perder esa frescura?


Nosotros fuimos a Roma, a la audiencia con el Papa, no para tener simplemente un momento celebrativo de un aniversario, sino con el deseo de aprender, de preguntarle con sinceridad cómo podemos -a los 10 años de la muerte de don Giussani- preservar la frescura del carisma. El Papa nos ha respondido con mucha claridad, la clave es que el centro sea constantemente Cristo y nos lo ha dicho no sólo con palabras, sino que lo ha hecho suceder, en la Plaza de San pedro hemos sentido hablar del cristianismo como nos lo atestiguaba también Giussani y ha hecho renacer en nosotros la frescura del carisma, por eso sentimos tan urgente que esta frescura permanezca, que la tradición sea tener vivo el fuego.


Pero ha habido también dificultades y crisis en estos años, ¿no?


Evidentemente cuando se habla de una realidad social de las dimensiones del movimiento, siempre estamos bajo los reflectores de todos. Esto a veces es motivo de poder ofrecer a los demás una contribución y a veces es motivo de humillación, porque también nosotros tenemos límites, como le sucede en ocasiones a la totalidad de la Iglesia. Nosotros los vivimos como un deseo constante de tener en cuenta las cosas de valor que nos dicen, y dejando aparte todo lo que pueda existir de exageración, de montaje periodístico, que lo dejamos pasar porque a nosotros nos interesa aprender también de nuestros límites.


El Papa les ha invitado a “ser manos y pies de la Iglesia en salida”. ¿Cómo está respondiendo el movimiento a ese llamado en América Latina?


En América Latina el movimiento está bastante difundido. Las iniciativas que allí se realizan son muy distintas, es verdad que las dimensiones de la presencia del movimiento en Brasil es diversa que en México y que en Guatemala, pero en las dimensiones que nosotros tenemos intentamos estar presentes en la realidad respondiendo como nos ha dicho el Papa, siendo las manos, los brazos o el corazón que lleva allí la novedad de lo que hemos vivido.


¿Y en México?


En México estamos presentes en distintas ciudades y para nosotros es fundamental que las personas que son parte del movimiento puedan ser ayudadas a vivir sus circunstancias históricas, su familia, su trabajo, que puedan responder a la realidad del país y puedan ofrecer algún gesto mediante el cual colaborar ante los desafíos que México está teniendo, desde la violencia hasta otras cuestiones que sabemos suceden ahí.


19:53

3. “Sentaos aquí, mientras yo hago oración”. (Mc 14, 32)


– Las dos proximidades. Las dos cercanías. La humana y la divina. Jesús entra en oración con el Padre. Entra en comunión personal con el Padre. Y sigue sintiendo la necesidad de las proximidades y cercanías humanas de los suyos. Vosotros quedaos aquí. No os vayáis. Sentaos. Necesito sentiros cerca. Cerca de mi Padre y cerca de todos vosotros.


– Lo divino no excluye lo humano. Como lo humano no estorba a lo divino. La oración no es ruptura con la realidad que nos rodea. Oramos con nuestra realidad al lado. Orar no es olvidarnos de la realidad humana de los hombres. No se ora al Padre en abstracto, sino desde nuestro mundo personal concreto.


- Orar a Dios rodeados de todo lo humano.

– Orar a Dios sintiéndonos en contacto con lo humano.

– De esa manera, lo humano entra en comunión con Dios. Y Dios entra en comunión con nuestra condición humana. Mientras el alma siente por dentro la suave presencia de Dios, el corazón sigue latiendo y sintiendo el dolor de todo lo humano que tenemos a nuestro alrededor.


– Es preciso orar personalmente. Pero la mejor oración es aquella que hacemos en comunión con los hermanos, en comunión con el mundo y en comunión con la historia.

Oramos no sólo desde nosotros mismos.

Oramos desde la realidad entera que nos rodea.

Y sobre todo desde la presencia de los hombres en nuestro corazón.


