La liturgia diaria meditada - Yo soy el pan de la vida (Jn 6,30-35) 02/04




Martes 02 de Mayo de 2017
San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia
(MO). Blanco.

Atanasio nació en Alejandría y participó del concilio de Nicea, celebrado en el año 325. Una vez nombrado obispo, su gran tarea pastoral fue proclamar la verdadera fe en medio de la herejía arriana que se desarrollaba en su época. Por su celo y constancia en esto fue llamado “padre de la ortodoxia”. Sufrió persecución y fue desterrado. Se conservan sus obras escritas, de gran valor teológico.

Antífona de entrada          Cf. Eclo 15, 5
El Señor lo colmó del espíritu de sabiduría y de inteligencia, y lo revistió de su gloria, para que anunciara su palabra en medio de la Iglesia. Aleluya.

Oración colecta     
Dios todopoderoso y eterno, que hiciste del obispo san Atanasio un defensor preclaro de la divinidad de tu Hijo, te pedimos que, con su doctrina y protección, crezcamos siempre en tu conocimiento y en tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        
Mira, Señor, los dones que te presentamos en la conmemoración de san Atanasio, para que, cuantos conserven la integridad de la fe, alcancen la salvación por el testimonio de la verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        1Cor 3, 11
El fundamento ya está puesto y nadie puede poner otro, porque el fundamento es Jesucristo. Aleluya.

Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, concede que la divinidad de tu Hijo único, que confesamos firmemente con san Atanasio, nos reanime y proteja siempre por la fuerza de este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Hech 7, 51—8, 1a
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
En aquellos días: Esteban decía al pueblo, a los ancianos y a los escribas: “¡Hombres rebeldes, paganos de corazón y cerrados a la verdad! Ustedes siempre resisten al Espíritu Santo y son iguales a sus padres. ¿Hubo algún profeta a quien ellos no persiguieran? Mataron a los que anunciaban la venida del Justo, el mismo que acaba de ser traicionado y asesinado por ustedes, los que recibieron la Ley por intermedio de los ángeles y no la cumplieron”. Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él. Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios. Entonces exclamó: “Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios”. Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los oídos, se precipitaron sobre él como un solo hombre; y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon. Los testigos se quitaron los mantos, con fiándolos a un joven llamado Saulo. Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Después, poniéndose de rodillas, exclamó en alta voz: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado”. Y al decir esto, expiró. Saulo aprobó la muerte de Esteban.
Palabra de Dios.

Comentario
¿Cómo acallar el anuncio del Evangelio? Cuando ya ningún recurso sirve, los enemigos del Reino de Dios recurren a la violencia. Esteban, en cambio, como ya lo ha hecho antes Jesús, permanece manso, no guarda rencor y pide a Dios el perdón para sus verdugos. Esteban se convierte así en el primer mártir, testigo de la fe.

Salmo 30, 3cd-4. 6. 7b. 8a. 17. 21ab
R. ¡Pongo mi vida en tus manos, Señor!

Sé para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo, porque tú eres mi Roca y mi baluarte: por tu Nombre, guíame y condúceme. R.

Yo pongo mi vida en tus manos: Tú me rescatarás, Señor, Dios fiel. Confío en el Señor. ¡Tu amor será mi gozo y mi alegría! R.

¡Que brille tu rostro sobre tu servidor, sálvame por tu misericordia; al amparo de tu rostro ocultas a tus fieles de las intrigas de los hombres! R.

Aleluya        Jn 6, 35ab
Aleluya. “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre”, dice el Señor. Aleluya.

Evangelio     Jn 6, 30-35
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
La gente preguntó a Jesús: “¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: ‘Les dio de comer el pan bajado del cielo’”. Jesús respondió: “Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo”. Ellos le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”. Jesús les respondió: “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed”.
Palabra del Señor.

Comentario
A todos nos conmueve el símbolo de un pan en la mesa; nos habla de reunión, calidez, alimento... Todo eso y mucho más tiene “el pan del cielo”, que nutre para siempre, reúne en comunidad y nos da hoy la plenitud que alcanzaremos en la eternidad. Por eso, digamos también nosotros: “Danos siempre de ese pan”.

Oración introductoria
Dios mío, tengo necesidad del verdadero alimento espiritual. Me doy cuenta que muchas veces he buscado saciar mi hambre con los banquetes que me ofrece este mundo y me he quedado profundamente hambriento. Señor Jesús, Tú has querido quedarte con nosotros en el sacramento de la Eucaristía, porque sabías que necesitaríamos del alimento de tu Cuerpo para poder caminar en nuestra peregrinación por esta vida. Te ofrezco esta meditación por todos aquellos que viven alejados de ti o que no han descubierto el tesoro de la Eucaristía, que es el pan de la vida espiritual.

Petición
Señor, mi alma está hambrienta de ti, te pido que me reconfortes con el pan de la Eucaristía.

Meditación 

Hoy, en las palabras de Jesús podemos constatar la contraposición y la complementariedad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento: el Antiguo es figura del Nuevo y en el Nuevo las promesas hechas por Dios a los padres en el Antiguo llegan a su plenitud. Así, el maná que comieron los israelitas en el desierto no era el auténtico pan del cielo, sino la figura del verdadero pan que Dios, nuestro Padre, nos ha dado en la persona de Jesucristo, a quien ha enviado como Salvador del mundo. Moisés solicitó a Dios, a favor de los israelitas, un alimento material; Jesucristo, en cambio, se da a sí mismo como alimento divino que otorga la vida.

«¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas?» (Jn 6,30), exigen incrédulos e impertinentes los judíos. ¿Les ha parecido poco el signo de la multiplicación de los panes y los peces obrada por Jesús el día anterior? ¿Por qué ayer querían proclamar rey a Jesús y hoy ya no le creen? ¡Qué inconstante es a menudo el corazón humano! Los judíos: sumergidos en una visión materialista, pretendían que alguien les alimentara y solucionara sus problemas, pero no querían creer; eso era todo lo que les interesaba de Jesús. ¿No es ésta la perspectiva de quien desea una religión cómoda, hecha a medida y sin compromiso? 

«Señor, danos siempre de este pan» (Jn 6,34): que estas palabras, pronunciadas por los judíos desde su modo materialista de ver la realidad, sean dichas por mí con la sinceridad que me proporciona la fe; que expresen de verdad un deseo de alimentarme con Jesucristo y de vivir unido a Él para siempre. 

Cristo nos invita a alimentar nuestra alma con la recepción frecuente de la Eucaristía, el Pan que ha bajado del cielo por manos del sacerdote durante la Misa. La recepción de este alimento espiritual no nos puede dejar indiferentes, sino que su acción transformativa que obra en nuestro interior nos debe llevar a invitar a muchas otras personas a nutrirse del pan de la Eucaristía. Esto solo será posible si aprendemos a amar a nuestro prójimo. El testimonio personal de vida cristiana ayudará a que mucha gente quiera acercarse a la Iglesia y, con ello a la recepción de los sacramentos. Por ello la Iglesia invita a todos los cristianos a vivir de la Eucaristía, pues es el único camino posible para la transformación de la sociedad.

Propósito
Buscaré acercarme a recibir la Comunión durante este día, participando en alguna Santa Misa.

Diálogo con Cristo
Jesús, gracias por quedarte conmigo y alimentarme con tu propio Cuerpo. Que la recepción de este Pan de vida, me ayude a convertirme en un verdadero apóstol eucarístico, buscando acercarme con mayor frecuencia a recibirte en la comunión y a dar un mejor testimonio de vida cristiana.

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08:27

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