Hace unos meses escribí un artículo acerca de cómo era el galero cardenalicio que es una de las grandes pasiones de mi vida seguida del amor al prójimo. Véase el artículo aquí si se dispone de ocio abundante acompañado de un interés mínimo por el asunto:
Me gustaría añadir algunas notas más, más que nada por vanidad. No voy a repetir lo que ya escribí, lo de hoy sólo son algunas añadiduras. Tampoco voy a ir añadiendo la identificación de tablas y pinturas que corroboren cada afirmación mía. Tal cosa haría este post larguísimo, lento y más enrevesado. De manera que pasaré directamente a las conclusiones.
El galero mantuvo su forma esencial desde la Edad Media hasta el siglo XVI. Pero si el ala fue idéntica a lo largo del tiempo (con pocas excepciones), la llamada “copa” sí que sufrió variaciones desafortunadas en algunas épocas. Regresándose siempre al modelo medieval, estéticamente más logrado.
La iconografía de todas las épocas muestra algunos galeros sin cordón de ningún tipo. Lo identificativo del rango era el galero. Los distintos modelos de cordones con borlas siempre variaron de generación en generación.
La inmensa mayoría de representaciones hasta el siglo XVI muestra los galeros con un solo cordón, éste con o sin borlas. El cordón siempre, sin excepción, se llevaba colgando por delante, sobre el pecho.
El número de borlas era variable. Posteriormente, la heráldica estableció el rango eclesiástico a través del número de borlas. Pero sólo los cardenales llevaron galero. Nunca ningún obispo llevó galero. Hay una excepción en una pequeña diócesis de Italia que no es el caso de analizarla.
Lo repito, aunque los escudos de los obispos aparecieron, en un momento dado, situados bajo un galero, los obispos nunca llevaron galero, ni siquiera más pequeño. Tampoco llevaron nunca un sombrero ornado con cordones con borlas.
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