Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Sábado de la 13 a. Semana – Ciclo C

“¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan? “Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? No se echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan”. (Mt 9, 14-17)


La manía de siempre.

Lo que hacemos nosotros tiene que hacerlo el resto.

Si nosotros ayunamos, también los demás tienen que hacerlo.

Algo así como si lo que hacemos nosotros fuese el modelo de lo que hay que hacer.

La dictadura de imponer nuestros criterios a los demás.

La dictadura de imponer nuestra conducta a los demás.

La dictadura de imponer nuestra espiritualidad a los demás.


Y nos olvidamos:

Que no somos nosotros la medida de nadie.

Sino Jesús que nos trae la novedad del reino.

Lo que hacen los demás puede ayudar.

Pero la norma de nuestra vida será siempre El.


Alguien me comentaba:

- Antes ayunábamos más.

Es posible, pero ¿amábamos más?

- Antes el ayuno era más riguroso.

También es cierto, pero ¿nuestra fe era más alegre?

- Antes había más días de ayuno.

Creo que sí, pero ¿éramos capaces de ver nuestra relación con Dios como una boda?

- Antes la religión era mucho más estricta.

Digamos que era más legal, pero ¿era más festiva?


También los discípulos de Juan y de los fariseos eran de mente más estrecha.

Pero la religión de Jesús era una religión de boda.

La religión de Jesús era la religión de los “amigos del novio”.

La religión de Jesús es la religión del amor, la fiesta y la boda.

Y Jesús mismo se presenta a sí mismo como el “novio”.

Con todas tus austeridades, ¿has sentido a Jesús como el novio enamorado de ti?

En todas las religiones hay toda una serie de privaciones y austeridades.

Y es posible que muchos haya llegado a Dios por ese camino.

Sin embargo, Jesús:

No vino a predicar ayunos, sino misericordia.

“Misericordia quiero y no holocaustos”.

No vino a predicar austeridades, sino compasión.

“Al verlos sintió compasión”.

No privaciones, sino el amor nupcial de Dios:

“mientras el novio está con ellos”.


Aquí hay algo nuevo, o lo viejo pero con otra alma y otra vida.

Jesús se muestra como el “novio” que nos lleva a “la nueva alianza con Dios”.

Jesús se muestra como el “paño nuevo”, que no encaja en el viejo vestido de la ley.

Jesús se muestra como el “vino nuevo”, que exige también odres nuevos.

Jesús no quiere simples arreglos y mezclas entre lo viejo y lo nuevo.

Sabe que terminaríamos estropeando lo viejo y lo nuevo.


Me gusta ese gesto del rito bautismal cuando se le dice al niño:

“N. N. recibe esta vestidura blanca, signo de tu dignidad, consérvala sin mancha”.

Me gusta cuando Pablo nos recuerda que “somos criaturas nuevas”.


Total: una invitación a una nueva experiencia de Jesús que nos guiña el ojo enamorándonos, para que nos enamoremos de Dios.

Y una invitación a una experiencia gozosa, alegre, festiva, nupcial del Evangelio.

Ya antes les había dicho que cuando ayunasen no pusieran cara de “ayuno” sino que se perfumaran.

Una invitación a un cristianismo festivo y alegre con celebración nupcial.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo C Tagged: alegria, boda, creer, cristiano, cristianos, fariseo, fe

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