– Orar a Dios, hablar con Dios, aunque los demás no lo hagan. Aunque los demás sigan sentados a nuestro lado y distraídos en sus cosas. Su presencia alentará nuestra oración. Y nuestra oración será la invitación de Dios para que ellos oren. En vez de exigir a los demás que oren, es preferible que sean testigos de nuestra oración.


Actitud para hoy:


– Hoy quiero hablar con Dios desde los problemas de los hombres mis hermanos. Al orar quiero sentirme unido a todos mis hermanos.

– Además, hoy prefiero no exigir a los míos que oren. Mejor que ellos me vean a mí hablar con Dios.


4. «y comenzó a sentir pavor y angustia». (Mc 14, 33)



– No siempre los momentos de oración son momentos de tranquilidad, paz y gozo espiritual. Es un error buscar la oración como un refugio para sentir el calorcillo del fervor y de la presencia de Dios. Dios también se revela en nuestros miedos y hasta en nuestras angustias.


– La oración tiene mucho de doloroso. Porque la oración nos hace entrar en la verdad de nosotros mismos, en la verdad de Dios y en la verdad de los demás. Además, la oración nos hace percibir todas esas realidades, no desde la superficie y periferia, sino desde dentro, desde su propia radicalidad. Por eso, la oración se hace, a veces, dolorosa, porque nos mete ahí dentro de Dios, dentro de nosotros, dentro del dolor humano de los hombres.


– La oración nos hace vivir desde dentro la realidad de las cosas. Jesús comienza a vivir su Pasión, aún antes de comenzarla. Pero la oración se la interioriza, se la mete ya en el alma. Y comienza a sufrirla por dentro aún sin haberla experimentado por fuera.


– Su oración me revela un Jesús tan humano como yo.

La Cruz le da miedo.

La muerte le causa pavor y angustia.

Lo mismo que me sucede a mí. Siento pánico de que el médico me diga que tengo cáncer. Siento angustia de que mi hijo tenga algo incurable. Es el sentimiento humano, débil frente al sufrimiento.

Y eso es natural. No significa que mi fe se haya debilitado.

Significa que mi corazón es humano. Igual que lo fue el corazón del mismo Jesús. Las nubes pueden oscurecer los rayos del sol, pero de ninguna manera apagan el sol. El dolor y el sufrimiento pueden anestesiar mis sentimientos, pero no matarlos.

En los momentos de sufrimiento, la fe puede quedar como nublada, pero sigue brillando al otro lado de mis penas. Cuando éstas desaparecen, de nuevo la fe aparece en su anterior luminosidad. Sigue siendo fe, aunque mis sentidos estén heridos y no la perciban.


-Jesús sintió pavor y angustia y eso no significaba que su amor al Padre hubiese disminuido. Al contrario, es entonces cuando más fuerte es su relación filial. Porque es precisamente ahí donde más se ratifica en su obediencia de hijo.


Actitud para hoy:


– Si al rezar no encuentro consuelo ni paz para mi espíritu, no importa. Seguiré orando.

– Si al orar tengo que decidir aceptar ciertas situaciones difíciles, no me asustaré. Aunque tenga miedo, seguiré adelante. También Jesús lo tuvo.


Clemente Sobrado C. P.




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18:18


(2015)


