Oficio de lecturas - Sábado de la semana XIV - Tiempo Ordinario



OFICIO DE LECTURA - SÁBADO DE LA SEMANA XIV - TIEMPO ORDINARIO
De la Feria.

PRIMERA LECTURA

Año I:

Del primer libro de Samuel     28, 3-25

SAÚL CONSULTA A LA NIGROMANTE DE ENDOR

    En aquellos días, Samuel había ya muerto y todo Israel lo había llorado, siendo sepultado en Ramá, su ciudad. Saúl había echado del país a los nigromantes y adivinos.
    Habiéndose reunido los filisteos, vinieron a acampar en Sunam. Saúl reunió a todo Israel y acampó en Gelboé. Vio Saúl el campamento de los filisteos y sintió temor, temblando sobremanera su corazón. Consultó Saúl al Señor, pero el Señor no le respondió ni por sueños ni por los urim ni por los profetas. Dijo entonces Saúl a sus servidores:
    «Buscadme una nigromante para que vaya a consultarla.»
    Sus servidores le respondieron:
    «Aquí en Endor hay una nigromante.»
    Se disfrazó Saúl, poniéndose otras ropas, y fue con dos de sus hombres, y, llegando de noche a donde estaba la mujer, le dijo:
    «Adivíname el futuro por medio del espíritu de un muerto y evócame al que yo te diga.»
    La mujer le respondió:
    «Bien sabes lo que hizo Saúl, que suprimió de esta tierra a los nigromantes y adivinos. ¿Por qué tiendes un lazo a mi vida para hacerme morir?»
    Saúl juró por el Señor, diciendo:
    «¡Vive el Señor!, que ningún castigo te vendrá por este hecho.»
    La mujer dijo:
    «¿A quién debo evocar?»
    Saúl respondió:
    «Evócame a Samuel.»
    Vio entonces la mujer a Samuel y lanzó un grito, y dijo luego a Saúl:
    «¿Por qué me has engañado? ¡Tú eres Saúl!»
    El rey le dijo:
    «No temas, pero ¿qué has visto?»
    La mujer respondió:
    «Veo un espectro que sube de la tierra.»
    Saúl le preguntó:
    «¿Qué aspecto tiene?»
    Ella respondió:
    «Es un hombre anciano que sube envuelto en su manto.»
    Comprendió Saúl que era Samuel y, cayendo rostro en tierra, se postró. Samuel dijo a Saúl:
    «¿Por qué me perturbas evocándome?» Respondió Saúl:
    «Estoy en grande angustia: los filisteos mueven guerra contra mí, Dios se ha apartado de mí y ya no me responde ni por los profetas ni por sueños. Te he llamado para que me indiques lo que debo hacer.»
    Dijo Samuel:
    «¿Para qué me consultas, si el Señor se ha separado de ti y se ha pasado a otro? El Señor te ha cumplido lo que dijo por mi boca: ha arrancado el reino de tu mano y se lo ha dado a otro, a David, porque no escuchaste la voz del Señor y no llevaste a cabo la indignación de su ira contra Amalec. Por eso te trata hoy de esta manera. También a Israel entregará el Señor en manos de los filisteos. Mañana tú y tus hijos estaréis conmigo.»
    Saúl, sobrecogido, cayó en tierra cuan largo era. Estaba aterrado por las palabras de Samuel; se hallaba, además, sin fuerzas, porque no había comido nada en todo el día y toda la noche. Acercóse la mujer a Saúl y, viendo que estaba tan conturbado, le dijo:
    «Tu sierva ha escuchado tu voz y he puesto mi vida en peligro por obedecer las órdenes que me diste. Escucha, pues, tú también la voz de tu sierva y permíteme que te sirva un bocado de pan para que comas y tengas fuerzas para ponerte en camino.»
    Saúl se negó, diciendo:
    «No quiero comer.»
    Pero sus servidores, a una con la mujer, le insistieron hasta que accedió. Se levantó del suelo y se sentó en el diván. Tenía la mujer en casa un ternero cebado y se apresuró a degollarlo. Tomó harina, la amasó y coció unos panes ázimos. Lo sirvió a Saúl y a sus servidores; comieron, se levantaron y partieron aquella misma noche.

Responsorio     Cf. 1Cro 10, 13. 14

R. Murió Saúl por su infidelidad, por no guardar el precepto que el Señor le había mandado. * Dios transfirió su reino a David.
V. También por haber consultado a una nigromante, en vez de esperar en el Señor.
R. Dios transfirió su reino a David.


