Marcados por el amor

El Bautismo de Jesús – Ciclo A

Hemos sido concebidos marcados por el amor.

Hemos sido bautizado y hemos sido marcado por el amor.

Vivimos envueltos en el amor.

El Bautismo marcó a Jesús como “el amado, el predilecto de Dios”.

Toda su vida vivió de esa experiencia.

Y fue el Bautismo el que también le marcó para la misión:

Revelar el amor.

Anunciar el amor.

Sembrar el amor.

Anunciar un reino de amor.

Las raíces de nuestras vidas están regadas y abonadas por el amor.

Porque también nuestro Bautismo “nos marca y sella del amor del Padre”.

Por el Bautismo somos declarados “hijos amados y predilectos de Dios”.

¡Qué pena que esa manía de fotos y la fiesta nos haga olvidar lo esencial!

Nuestras raíces tienen que estar regadas por el amor de nuestros padres.

Nuestras raíces cristianas tienen que estar regadas por el amor del Padre.

Esto lo expresó muy bien Juan Pablo II en su primera encíclica: “Redentor de los hombres”:

“El hombre no puede vivir sin amor.

Permanece para sí mismo un ser incomprensible,

Su vida está privada de sentido:

si no le es revelado el amor,

si no se encuentra con el amor,

si no lo experimenta y lo hace propio,

si no participa en él activamente”. (RH 10)

Flickr: _guu_

En su Bautismo, Jesús se comprende a sí mismo.

Como también comprendió su misión.

En su Bautismo, Jesús comprendió su relación con el Padre.

En su Bautismo, Jesús comprendió su relación con lo hombres, sobre todo los pobres.

En su Bautismo, Jesús comprendió su vida y su muerte, que más tarde él mismo llamará bautismo.

Y es desde esa experiencia que Jesús va descubriendo el sentido de su vida como Dios “rebajado a la condición de hombre”.

Igual que nosotros, también él pasó por esa experiencia:

Primero fue el amor de María que lo encarna..

Luego fue el amor de José que lo adopta como hijo.

Y ahora es el amor del Padre que lo reconoce públicamente como “Hijo amado”.

Por eso mismo, cada día tenemos que regresar a nuestras raíces bautismales.

también nosotros tenemos que vivir cada día como amados de de nuestros padres.

También nosotros tenemos que vivir el gozo de ser los “amados y predilectos de Dios”.

Ser cristiano es creer en el amor.

Es sentirse amado de Dios.

Es nuestra primera y fundamental experiencia de Dios.

Es nuestra primero experiencia en nuestra relación con Dios y los hombres.

Y solo desde esta experiencia de sentirse amado “el amado y predilecto de Dios”:

Podremos entendernos a nosotros mismos,

Podremos dar sentido a nuestras vidas

Si no entendemos y vivimos nuestro Bautismo:

No entenderemos nuestra fe.

Seremos cristianos de los Mandamientos.

La fe será una obligación y un deber.

Cuando creer es sentirse amado de Dios.

Cuando creer es amar como él nos ama.

Me gusta aquella reflexión de Coelho cuando escribe que deformamos el corazón de los niños cuando todos les preguntamos:

“¿amas a la abuelita, al abuelito?

¿Amas a la tía Carmen o al tío Pepe?.

Siempre le preguntamos si amar a los demás.

Cuando el niño lo que necesita es no tanto que se le pregunte si “ama”, sino “si se siente amado”

Para amar de verdad hay que sentirse amado de verdad.

Cuando uno queda marcado por el amor, como Jesús poco importa si luego no le aman, si le persiguen, si lo acechan o incluso si terminan crucificándole. Porque incluso desde la cima de la cruz perdonará al buen ladrón y al resto pedirá al Padre que “les perdone porque no saben lo quehacer”.

Recordemos hoy nuestro bautismo.

¿Al menos pregúntate si sabes cuando fuiste bautizado?

¿Sabes cuándo naciste y no sabes cuándo naciste en las aguas bautismales?

Clemente Sobrado C. P.

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