Madrileño despatarre

La señora Carmena dirá lo que quiera, pero cuando alguien se refiere a una situación diciendo que “esto es el despatarre”, no se está refiriendo a mayor o menor abertura de piernas de varón o de mujer, que no se me tache de discriminador a estas alturas, sino a una situación esperpéntica, absurda, rocambolesca: “es que esto ya es el despatarre”.

Despatarre es lo que llevamos contemplando en estos últimos días en las ocurrencias del ayuntamiento de Madrid. A fuer de querer ser modernos y rompedores, nos estamos encontrando con el mayor de los ridículos. Hace un par de días los semáforos más sexistas y estereotipados que yo recuerde. Ya saben: los hombres llevan pelo corto y pantalón, las mujeres falda y coleta. Esto yo creía que lo teníamos superado.

Ahora es una campaña contra una cosa que es el despatarre, pero que dicho en inglés suena a algo propio de la crema de la intelectualidá: “manspreading”, tan culto, que ya viene recogido en el diccionario de Oxford.

Lo del despatarre es algo tan simple como recordar a todos que hay una cosa que antes estaba vigente y se llamaba buena educación, que consiste básicamente en facilitar a los demás llevar una vida amable. Si hablamos del transporte público, por ejemplo, ser educado supone hablar en voz baja a ser posible, no escupir, no andar haciendo ejercicios gimnásticos en las barras de sujeción, sentarse con normalidad… Esas cosas de toda la vida.

Se decidió que la buena educación era cosa de fascistas retrógrados, y hoy en el transporte público, especialmente en el metro, encuentras mozalbetes y mozalbetas llevando a cabo toda clase de ejercicios gimnásticos, con unos cascos a tal volumen que tú también escuchas el último engendro musical, sentados unos encima de otros, saltando… Ni despatarre ni manspreading ni nada. Volvamos a la buena educación.

También me sorprende que se dé por hecho que lo de espatarrarse en una siento sea cosa exclusiva de varón, ya que uno tiene sufridas señoras XL que se sientan con sus piernas bien abiertas y cesta de la compra al lado.

Me da que el problema de fondo sea otro: la obsesión con el machismo y la urgencia de ver supremacía masculina en absolutamente todo. Entidades hay que identifican el masculino despatarre con un signo evidente de machismo y dominación hacia la mujer. En esa dirección va también la tímida pero constante propuesta de prohibir al varón hacer pipí de pie. En nada estará prohibido dejarse barba.

Todas estas cosas que se nos proponen desde un insólito ayuntamiento, se resumen en una sola: seamos educados y respetuosos con todo y con todos. Y ya está. Con eso se acaban el manspreading, la discriminación por orientación sexual, las papeleras rotas, las cacas de perro, los botellones a deshora, la porquería en los parques. Todo.

Pero, ay amigo, nuestros próceres decidieron que la educación es fascista y cosa trasnochada de derechas y a ver quién es el guapo que vuelve a reivindicarla para ser tachado de ultramontano por toda la nueva intelectualidad. Que la gente siga así de maleducada. Eso sí, que no se nos enfaden los grupos LGTB y feministas. Semáforos con señoras de coleta y falda y hombres de pantalón y pelo corto (si los hubiera colocado el PP hubiera ardido el palacio de Cibeles) y campaña contra el masculino despatarre, que, insisto, me hace sentir discriminado, porque señoras de despatarre doy fe de que existen, aunque quizá en menor número. Pero existen. Y con bolsa de la compra. 

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03:31

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