En pocos días se me han dado de baja en algunas actividades parroquiales dos personas. Mejor dicho, Han querido clarificar su presencia en las actividades de la parroquia.
El primero, un joven padre de familia. Casado, dos hijos pequeños. Me cuenta su vida. Trabajan los dos y tienen que sacar adelante a sus dos hijos. Llegan a casa cuando pueden. Los días laborables es llegar a casa y empezar con baños, cenas y acostar a los peques. Aprovechan los sábados para compra, limpieza a fondo, llevar a los niños a alguna actividad y estar con abuelos, primos y tíos, amén de cumpleaños de amiguitos. La mañana de domingo se va en la misa (levanta a los dos, arréglalos, desayuno, vete a misa, compra chuches…). Comida y la tarde se te va sin enterarte porque el lunes es día de colegio.
En resumidas cuentas, me dice él: mira Jorge, yo alguna cosa puedo hacer en la parroquia. Asistimos a un grupo de matrimonios cada dos o tres semanas y ya. Lo que no puede ser es que pretenda alguien que vayamos a misa los domingos, eduquemos cristianamente a los hijos, participemos en el grupo de matrimonios, seamos catequistas, colaboremos en los cursos de novios, formemos parte al menos uno de los dos del consejo parroquial y acudamos a encuentros de arciprestazgo, vicaría y diocesanos. Se acabó. Vendremos a misa, al grupo de siempre y ya.
La otra persona es una mujer, trabaja, familia y voluntaria en Cáritas: Jorge, no puedo más. Tres horas por semana como voluntaria en mi tarea concreta. Añade reuniones del equipo de Cáritas de la parroquia. La misa dominical, la oración ante el Santísimo. Asistencia a la mesa de Cáritas del arciprestazgo una vez al mes. Encuentros de voluntarios de arciprestazgo y de vicaría en navidad y fin de curso. Otras convocatorias diocesanas. Que me forme y vaya al menos alguna vez a cursos de formación de Cáritas. Asistir a encuentros de parroquia, los mercadillos que hacemos, y con un poco de suerte al consejo parroquial y si me descuido al de vicaría. Tengo marido, tengo hijos tengo padres… Colaboro en lo que sea de la parroquia estrictamente y ya. No me pidas más.
Esto es lo que hay. Como sucede, lo cuento, lo voy contando. Al final solo pueden hacer tareas las personas que no tengan otra cosa que hacer.
No acabamos de darnos cuenta de la vida de la gente de nuestro entorno. Lo normal, es que sea gente que trabaja, tiene su familia y muchas complicaciones. Y venimos nosotros, tan listos, y les pedimos formación, grupo de oración, voluntariado, coordinar, coordinar la coordinación, encontrarse tres o cuatro veces al año para verse y estar juntos, asistir a los encuentros diocesanos, participar en los grupos del plan diocesano de evangelización, ir a misa los domingos y, sobre todo, sacar adelante una familia.
Hace años, cuando yo aún estaba en la comunidad de agustinos, una persona me dijo: usted lo tiene facilito. Viene a la parroquia y a inventar y a organizar. Usted no tiene tres hijos que alimentar y educar. Ni unos padres ancianos que quieren ver a sus nietos. Usted no sabe lo que es hacer la compra, guisar, lavar y planchar. Ni tener que ir con los niños al cine, al fútbol, al parque y al cumpleaños de los amiguitos. Por eso convoca y se queja de que no venimos. Piense.
No pensamos. Y la gente se nos quema. Pues sigamos así. Acabaremos con una pastoral en manos de gente mayor, jubilados y aburridos, que son los únicos que pueden ir a tanta reunión. No acabaremos. Ya estamos. Desde luego en mi parroquia la mayor parte de los voluntarios son gente con muchísimo trabajo que apenas sacan un rato para sus compromisos. Pedirles más yo no soy capaz. Debe ser que no soy lo suficientemente primaveral y comunitario. Pues vale.
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