Sábado 13 de Mayo de 2017
Misa a elección:
Sábado IV de Pascua. Blanco.
Nuestra Señora de Fátima. (ML). Blanco.
A partir del 13 de mayo de 1917, la Virgen María se apareció en seis ocasiones en Fátima (Portugal) a tres pastorcitos: Lucía, Francisco y Jacinta, y les pidió que difundieran el rezo del Rosario para alcanzar la paz del mundo. Fátima es hoy un importante santuario donde concurren los peregrinos a manifestar su devoción al Inmaculado Corazón de María.
Antífona de entrada 1Ped 2, 9
Ustedes son un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de Aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz. Aleluya.
Oración colecta
Dios nuestro, que en la solemnidad pascual renuevas al mundo con tu gracia, acompaña a tu Iglesia en la tierra, para que la fiel observancia del Evangelio nos sirva para la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
O bien: de nuestra Señora de Fátima
Señor Dios, que nos diste a la Madre de tu Hijo como Madre nuestra, concédenos que, perseverando en la penitencia y la oración por la salvación del mundo, colaboremos siempre y eficazmente en la extensión del Reino de Cristo. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Santifica los dones que te presentamos, Señor, y, al aceptar este sacrificio espiritual, conviértenos en ofrenda eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión 1Cor 3, 11
El fundamento ya está puesto y nadie puede poner otro, porque el fundamento es Jesucristo. Aleluya.
Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, concede que la divinidad de tu Hijo único, que confesamos firmemente con san Atanasio, nos reanime y proteja siempre por la fuerza de este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Hech 13, 44-52
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
Cuando Pablo llegó a Antioquía de Pisidia, casi toda la ciudad se reunió el sábado siguiente para escuchar la Palabra del Señor. Al ver esa multitud, los judíos se llenaron de envidia y con injurias contradecían las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé, con gran firmeza, dijeron: “A ustedes debíamos anunciar en primer lugar la Palabra del Señor, pero ya que la rechazan y no se consideran dignos de la Vida eterna, nos dirigimos ahora a los paganos. Así nos ha ordenado el Señor: ‘Yo te he establecido para ser la luz de las naciones, para llevar la salvación hasta los confines de la tierra’”. Al oír esto, los paganos, llenos de alegría, alabaron la Palabra del Señor, y todos los que estaban destinados a la Vida eterna abrazaron la fe. Así la Palabra del Señor se iba extendiendo por toda la región. Pero los judíos instigaron a unas mujeres piadosas que pertenecían a la aristocracia y a los principales de la ciudad, provocando una persecución contra Pablo y Bernabé, y los echaron de su territorio. Estos, sacudiendo el polvo de sus pies en señal de protesta contra ellos, se dirigieron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
Comentario
Siempre encontraremos personas que rechacen la Buena Noticia. Le pasó a Jesús, les pasó a los Apóstoles, y nos pasará también a nosotros. Ese rechazo se vuelve a la vez un impulso para salir de las fronteras conocidas, para animarnos a llegar a las personas más alejadas y a las que tal vez consideramos que no están preparadas para recibir el mensaje. Sin embargo, muchas veces, esos mismos que parecen distantes son los que mejor reciben la Buena Noticia.
Salmo 97, 1-4
R. ¡Contemplen el triunfo de nuestro Dios!
Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas: Su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.
El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: Se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.
Aleluya Jn 8, 31b-32
Aleluya. “Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos y conocerán la verdad”, dice el Señor. Aleluya.
Evangelio Jn 14, 7-14
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”. Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Jesús le respondió: “Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: El Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré”.
Palabra del Señor.
Comentario
¿Qué imagen tiene Dios? El rostro de Jesús. Nuestro conocimiento de Dios será siempre en esta tierra incompleto e imperfecto. A pesar de ello, mirar a Jesús es el camino más directo para conocer a Dios.
Oración introductoria
Señor, quiero ponerme en tu presencia, quiero darte este espacio de mi vida. Yo sé que es poco lo que te doy, pero quiero dedicártelo con toda la intensidad y amor de mi corazón. En tus manos pongo mi vida y la de todos aquellos que más quiero, especialmente los que estén pasando por algún momento particular. Así sea.
Petición
Señor, que pueda ver tu rostro, a través de la oración.
Meditación
Hoy, estamos invitados a reconocer en Jesús al Padre que se nos revela. Felipe expresa una intuición muy justa: «Muéstranos al Padre y nos basta» (Jn 14,8). Ver al Padre es descubrir a Dios como origen, como vida que brota, como generosidad, como don que constantemente renueva cada cosa. ¿Qué más necesitamos? Procedemos de Dios, y cada hombre, aunque no sea consciente, lleva el profundo deseo de volver a Dios, de reencontrar la casa paterna y permanecer allí para siempre. Allí se encuentran todos los bienes que podamos desear: la vida, la luz, el amor, la paz… San Ignacio de Antioquía, que fue mártir al principio del siglo segundo, decía: «Hay en mí un agua viva que murmura y dice dentro de mí: ‘¡Ven al Padre!’».
Jesús nos hace entrever la tan profunda intimidad recíproca que existe entre Él y el Padre. «Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Jn 14,11). Lo que Jesús dice y hace encuentra su fuente en el Padre, y el Padre se expresa plenamente en Jesús. Todo lo que el Padre desea decirnos se encuentra en las palabras y los actos del Hijo. Todo lo que Él quiere cumplir a favor nuestro lo cumple por su Hijo. Creer en el Hijo nos permite tener «acceso al Padre» (Ef 2,18).
La fe humilde y fiel en Jesús, la elección de seguirle y obedecerle día tras día, nos pone en contacto misterioso pero real con el mismo misterio de Dios, y nos hace beneficiarios de todas las riquezas de su benevolencia y misericordia. Esta fe permite al Padre llevar adelante, a través de nosotros, la obra de la gracia que empezó en su Hijo: «El que crea en mí, hará él también las obras que yo hago» (Jn 14,12)..
Hay tres elementos fundamentales de la vida del apóstol Felipe que nos deben llevar a la acción: 1) dejarnos conquistar por Jesús, 2) estar con él y 3) invitar a otros a compartir esta compañía indispensable. La reflexión podría versar sobre esto: ¿Qué tanto me he dejado conquistar por Cristo? ¿Le estoy dando a Cristo algún espacio en mi vida? ¿Busco momentos para encontrarme con Cristo o sólo acudo a él en los momentos de dificultad?
El invitar a otros a compartir la experiencia de Cristo es el verdadero apostolado, es el compromiso que brota espontáneamente del cristiano que conoce, ama e imita a Cristo.
Propósito
Dedicar algún momento de mi día para leer algún pasaje del Nuevo Testamento buscando conocer más a Cristo.
Diálogo con Cristo
Jesucristo, gracias por permitirme encontrarme contigo. Gracias por enseñarme que mi vida sólo tiene sentido contigo. Tú nos dijiste que harías cualquier cosa que pidiéramos en tu nombre, y yo quiero pedirte tan sólo que aumentes mi fe para que, creyendo más en ti, pueda confiar más en ti y, así, pueda amarte más. Amén.
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