Año II:

Del libro de los Proverbios     31, 10-31

ELOGIO DE LA MUJER FUERTE

    Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas. Su marido se fía de ella, y no le faltan riquezas. Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida.
    Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos. Es como nave mercante que importa el grano de lejos. Todavía de noche se levanta para dar la comida a los criados.
    Examina un terreno y lo compra, con lo que ganan sus manos planta un huerto. Se ciñe la cintura con firmeza y despliega la fuerza de sus brazos. Le saca gusto a su tarea y aun de noche no se apaga su lámpara. Extiende la mano hacia el huso, y sostiene con la palma la rueca.
    Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre. Si nieva, no teme por la servidumbre, porque todos los criados llevan trajes forrados. Confecciona mantas para su uso, se viste de lino y de holanda. En la plaza su marido es respetado, cuando se sienta entre los jefes de la ciudad. Teje sábanas y las vende, provee de cinturones a los comerciantes.
    Está vestida de fuerza y dignidad, sonríe ante el día de mañana. Abre la boca con sabiduría y su lengua enseña con bondad. Vigila la conducta de sus criados, no come su pan de balde.
    Sus hijos se levantan para felicitarla, su marido proclama su alabanza: «Muchas mujeres reunieron riquezas, pero tú las ganas a todas.» Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura, la que teme al Señor merece alabanza. Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.

Responsorio     Cf. Pr 31, 17. 18; Sal 45, 6

R. Se ciñe la cintura con firmeza y despliega la fuerza de sus brazos. * Por esto su lámpara nunca se apagará.
V. Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora.
R. Por esto su lámpara nunca se apagará.


SEGUNDA LECTURA

De los Comentarios de san Agustín, obispo sobre los salmos.

(Salmo 126, 2: CCL 40, 1857-1858)

EL SEÑOR JESUCRISTO ES EL VERDADERO SALOMÓN

    El templo que Salomón edificó para el Señor era tipo y figura de la futura Iglesia, que es el cuerpo del Señor, tal como dice en el Evangelio: Destruid este templo y yo lo levantaré en tres días. Del mismo modo que Salomón edificó aquel templo, se edificó también un templo el verdadero Salomón, nuestro Señor Jesucristo, el verdadero pacífico. Porque hay que saber que el nombre de Salomón significa «Pacífico», y el verdadero pacífico es Jesucristo, de quien dice el Apóstol: Él es nuestra paz, que ha hecho de los dos pueblos una sola cosa. Él es el verdadero pacífico que unió en su persona, constituyéndose en piedra angular, los dos muros que provenían de partes opuestas, a saber; el pueblo de los creyentes que provenían de la circuncisión, y el pueblo de los creyentes que provenían de la gentilidad incircuncisa; de ambos pueblos hizo una sola Iglesia, de la que es piedra angular, y por esto es el verdadero pacífico.
    Cristo es el verdadero Salomón, y aquel otro Salomón, hijo de David, engendrado de Betsabé, rey de Israel, era figura de este Rey pacífico. Por esto el salmo, para que pienses: más bien en el nuevo Salomón, que es quien edificó la verdadera casa de Dios, empieza con estas palabras: Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles. El Señor es, por tanto, quien construye la casa, es el Señor Jesucristo quien construye su propia casa. Muchos son los que trabajan en la construcción, pero si él no construye, en vano se cansan los albañiles. ¿Quiénes son los que trabajan en esta construcción? Todos los que predican la palabra de Dios en la Iglesia, los dispensadores de los misterios de Dios. Todos nos esforzamos, todos trabajamos, todos construimos ahora; y también antes de nosotros se esforzaron, trabajaron, construyeron otros; pero, si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles. Por esto los apóstoles, y más en concreto Pablo, al ver que algunos se desmoronaban, dice: Observáis los días, los meses, las estaciones y los años; temo que hagáis vano mi trabajo entre vosotros. Como sabía que él mismo era edificado interiormente por el Señor, por esto se lamentaba por aquéllos, por el temor de haber trabajado en ellos inútilmente. Nosotros, por tanto, os hablamos desde el exterior, pero es él quien edifica desde dentro. Nosotros podemos saber cómo escucháis, pero cómo pensáis sólo puede saberlo aquel que ve vuestros pensamientos. Es él quien edifica, quien amonesta, quien amedrenta, quien abre el entendimiento, quien os conduce a la fe; aunque nosotros cooperamos también con nuestro esfuerzo.

Responsorio     Cf. 2Cro 5, 14-6, 1. 4; Jn 2, 19

R. El templo fue construido y la gloria del Señor llenó su casa; el rey exclamó: * «Bendito sea el Señor Dios de Israel, porque ha cumplido todo lo que dijo a mi padre David.»
V. Destruid este templo y yo lo levantaré en tres días.
R. Bendito sea el Señor Dios de Israel, porque ha cumplido todo lo que dijo a mi padre David.


Oración

Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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