Martes 22 de Agosto de 2017
Santa María, Reina
(MO). Blanco.
La Santisima Virgen María vivió su vida en la sencillez y la cotidianeidad de cualquier mujer de Nazaret, un pequeño pueblito de provincia. No es Reina porque haya dominado sobre nadie. La realeza de María es participación de la realeza de Jesús, Príncipe de la Paz. Celebrar a María Reina es celebrar la dignidad de todas y todos los creyentes, que en el bautismo somos hechos, con Cristo, sacerdotes, profetas y reyes. Esta condición de la realeza la celebramos al rezar el quinto misterio glorioso del Rosario en que contemplamos a María coronada como Reina.
Antífona de entrada Cf. Sal 44, 10
La Reina está de pie, a tu derecha, con un vestido precioso, rodeada de esplendor.
Oración colecta
Padre, que nos diste como Madre y Reina nuestra a la Madre de tu Hijo, concédenos en tu bondad que, sostenidos por su intercesión poderosa, alcancemos la gloria de hijos tuyos en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Te ofrecemos, Señor, nuestros dones, al celebrar la memoria de la santísima Virgen María, y te pedimos que nos ayude la bondad de tu Hijo, que en la cruz se ofreció a sí mismo como víctima inmaculada. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Cf. Lc 1, 45
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.
Oración después de la comunión
Padre, después de recibir el sacramento celestial, te pedimos que quienes celebramos la memoria de la Santísima Virgen María, merezcamos participar del banquete eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Santa María, Reina
(MO). Blanco.
La Santisima Virgen María vivió su vida en la sencillez y la cotidianeidad de cualquier mujer de Nazaret, un pequeño pueblito de provincia. No es Reina porque haya dominado sobre nadie. La realeza de María es participación de la realeza de Jesús, Príncipe de la Paz. Celebrar a María Reina es celebrar la dignidad de todas y todos los creyentes, que en el bautismo somos hechos, con Cristo, sacerdotes, profetas y reyes. Esta condición de la realeza la celebramos al rezar el quinto misterio glorioso del Rosario en que contemplamos a María coronada como Reina.
Antífona de entrada Cf. Sal 44, 10
La Reina está de pie, a tu derecha, con un vestido precioso, rodeada de esplendor.
Oración colecta
Padre, que nos diste como Madre y Reina nuestra a la Madre de tu Hijo, concédenos en tu bondad que, sostenidos por su intercesión poderosa, alcancemos la gloria de hijos tuyos en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Te ofrecemos, Señor, nuestros dones, al celebrar la memoria de la santísima Virgen María, y te pedimos que nos ayude la bondad de tu Hijo, que en la cruz se ofreció a sí mismo como víctima inmaculada. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Cf. Lc 1, 45
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.
Oración después de la comunión
Padre, después de recibir el sacramento celestial, te pedimos que quienes celebramos la memoria de la Santísima Virgen María, merezcamos participar del banquete eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Jue 6, 11-24a
Lectura del libro de los Jueces.
El Ángel del Señor fue a sentarse bajo la encina de Ofrá, que pertenecía a Joás de Abiézer. Su hijo Gedeón estaba moliendo trigo en el lagar, para ocultárselo a los madianitas. El Ángel del Señor se le apareció y le dijo: “El Señor está contigo, valiente guerrero”. “Perdón, Señor –le respondió Gedeón–; pero si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Dónde están todas esas maravillas que nos contaron nuestros padres, cuando nos decían: ‘El Señor nos hizo subir de Egipto’? Pero ahora él nos ha desamparado y nos ha entregado en manos de Madián”. El Señor se volvió hacia él y le dijo: “Ve, y con tu fuerza salvarás a Israel del poder de los madianitas. Soy yo el que te envío”. Gedeón le respondió: “Perdón, Señor, pero ¿cómo voy a salvar yo a Israel, si mi clan es el más humilde de Manasés y yo soy el más joven en la casa de mi padre?”. “Yo estaré contigo –le dijo el Señor–, y tú derrotarás a Madián como si fuera un solo hombre”. Entonces Gedeón respondió: “Señor, si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres realmente tú el que está hablando conmigo. Te ruego que no te muevas de aquí hasta que yo regrese. En seguida traeré mi ofrenda y la pondré delante de ti”. El Señor le respondió: “Me quedaré hasta que vuelvas”. Gedeón fue a cocinar un cabrito y preparó unos panes sin levadura con una medida de harina. Luego puso la carne en una canasta y el caldo en una olla; los llevó debajo de la encina y se los presentó. El Ángel del Señor le dijo: “Toma la carne y los panes ácimos, deposítalos sobre esta roca y derrama sobre ellos el caldo”. Así lo hizo Gedeón. Entonces el Ángel del Señor tocó la carne y los panes ácimos con la punta del bastón que llevaba en la mano, y salió de la roca un fuego que los consumió. En seguida el Ángel del Señor desapareció de su vista. Gedeón reconoció entonces que era el Ángel del Señor, y exclamó: “¡Ay de mí, Señor, porque he visto cara a cara al Ángel del Señor!”. Pero el Señor le respondió: “Quédate en paz. No temas, no morirás”. Gedeón erigió allí un altar al Señor y lo llamó: “El Señor es la paz”.
