Hay ciertas noticias sobre ciertos eclesiásticos que son para echarse a llorar. Lo triste es comprobar que son ciertas. De verdad que uno intenta cubrir las vergüenzas ajenas, pero hay momentos en que realmente uno no sabe qué decir. No me estoy refiriendo a ningún escándalo de sexo. Lo que verdaderamente me entristece es cuando los que tienen el deber de cuidar a la Iglesia no lo hacen. Cuando los puestos como guardianes no custodian la viña. Los periodistas tienen que cumplir su función. Nunca acusaré a un profesional por dar la noticia que tiene que dar. Pero lo mismo que hay profesionales del periodismo, hay (o debería haber) profesionales en la labor de custodiar la Iglesia.
Mi blog, desde luego, no es de periodismo. Pero es que ayer la cantidad de noticias impresionantemente negativas, objetivamente verificables, fue abrumadora. Y en un solo día. Es mejor no repetirlas, porque llenan de tristeza a los que amamos a la Iglesia. Pero está claro que alguien debería dar cuentas ante alguien.
Lo que está claro es que detrás de todo esto no hay maldad, sólo ineptitud. Ineptitud en el que promovió a alguien para un cargo, en el que ostenta el cargo y en los que mantienen el estado de cosas. La Iglesia debe ser reformada. Pero no por los que han creado el problema y son parte del problema. Se necesita meter masivamente dentro del sistema almas completamente nuevas, limpias y espirituales.
Tú y yo nada podemos hacer salvo rezar por la Iglesia y hacer lo mejor posible nuestro trabajo día a día.
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