La liturgia diaria meditada - ¡El celo por tu casa me devora! (Jn 2, 13-22) 04/03

Domingo 04 de Marzo de 2018
3er. domingo de Cuaresma
Morado.

Semana III para el Salterio.

Martirologio Romano: San Casimiro, hijo del rey de Polonia, que, siendo príncipe, destacó por el celo en la fe, por la castidad y la penitencia, la benignidad hacia los pobres y la devota veneración a la Eucaristía y a la bienaventurada Virgen María, y aún joven, consumido por la tuberculosis, descansó piadosamente en la ciudad de Grodno, cerca de Vilna, en Lituania (1484).

Fecha de canonización: El rey Segismundo presentó ante el Papa León X la solicitud para la canonización de Casimiro luego de haberse registrado muchos milagros por su intercesión. En 1521 dicho Papa declaró a Casimiro patrón de Polonia y Lituania, pero fue oficialmente beatificado en 1602 por el Papa Clemente VIII y por fin en 1621 su fiesta fue extendida a la Iglesia Universal.
Antífona de entrada          Sal 24, 15-16
Mis ojos están siempre fijos en el Señor, porque él sacará mis pies de la trampa. Mírame y ten piedad de mí, Señor, porque estoy solo y afligido.
O bien:         cf. Ez 36, 23-26
Dice el Señor: “Cuando manifieste mi santidad en medio de ustedes, los reuniré de entre todos los países de la tierra; derramaré sobre ustedes el agua pura, serán lavados de todas sus manchas y pondré en ustedes un espíritu nuevo”.
Oración colecta     
Dios de misericordia y origen de todo bien, que en el ayuno, la oración y la limosna nos muestras el remedio del pecado, mira con agrado el reconocimiento de nuestra pequeñez, para que seamos aliviados por tu misericordia quienes nos humillamos interiormente. Por nuestro Señor Jesucristo.
Oración sobre las ofrendas        
Señor, por este sacrificio concédenos que, así como te pedimos que perdones nuestros pecados, perdonemos también nosotros las faltas de nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona      Sal 83, 4-5
Hasta el gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones: Junto a tus altares, Señor del universo, mi Rey y mi Dios. Felices los que habitan en tu casa y te alaban sin cesar.
Oración después de la comunión
Padre, alimentados en la tierra con el pan del cielo, anticipo de la eterna salvación, te suplicamos que lleves a su plenitud el misterio que se realiza en nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre el pueblo       (Facultativa)
Padre, dirige los corazones de tus fieles, y concédeles generosamente la gracia de permanecer en el amor a ti y al prójimo, para llegar así a la perfección de tu ley. Por Jesucristo, nuestro Señor.
1ª Lectura    Éx 20, 1-17
Lectura del libro del Éxodo.
Dios pronunció estas palabras: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud. No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas. No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto, porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me aborrecen; y tengo misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y cumplen mis mandamientos. No pronunciarás en vano el Nombre del Señor, tu Dios, porque él no dejará sin castigo al que lo pronuncie en vano. Acuérdate del día sábado para santificarlo. Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas; pero el séptimo es día de descanso en honor del Señor, tu Dios. En él no harán ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el extranjero que reside en tus ciudades. Porque en seis días, el Señor hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, pero el séptimo día descansó. Por eso el Señor bendijo el día sábado y lo declaró santo. Honra a tu padre y a tu madre, para que tengas una larga vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te da. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo: No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni ninguna otra cosa que le pertenezca”.
Palabra de Dios.
Comentario
El decálogo comienza afirmando quién es Dios: El que te hizo “salir de Egipto, de un lugar de esclavitud”. Todos los mandamientos que siguen son consecuencia de este primero. Dios nos quiere libres y felices. Las normas básicas que nos da para lograrlo están orientadas a procurar la vida de todos los miembros de la comunidad.
Salmo 18, 8-11
R. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R.
Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. R.
La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. R.
Son más atrayentes que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo del panal. R.
2ª Lectura    1Cor 1, 22-25
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Mientras los judíos piden milagros y los griegos van en busca de sabiduría, nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero fuerza y sabiduría de Dios para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres.
Palabra de Dios.
Comentario
En Cristo, Dios se ha hecho débil, terrenal, limitado. Y en esta solidaridad con toda la pobreza humana, puso el inicio de nuestra redención. Esta es la locura de Dios: amarnos tanto como para llegar a hacerse semejante a nosotros.
Aclamación   Jn 3, 16
Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga Vida eterna.
Evangelio     Jn 2, 13-25
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: “Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio”. Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: “El celo por tu Casa me consume”. Entonces los judíos le preguntaron: “¿Qué signo nos das para obrar así?”. Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar”. Los judíos le dijeron: “Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”. Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado. Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su Nombre al ver los signos que realizaba. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que lo informaran acerca de nadie: Él sabía lo que hay en el interior del hombre.
Palabra del Señor.
Comentario
Los hebreos pensaban que el templo de Jerusalén era el lugar donde moraba la gloria de Dios. Jesús trae la plenitud a este “morar de Dios” en medio de la humanidad. Reconocer a Jesús como el enviado es descubrir en él la presencia amorosa de Dios. No hay que buscar a Dios en lo externo. Jesús hace presente en nuestra vida al Dios liberador que quiere morar en medio de nosotros.