Palabra de Dios.
Comentario
Dios suscita a Gedeón como juez para que libere al pueblo de los opresores. Gedeón es el más joven del clan más pequeño del lugar. Dios quiere manifestarse de esa manera: obrando desde la pequeñez, y, con el símbolo del fuego, da una señal de su presencia.
Salmo 84, 9. 11-14
R. El Señor promete la paz para su pueblo.
Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz, la paz para su pueblo y sus amigos, y para los que se convierten de corazón. R.
El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo. R.
El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.
Aleluya 2Cor 8, 9
Aleluya. Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza. Aleluya.
Evangelio Mt 19, 23-30
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos». Al oír esto, los discípulos, llenos de asombro, decían: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?». Jesús, mirándolos fijamente, dijo: «Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible».
Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?». Jesús les dijo: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros».
Palabra del Señor.
Comentario
El episodio que leímos ayer sobre el joven rico que no pudo desprenderse de sus bienes, nos ayuda a entender la sentencia “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos”. Cuando las cosas materiales se convierten en un lastre y el apego a ellas nos impide compartir con el prójimo y seguir libremente a Jesús, la riqueza hace imposible participar del Reino de Dios, donde todo es libertad y comunión plena.
Oración introductoria
Señor Jesús, sálvame. Creo en Ti. Espero y te amo sobre todas las cosas. Enciende en mi corazón el amor al Padre que está en el cielo y la alegría de ser cristiano. Dame el fuego de tu Santo Espíritu, que ilumine mi mente para desinteresadamente buscarte en esta oración.
Petición
Señor, dame la valentía para vivir con pobreza de espíritu.
Meditación
Hoy contemplamos la reacción que suscitó entre los oyentes el diálogo del joven rico con Jesús: «¿Quién se podrá salvar?» (Mt 19,25). Las palabras del Señor dirigidas al joven rico son manifiestamente duras, pretenden sorprender, despertar nuestras somnolencias. No se trata de palabras aisladas, accidentales en el Evangelio: veinte veces repite este tipo de mensaje. Lo debemos recordar: Jesús advierte contra los obstáculos que suponen las riquezas, para entrar en la vida...
Y, sin embargo, Jesús amó y llamó a hombres ricos, sin exigirles que abandonaran sus responsabilidades. La riqueza en sí misma no es mala, sino su origen si fue injustamente adquirida, o su destino, si se utiliza egoístamente sin tener en cuenta a los más desfavorecidos, si cierra el corazón a los verdaderos valores espirituales (donde no hay necesidad de Dios).
«¿Quién se podrá salvar?». Jesús responde: «Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible» (Mt 19,26). —Señor, Tú conoces bien las habilidades de los hombres para atenuar tu Palabra. Tengo que decírtelo, ¡Señor, ayúdame! Convierte mi corazón.
Si Jesús se ha convertido en nuestra esperanza, comuníquenoslo con nuestro gozo y nuestro compromiso espiritual, apostólico y social. Alcanzados por Cristo, después de haber puesto en Él nuestra fe y de haberle dado nuestra confianza, difundamos esta esperanza a nuestro alrededor. Tomemos opciones que manifiesten nuestra fe; hagamos ver que hemos entendido las insidias de la idolatría del dinero, de los bienes materiales, de la carrera y el éxito, y no nos dejemos atraer por estas falsas ilusiones! No cedamos a la lógica del interés egoísta; por el contrario, cultivemos el amor al prójimo y hagamos el esfuerzo de poneros nosotros mismos, con nuestras capacidades humanas y profesionales al servicio del bien común y de la verdad, siempre dispuestos a dar respuesta "a todo el que os pida razón de nuestra esperanza".
Cuando Jesús nos llama a amar más y nos invita a una entrega más plena y consciente, lo primero que debemos hacer es rechazar el egoísmo de nuestra vida. Es nuestro principal obstáculo y lo que impide que el amor de Dios nos alcance y se difunda a nuestro alrededor. Por ello, nuestra recompensa tendrá la medida de nuestro amor a Dios. Cuanto más generoso sea, mayor será ésta.
No se trata de una opción, de una entrega que podemos alcanzar fácilmente por nosotros mismos. Es una invitación que proviene de Dios, que Él sin duda quiere para cada uno de nosotros aunque también nos pida nuestra colaboración. En esto hemos de confiar, pues es Dios quien nos inspira santos propósitos, Él mismo nos asistirá con su gracia y no nos abandonará nunca.
Propósito
Rezar, continuamente, una jaculatoria que me ayude a combatir el desaliento ante las dificultades, con el entusiasmo de mi fe y y de mi amor a Dios.
Diálogo con Cristo
Jesús, que este encuentro contigo me ayude a concretar mi generosidad. Quiero vivir con esa apertura en todas las circunstancias de mi vida, especialmente en las que requiera un especial desprendimiento de mi propio ser, para ponerme a disposición de las necesidades de los demás, sin buscar recompensas efímeras, sino sólo el cumplir, por amor, tu voluntad.
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