Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Jueves de la 18 a. Semana – Ciclo A

“Desde entonces empezó a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro lo lleva aparte y se puso a increparlo: “No lo permita Dios, Señor!” Jesús se volvió y dijo a Pedro: “quítate de mí vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios”. (Mt 16,13-23)


Todos quisiéramos un Dios que lo puede todo.

Todos quisiéramos un Jesús que está por encima de todos.

Todos quisiéramos una Iglesia cuyo poder domine al resto.


Porque a todos nos va mejor:

El poder.

Las alturas.

El ser el que domina todo.

Pero entendió muy bien un Mesías de Dios.


Pero Jesús le cambió el libreto a Pedro.

Estamos en centro del Evangelio de Mateo.

Desde entonces Jesús comienza a hablar de sí mismo.

Pero desde su condición humano.

Un Jesús camino del fracaso humano.

Un Jesús que será apresado y humillado y condenado a muerte.

Y esto ya no entra en la cabeza de Pedro.

Pedro no entiende un Jesús crucificado.

Pedro no entiende un Jesús fracasado.

Y hasta trata de disuadirle a Jesús.

Ahora es Pedro que quiere hacerse maestro del Maestro.

Ahora es Pedro que quiere marcarle el camino a Jesús.

Ahora es Pedro que quiere enseñarle a Jesús cómo hacer las cosas.


Es que el camino de la Cruz nos resulta extraño.

En una cultura del placer y el “pasarlo bien”, no resulta simpático hablar de la Cruz.

Pero la Cruz es el único camino de Jesús.

Quien no entiende la Cruz, no entiende a Jesús.

Tampoco entiende a la Iglesia, que su sacramento.

Tampoco entiende la vida del cristiano.


Por eso Pedro recibe una respuesta que nunca esperó en su vida:

“Apártate de mí, Satanás, tu piensas como los hombres no como Dios”.

“Satanás” que traducido significa: el que aparta del camino.

El que quiere imponer a Dios los caminos del Reino.

El que quiere imponer a Dios el camino de cómo ser cristiano.

Querer hacer de maestro de Dios es querer dominar a Dios.


No condenemos a Pedro.

Porque puede que nos estemos condenando a nosotros.

Somos muchos los que tenemos la tentación:

De desviar a la Iglesia de su camino.

De desviar a los cristianos de su camino.

De desviar a los seglares de su camino.

De desviar a los matrimonios de su camino.

De desviar a los sacerdotes de su camino.

De desviar a los santos de su camino.


Y todo porque:

no entendemos “que Jesús tiene que morir en la Cruz”.

no entendemos que “el modo de pensar de Dios”•.

no entendemos el estilo de vida que Dios quiere.

no entendemos los criterios del mundo.


Porque:

Preferimos pensar como piensa el mundo.

Preferimos pensar como piensan los hombres.

Preferimos pensar como piensan todos.


Por eso, todos corremos el peligro de desviar a los demás.

Todos somos un peligro para los demás.

Todos podemos ser responsables del desvío de los demás.

“Un ciego conduciendo a otro ciego, ambos se van al hoyo”.


Señor: sé que eres el enviado de Dios.

Señor: sé que eres el camina hacia la Cruz.

Señor: sé que eres el Crucificado y Resucitado.

Señor: sé que si quiero seguirte ese es el camino, el de la cruz.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: cruz, mision, muerte
00:09

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