Esta foto me estremece. Es de un pastor luterano que se identificó completamente con el nazismo, lo que le valió ser elevado al cargo de obispo del Reich. Ni los mismos protestantes lo aceptaron. Pero al régimen le venia bien su mera presencia, por estética. Acabada la guerra se suicidó, el final de Judas.
Este pobre hombre y un abad católico suspendido a divinis fueron los únicos que lograron para su causa entre los eclesiásticos. Pero sus fotos corren por Internet, con los comentaristas rasgando sus vestiduras acerca de la Iglesia Católica. Cuando en realidad fue todo lo contrario. Sea dicho de paso, el abad murió pocos años de unirse a la causa nazi.
Hay otra foto de la guerra civil española que muestra a unos sesetan seminaristas con sotana en formación con fusiles. Muchos comentaristas con ironía escriben cosas como La Pacífica Iglesia Católica. Esa foto fue hecha en una plaza de toros por republicanos que les prestaron los fusiles sin balas para la foto. Pero desde el primer día que vi esa foto, las caras de esos futuros mártires me lo decía todo. Eran caras serenas, en paz, mirando como sus verdugos se divertían dándoles instrucciones para la foto.
Es curioso, incluso con armas en la mano, qué distinto es el rostro del cordero frente al rostro del lobo.
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