Es difícil olvidar esta fecha del 20 de agosto, porque durante diez años felicité a Monseñor Eduardo en su cumpleaños, y, cuando pude, hice que se celebrara en el Seminario de Sololá como festivo.
Mañana lo celebraré en mi parroquia de Villamediana, ahora más discretamente, pero no con menos alegría y esperanza. Para preparar la fiesta traigo al blog estas palabra que pronunció Monseñor Eduardo en una ordenación sacerdotal el 9 de noviembre de 1996 en Chimaltenango y que a mí personalmente me siguen estimulando:
Quiero agradecer de forma especial a los Formadores del Seminario Mayor Nuestra Señora del Camino haber colaborado esctrechamente conmigo en la formación de estos sacerdotes que hoy son ordenados. La ofrmación de los seminaristas es un deber de todo el Pueblo de Dios, pero es un deber que recae más gravemente en la persona del Obispo. Por eso se dice que el Seminario debe ser como "la niña de los ojos" del obispo.
En este día, le pido a Nuestro Señor que el Seminario sea también como la "niña de los ojos" de los sacerdotes, de las familias cristianas, de las religiosas. Que consideremos la obra del Seminario como la obra pastoral más importante, porque Jesucristo necesita de muchos sacerdotes para que su Amor redentor llegue a todas partes.
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