
No me gustaría abordar esta disputa. Que a las mujeres se les han concedido dones especiales, que en cierto sentido son más sufridas y fuertes, es indiscutible. Que precisamente ellas con esa forma especial de capacidad de amar que se les ha dado, puedan llevar en su seno a otro ser humano y darle carne y sangre, confiere a la mujer una distinción especial y una grandeza completamente propia. Por lo demás, los seres humanos, tanto hombres como mujeres, deberíamos confiar en Dios e intentar cumplir unidos todo lo que implica ser personas.
Joseph Ratzinger. Dios y mundo, p. 77.
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