Oración introductoria
Señor, quiero imitarte, tener el celo que Tú tenías por las cosas del Padre; las cosas del Padre, también son mis cosas, pues soy su hijo. Ayúdame a crecer en mi espíritu sobrenatural, a comprender tus palabras, a creer en Ti, no sólo por los signos que Tú haces, sino porque hacer realmente una verdadera experiencia de Ti.
Señor, que el celo por tus cosas también me devore, que sea un católico auténtico y coherente con lo que soy y con lo que profeso.
Meditación
1.- El decálogo viene a ser como la gran Carta Magna. La Constitución general de todos los hombres, o la más antigua Declaración de los derechos humanos… Los 10 mandamientos -más bien casi todo son prohibiciones- son universalmente conocidos, que no quiere decir siempre practicados. Sería interesante tratar de jerarquizar estos 10 mandamientos, según la importancia que les da cada uno. Los mandamientos se refieren a nuestras obligaciones verticales y horizontales, las referentes a Dios y al hombre. Pero se mueven en los límites de los mínimos, con formulaciones negativas: no te apartes de Dios y no hagas daño al hombre. Cristo perfeccionaría el decálogo y condensaría los mandamientos en uno solo, que es nuestra única ley. Para ser cristiano hay que actuar siempre con amor por encima de lo estrictamente legal.
2.- El evangelio de Cristo crucificado. Los judíos dividen a los hombres en dos grupos: ellos y los otros, es decir los gentiles; pero Pablo predica a todos un mismo evangelio, que él presenta como fuerza y sabiduría de Dios, que revela en medio de la debilidad de la cruz de Cristo. Sin embargo, en Corinto no lo comprenden, mientras unos, los procedentes del judaísmo, siguen a Pedro y admiran los "signos" que realiza, otros, los "griegos", se dejan arrastrar por la sabiduría de Apolo. Unos y otros han caído en el culto a la personalidad y en el olvido del evangelio de la cruz de Cristo, por lo que andan divididos. Pablo insiste de nuevo en esta carta predicando el evangelio de Cristo crucificado, que es lo único que puede unir a los creyentes por encima de todos los partidismos. Dios ha querido manifestarse a judíos y griegos revelando su fuerza y sabiduría en la debilidad y en la necedad de la cruz de Cristo. La pena es que hoy muchos sigan exigiendo signos y otros, sabiduría, siendo así que todos hemos sido convocados para hallar en Cristo crucificado la misma fuerza y sabiduría de Dios.
3.- Un gesto profético. Juan presenta a Jesús enfrentado a la religión oficial y opone constantemente la fe de los discípulos de Jesús a la incredulidad de los judíos. La expulsión de los mercaderes del templo es un ataque profético de Jesús a los señores del templo, es un gesto que preludia una lucha persistente en la que perdería la vida; pero es también el anuncio de la destrucción de ese templo como réplica divina a la incredulidad de los judíos que no conocieron su hora y no recibieron al Mesías que les había sido prometido. La multitud de sacrificios que se ofrecían diariamente en el templo y la necesidad de cambiar la moneda corriente, la romana, por otra moneda especial, el siclo, a fin de satisfacer el tributo religioso al que estaban obligados los israelitas, hace comprensible que vendedores de animales y cambistas se instalaran en el llamado atrio de los gentiles. El permiso requerido para instalarse en el templo proporcionaba a los concesionarios, entre los cuales se contaba la familia del sumo sacerdote Anás, grandes beneficios. Estos usos y estos abusos habían convertido el templo de Dios en un mercado. Decir que Jesús fue violento por este episodio es no entender el contexto de este capítulo del evangelio. En ningún momento se dice que Jesús pegara a las personas, solo que les expulsó y derribó las mesas. Tenemos que ver en ello un gesto profético, donde se demuestra que Jesús luchaba contra la injusticia y la corrupción, como demostró en la cruz, desde una actitud pacífica. Murió perdonando a los que le estaban crucificando.
4.- El verdadero templo de Dios. Cuando Juan escribe su evangelio, lo hace bajo la luz de la experiencia pascual. Y desde su punto de vista, el punto de vista de la fe en la resurrección de Jesús, interpreta las palabras de Jesús refiriéndolas a su cuerpo muerto y resucitado a los tres días. Si Jesús es el verdadero templo, se comprende entonces su oposición a cualquier otro templo, que pretenda situarse como algo sagrado por encima del hombre. Sí, Jesús es el templo, el ámbito del encuentro de los hombres con Dios, culto a Dios en espíritu y en verdad, pues donde hay dos reunidos en nombre de Jesús, allí está él en medio de ellos. Si Jesús es el templo, los que se incorporan a Jesús por la fe forman con él un mismo templo. La iglesia material no es ya para los cristianos la "casa de Dios" sino la casa del pueblo de Dios. Así lo explica San Agustín en su comentario a este evangelio:
“A nivel de figura, el Señor arrojó del templo a los que en el templo buscaban su propio interés, es decir, los que iban al templo a comprar y vender. Ahora bien, si aquel templo era una figura, es evidente que también en el Cuerpo de Cristo —que es el verdadero templo del que el otro era una imagen— existe una mezcolanza de compradores y vendedores, esto es, gente que busca su interés, no el de Jesucristo. Y puesto que los hombres son vapuleados por sus propios pecados, el Señor hizo un azote de cordeles y arrojó del templo a todos los que buscaban sus intereses, no los de Jesucristo”. (San Agustín)
Propósito
Hoy voy a esforzarme por ver a Cristo en mi prójimo y tener este celo por la casa del Padre, hablando bien de los demás.
Diálogo con Cristo
Señor, sé que Tú me conoces perfectamente y que sabes lo que tengo en mi Corazón, como lo demostraste con los fariseos. Ayúdame a ser celoso por tus cosas, a destruir mi templo como Tú, a darme muerte a mí mismo, a mis gustos personales, para levantar un nuevo templo contigo en la Resurrección.

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