Hematoma, quiero decir, para que nadie se llame a engaño, que aquí los hay que a la primera quieren ver lo que no hay y sacar conclusiones jamás pensadas.
Pues eso, que me están saliendo dos hematomas, uno al costado derecho y otro al izquierdo, consecuencia de los codazos de los compañeros que, ante cualquier noticia, comentario, barrunto o posibilidad, me sueltan el codazo en salva sea la parte, el ijar más próximo, mientras me hacen la archiconocida sugerencia de “podías escribir algo de esto”.
La conversación suele ir por estos derroteros:
- Podías escribir algo de esto.
- ¿Y por qué no lo escribes tú?
- Porque no tengo blog.
- No es problema. Te lo publico en el mío. Con tu firma, eso sí.
- Ya… Es que yo no sé escribir muy bien, mejor tú…
Luego hay otro codazo de complicidad:
- Que sepas que te leo todos los días, que adelante, que muchos estamos de acuerdo contigo.
- ¿Y por qué no dejas un comentario con tu nombre diciéndolo?
- Es que no sé cómo se hace.
- Es facilito yo te enseño. Ahora mismo…
- No, si es igual, pero que sepas que me gusta lo que escribes.
Así que en este preciso instante adornan mis ijares, ambos dos, unos hermosos moratones fruto del cariño de mis compañeros curas, que no vacilan en ofrecerme sugerencias para el blog ni escatiman elogios ante lo escrito. Pero jamás con el nombre. Codazo y por lo bajinis. Somos así. Mejor que lo diga Jorge que tiene más gracia y de paso, si se pierde algún puntapié, que sea en su trasero.
Cosas de la condición humana. Y el caso es que hablas con unos y con otros y nadie tiene miedo a nada, ni se dejan vencer por el qué dirán ni les importa un bledo decir lo que sea necesario. Pero una cosa es la teoría, y otra muy diferente llevar las cosas a la práctica y más si es en papel. Así que al final todo va a engrosar los hematomas colaterales de un servidor, sin descartar el puntapié.
Tendré que preguntar por el nombre de algún santo que se dedique a estas cosas e implorar su protección.
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