(Jn 12, 1-11). “Seis días antes de la pascua”, Jesús va a Betania, a casa de sus amigos Marta, María y Lázaro. Mientras “Marta servía” y Jesús se preparaba para la cena, con Lázaro como uno de sus comensales, María Magdalena, tomando “una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio”, unge los pies de Jesús y los seca con sus cabellos. La fragancia del perfume “invadió la casa”, relata el Evangelio. El hecho central reside, precisamente, en la unción de los pies de Jesús con el perfume de nardos, que era “muy costoso”, como lo remarca el Evangelio. Esto provoca el falso escándalo de Judas Iscariote, quien protesta argumentando que, en vez de haber gastado el perfume para ungir los pies de Jesús, se lo podría haber vendido para dar el dinero a los pobres. Por un lado, el escándalo de Judas Iscariote es falso porque, como dice el Evangelio, lo que quería era apropiarse del dinero, porque “era ladrón”. Por otro lado, sin embargo, aún si Judas Iscariote no hubiera intervenido con su falso escándalo, el uso del perfume por parte de María Magdalena para ungir los pies de Jesús está plenamente justificado, debido a que Jesús es el Hombre-Dios y lo que se haga en su honor, no se puede medir en costos económicos y, todavía más, todo lo que se haga en su honor, siempre será poco. Es verdad que la Iglesia y el cristiano deben ser misericordiosos para con los más necesitados, pero el deber primario y la función principal y esencial de la Iglesia es la de adorar a Dios y es por eso que la adoración de María Magdalena, realizada por medio de la unción de los pies de Jesús con el costoso perfume, no es, ni por mucho, un gasto inútil, sino un acto de amor debido que la Iglesia tributa al Hombre-Dios. Si se hubiera hecho lo opuesto -es decir, lo que pretendía Judas Iscariote, vender el perfume y dar el dinero a los pobres-, eso sí habría sido un gesto indebido, porque, como dice Jesús “a los pobres los tendréis siempre entre vosotros, pero a Mí no me tendréis siempre”, con lo cual está queriendo decir que la Iglesia siempre tendrá ocasión de ocuparse de los pobres, porque siempre habrá pobreza en el mundo, pero al mismo tiempo, está diciendo que la adoración a Él, en cuanto Hombre-Dios, tiene precedencia por sobre la atención al prójimo, lo cual a su vez es acorde al orden establecido en el Primer Mandamiento: “Amarás a Dios y al prójimo”, es decir, en la Ley de Dios lo primero es el amor a Dios y luego, en Dios, el amor al prójimo. En otras palabras, lejos de haber hecho un gasto inútil, María Magdalena, al derramar un costoso perfume y ungir con él los pies de Jesús, realiza el gesto de amor que la Iglesia debe tributar a Dios, que “es Amor”, porque siendo Dios Amor en sí mismo, no puede recibir otro tributo que no sea el del amor y la adoración, y mucho más, cuanto que este Dios, luego de declarar “amigos” a los hombres, está a punto de ofrendar su vida en la cruz, como suprema muestra de amor –“nadie tiene más amor que el que da la vida por los amigos-, para la salvación de la humanidad.


Ahora bien, la unción con el perfume, además de ser un gesto profético que anuncia la muerte de Jesús, como Él mismo lo anuncia, es una prefiguración del fruto de la muerte de Jesús, porque el perfume que unge la humanidad viva de Jesús, simboliza la gracia santificante, que concederá la vida divina a los hombres muertos por el pecado, y la fragancia exquisita que inunda la casa, simboliza “el buen olor” de Cristo que exhala el alma en gracia y el alma que vivirá en la gloria de la resurrección, libre ya de la pestilencia y de la corrupción del pecado y de la muerte.


Como la Magdalena, postrémonos en acción de gracias ante el Cordero de Dios, que dio su vida por amor a nosotros en la cruz y le tributemos el honor de la adoración y del amor debidos, con la oración y la misericordia.



15:39


He sabido, por otro blog de este portal, que un catedrático de Historia de la Ciencia se ha sentido ofendido por la publicación en el “BOE” de un anexo del currículo de la Enseñanza de la Religión Católica en la Escuela. Es obvio que lo que se publica en el “BOE” puede, más de una vez, ofender, si no a todos, sí a muchos de sus potenciales lectores. Con frecuencia las leyes promulgadas, y sus exposiciones de motivos, contradicen lo que, en principio, uno considera bueno, correcto o agradable.


