Qué malo era aquello del nacional catolicismo ¿se acuerdan? Sí, hombre, el nacional catolicismo era una cosa preconciliar que consistía en una alianza, en España, entre Franco y la Iglesia católica de forma que ser franquista era ser católico, y ser católico suponía ser franquista.
Un horror de hace cincuenta años del que nunca más se supo desde la muerte de Franco. Hubo un Concilio, murió Franco, se hizo la transición y llegó la gloriosa democracia. El nacional catolicismo, kaput! Un horror, ya les digo. La Iglesia y el estado de la manita, identificación de la Iglesia con una única y excluyente idea política, la Iglesia cobrando alegremente del estado a cambio de sostener sus ideales y postulados.
Es verdad que aún puede quedar algún nostálgico fachoso y ultramontano que añore esos tiempos, pero cualquier católico moderno, actual, progresista y conciliar lo tiene completamente descartado. ¿Qué aportaba el nacional catolicismo? ¿Las iglesias llenas? Bah, a base de meter miedo con el infierno. ¿Que los seminarios y conventos estaban llenos? Bah, de gente con el tarro comido. Además, no merecía la pena venderse por un plato de lentejas, aunque las lentejas vinieran acompañadas de solomillo y langosta. La dignidad es la dignidad.
Lo curioso de todo esto es que el nacional catolicismo, en forma de catalán catolicismo hoy está tomando una fuerza extraordinaria apoyándose ¡pásmense! precisamente en el clero más liberal y progresista de Cataluña. Si es que no falla. Dime de qué presumes y te diré de qué careces.
Así es. Desgraciadamente, así lo siento, Cataluña ha hecho opción por el catalán catolicismo, que quiere decir que la Generalidad se apoya en las instituciones eclesiales para sacar adelante sus fines, esencialmente su proyecto separatista, y las parroquias y monasterios de Cataluña colaboran felices en esta barbaridad. Imaginen hoy esta alianza entre Franco y la Iglesia española. Arderían templos al grito de exigimos separación Iglesia estado. Y es que una cosa es el nacional catolicismo de Franco, perverso per se, y otra el catalán catolicismo de los Pujol, Mas y Puigdemont que por lo visto es una cosa de justicia social y derechos humanos. Misterios del seny y la rauxa, sin olvidar que la Tramontana tiene sus cosas.
Catalán catolicismo en forma de enormes esteladas colgando en tantos campanarios de Cataluña. La Iglesia, en lugar de ser la Iglesia de todos, es una Iglesia que opta políticamente en una dirección y lo muestra abiertamente sin respetar a sus hijos que piensan legítimamente de otro modo. Esta parroquia, esa, aquella optan por la estelada, el separatismo. No quiero imaginarme una bandera de ese mismo tamaño en un campanario en mi parroquia, por ejemplo, a favor del PP, de Ciudadanos, de VOX o de Podemos en caso de enajenación momentánea de este servidor. Me queman la parroquia. Una estelada es otra cosa.
No acaba ahí la cosa. Se apoya al gobierno de la Generalidad entre otras cosas porque en muchos casos la Generalidad paga, y aquí quien paga manda. Es muy serio que cuando en Cataluña se recortan derechos sociales y los servicios públicos se resienten, cuando la pobreza infantil es notoria, Montserrat, foco preclaro del catalanismo, siga recibiendo sus buenos euros en subvenciones para una serie de revistas y publicaciones que no tienen más salida que la misma Generalidad.
No. No se conforman con las esteladas y poner el cazo. Hoy, los católicos progresistas de Barcelona, reunidos en una cosa autodenominada ‘Cristians per la independència‘, no contentos con rezar por la independencia, que bien podían rezar para que se haga la voluntad de Dios, por la convivencia o por la concordia en Cataluña. Pues no. Rezan directamente para ser independientes. Pero lo más grave no es eso. Es que piden a la Iglesia que ponga sus locales al servicio de la Generalidad para que en ellos se puedan realizar las votaciones.
¿Se imaginan que alguien pidiera que se pongan los templos a disposición del gobierno de la nación para cualquier cosa? Pues eso. Pero… es Cataluña, es la rauxa, que lleva tiempo, y se han vuelto locos. Y es que lo del nacional catolicismo es horroroso a favor de la derecha, pero legítimo y obligatorio cuando conviene a mis intereses.
El nacional catolicismo, con todos los matices que quieran, al menos llenaba templos, conventos y seminarios. El catalán catolicismo los ha vaciado, al punto que la asistencia a la iglesia es mayor entre castellano parlantes que entre catalano parlantes. Es igual. Tanto hablar de separación Iglesia – estado, tanto invocar al concilio y, sobre todo, al espíritu del concilio, para terminar colgando esteladas en las iglesias y echando a los no separatistas en prueba evidente de que nosotros, los curas especialmente, queremos estar con todos.
Me temo que la tramontana lleva años extendiéndose desde el Alto Ampurdán al bajo Ebro, desde el Bajo Ampurdán al Valle de Arán, pasando por Urgell y con parada especial en Barcelona.
Virgen de Montserrat, ruega por todos.
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