“Jesús se retiró con sus discípulos a orillas del mar, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Entonces encargó a sus discípulos que le prepararan una barca para que la muchedumbre no lo apretujara. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo”. (Mc 3,7-12)
Estoy pensando en el Papa Francisco.
Arrastra muchedumbres.
En cambio hay infinidad de gente que solo arrastra mosquitos en verano.
Jesús va a las orillas del Lago.
Y la muchedumbre le sigue.
Y todo por las cosas que hacía.
Era su actitud y comportamiento el que arrastraba la gente.
Hay gente que arrastra.
Hay gente que se queda más sola que la i.
Al fin y al cabo lo que atrae a la gente es nuestra vida.
Y en concreto, lo que más arrastra es lo que hacemos por los demás.
Este evangelio me agrada y me incomoda.
Me agrada porque veo cómo las gentes siguen por todas partes a Jesús.
Me desagrada cuando escucho hoy cómo la gente:
Dice que ya no cree en la Iglesia.
Dice que ya no cree en el sacerdote.
Y se alejan.
Me dan pena esas Misas que, a veces se ven en TV, donde no hay más que un grupito de viejos y no se ve ni un joven.
Todo ello me hace pensar ¿qué hacemos?
Jesús ordena le traigan una barca para evitar que la gente lo apretuje:
Porque todos le quieren tocar.
Porque todos “los que sufrían de algo se le echaban encima”.
Con frecuencia nuestra presencia se presta a la mueca.
Con frecuencia nuestra presencia parece alejar más que atraer.
Yo siempre he entendido que el cristiano:
debe ser alguien que atrae.
debe ser alguien que inspira proximidad.
debe ser alguien que inspira cercanía
debe ser alguien que inspira búsqueda de Jesús.
Ya sé que no toda la culpa es nuestra.
Pero tampoco debiéramos disculparnos de lo que nos toca.
Por eso, siento una profunda alegría con el Papa “Panchito”:
No busca publicidad, pero la gente lo busca.
No busca llamar la atención, pero la gente quiere acercarse.
No busca figurar, pero la gente, se le acerca.
Hay algo en él que, como Jesús hace que la gente también quiera tocarle.
Yo tengo fe en que su presencia hará más querida a la Iglesia.
Yo tengo fe en que la Iglesia comenzará a tener mucho jale.
Yo tengo fe en que la Iglesia comenzará a ser más atractiva.
Yo tengo fe en que la Iglesia comenzará a ser más bella.
Señor: Dame la gracia de que la gente me busque por mi vida.
Señor: Dame la gracia de que la gente descubra en mí una esperanza.
Señor: Dame la gracia de que la gente se sienta curada por mí.
Señor: Dame la gracia de que la gente me busque, no para llamar la atención, sino porque te descubre a ti en mí.
Señor: Dame la gracia de que la gente me siga, no para hacerme fama, sino porque encuentra en mi respuesta a sus necesidades y problemas.
Clemente Sobrado C. P.
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