O sea que el sentimiento de ofensa sufrido por el catedrático en cuestión no es único. Pero yo estoy a favor de escuchar a todos, también a los ofendidos – entre los que, más de una vez, me cuento - . ¿Qué le ofende al catedrático? Sustancialmente parece que le ofende la religión católica en sí misma, aunque no lo dice así, sino más sutilmente, como si fuese una enmienda a la forma y no al fondo. No le gusta que se diga, según él reporta – no lo he comprobado – , que “el rechazo de Dios tiene como consecuencia en el ser humano la imposibilidad de ser feliz”.


Desde la perspectiva cristiana, que se fundamenta en la enseñanza de Jesús, y no en las opiniones de la Conferencia Episcopal, la afirmación sospechosa de ofensiva es incuestionable. Dios es el Bien y el fin del hombre y no es lo mismo conocer a Dios que no conocerlo: “Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8,31-32).


La felicidad, si atendemos al testimonio de Jesucristo, tiene mucho que ver con el conocimiento de la verdad sobre Dios y sobre el hombre. Otra cosa sería las vías por las que, en cada caso, se llega al conocimiento de Dios. Una cosa es enunciar un principio general y otra trazar el mapa del itinerario de cada alma en concreto, de cada persona; un camino que solo Dios conoce.


Pretender que la Enseñanza de la Religión en la Escuela silencie lo que Jesús dice sería lo mismo que engañar a los destinatarios de esa enseñanza. Una enseñanza legal, que responde a una petición de los padres que, haciendo valer su derecho a la libertad religiosa – uno de los derechos humanos, y no el último de ellos - , la piden para sus hijos.


Pero, si he de ser condescendiente, podría cuestionar la forma y no el fondo – aunque creo que el catedrático ofendido se ha molestado solo por el fondo - . En lugar de decir – no lo he comprobado – que “el rechazo de Dios tiene como consecuencia en el ser humano la imposibilidad de ser feliz”, se podría expresar de otro modo. Por ejemplo: “La conexión existente en la historia del pensamiento humano entre Dios y felicidad”.


Y esta formulación, que no se aparta del Evangelio, sería difícilmente negable por parte de un catedrático de Historia de la Ciencia. Al menos si esta especialidad se inserta en un currículo de Filosofía, porque no solo los pensadores de la Antigüedad, sino que, de un modo o de otro, casi todos ellos, en todas las épocas, se han planteado – para afirmarlo, cuestionarlo o negarlo – este problema.


Pero hay un tono de fondo que, en mi opinión, convierte al presunto ofendido en potencial ofensor. Identifica al hombre religioso con aquel que no explica, ni intenta hacerlo, la causa de las cosas. Identifica al hombre religioso con una especie de ser que, por alguna debilidad, no incompatible con la genialidad, se refugia en el pasado más ignorante de la humanidad.


Y teme que la introducción de la creencia religiosa en la mente de los niños cause, y cita a Darwin -como si este pensamiento de Darwin supusiese el no va más de su contribución a la ciencia- , un prejuicio irreparable, de modo que “deshacerse de su creencia en Dios les resultaría tan difícil como para un mono desprenderse de su temor y odio instintivos a las serpientes”.


Está meridianamente claro que la enseñanza de la religión, para este catedrático, está de sobra. Diga lo que diga el anexo del currículo de la Enseñanza de la Religión Católica en la Escuela, lo que a él no le complace no es el anexo, sino la Religión Católica.


Quizá este ilustre profesor no haya caído en la cuenta de que es ofensivo su tono de desprecio; su falsa condescendencia al reconocer lo obvio: “existen y han existido magníficos científicos creyentes”. Su problema, el de él, no es que otros crean lo que él rechaza. No, él desprecia lo que otros creen si él lo rechaza.


Naturalmente, no ha aportado a favor o en contra de estas creencias o rechazos ningún argumento propiamente científico. La ciencia da para mucho, pero no para tanto. Y no es muy honesto hacer pasar por ciencia lo que, rigurosamente hablando, no es tal. Es cientificismo, una especie de dogma que, de modo muy poco razonable, no se presenta como dogma. Es una especie de dogma, un sucedáneo que tiende a engañar.


Guillermo Juan Morado.



