“El Señor tuvo lástima de aquel empleado -leemos en el evangelio de la misa de estedomingo- y lo dejó marchar, perdonándole la deuda”. Pero, Jesús añade que aquel infeliz en vez de disifrutar de la paz y la felicidad de verse libre de su gran deuda, se puso a reclamar la miseria que otro le debía. ¿Así queremos amargarnos nosotros la vida? ¿No será mejor que, después de haber sido tantas veces perdonados por Dios, sembremos perdón y paz en nuestras familias, en el trabajo y en la calle? Haríamos, ciertamente, más feliz al mundo y nosotros disfrutaríamos de mayor paz ¡Señor, enséñanos y ayúdanos a perdonar! ¡Que no queremos ser reprobados en la escuela de tu misericordia!
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