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Esta foto es de la catedral con las puertas cerradas, antes de abrirla para que entrara la procesión del Domingo de Ramos con el obispo, sacerdotes, diáconos y miles de fieles.


Yo estaba dentro por culpa de hernia discal. Esas procesiones en las que hay que estar de pie, casi sin andar, durante hora y media o más me resultan ya totalmente contraproducentes. Así que opté por esperar dentro.


En la foto se ve a don Manuel y Antonio uno de los sacristanes de la catedral. A don Manuel le conozco desde que era un jovencísimo cura vecino mío de mi primera parroquia. Un hombre bueno, piadoso, honesto, responsable y que, desde que se entregó al servicio de la Iglesia, no ha buscado otra cosa que servir a la Iglesia. En la foto tiene cara de asceta, mientras que yo la tengo de rollizo teólogo. Bien es verdad que borré una foto anterior en la que salía él una cara mucho menos favorecida.


Estuve confesando en la catedral durante la misa. Estos días hay muchas confesiones. Por la tarde tuve mi propia celebración en el convento del que soy capellán.


Mañana tengo dentista y trabajaré en mi novela sobre San Pablo. Qué bonita es la primavera. Me he dado un paseo tras la comida y los prados con flores bajo el cielo azul estaban impresionantes.




15:17
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Presido la Concelebración de este domingo de Ramos, comenzando la procesión en la ermita. La foto es de un momento antes de iniciar el precioso y multitudinario acto litúrgico. Hemos estado dos concelebrantes, un diácono y tres monaguillos, acompañados por la Cofradía, su banda de tambores y trompetas y una gran multitud de niños, jóvenes y mayores, que no han querido perderse esta fiesta y han acompañado a Jesús en su entrada en Jerusalén para padecer por nosotros y redimirnos. Agradezco a la catequista Carolina estas y otras preciosas fotos del acto.


11:26

1.- Las flores comienzan siendo un capullo cerrado. Parecieran egoístas que sólo se miran a sí mismas. Pero sólo son flores de verdad cuando se abren. Mi egoísmo me convierte en capullo cerrado. Y sólo logro ser yo mismo cuando me abro a los demás.



Flickr: Ana Rey



2.- Las flores se abren generosamente y nos regalan con sus colores y perfumes. Recién entonces las sentimos cerca de nosotros. Es la generosidad de regalar la bondad que llevo dentro de mí la que me hará cercano a los demás hombres.


3.- Las flores se dejan robar el polen viajero en las alas y en las patas de los insectos. Pero es ahí donde ellas se hacen fecundas en otras flores. Quisiera que los demás pudieran llevar en las alas de sus vidas un poco del polen de mi bondad, y así fecundar al mundo con un poco más de bondad y belleza.


4.- Las flores se dejan cortar. No se quejan. No se lamentan. Cuando yo sea capaz de dejar que los demás se lleven pedazos de mi vida, aunque no sepa a dónde se van con ellos, sentiré que puedo servir y ser útil para los demás.


5.- Las flores todo lo dan gratis: su color, su perfume, su belleza. No cobran por el espectáculo. Mi vida florecerá de verdad cuando aprenda a darla totalmente gratis, sin cobrar intereses a nadie. Al fin y al cabo, dándome gratis a los demás, comienzo yo mismo a ser más.


6.- Las flores embellecen los jardines, las habitaciones de las casas, incluso hasta las Iglesias. Esto me hace pensar en la belleza que yo soy capaz de aportar a mi familia, a mi hogar, a mis hijos, al mundo y a la Iglesia. Ellos serán más bellos si mi corazón es más bello.


7.- Me dan pena las flores cuando las venden. Ellas lo dan todo gratis y otros hacen negocio con su belleza. Siento pena por aquellas personas a quienes se compra y vende por unos dineros. Se vende y se compra el cuerpo. Se vende y se compra la belleza de la gracia. La belleza del cuerpo que es regalo de Dios convertida ahora en mercancía de pecado… me da pena.


Clemente Sobrado C. P.




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