Hoy ha venido a comer a casa una persona a la que quiero mucho de mi última parroquia. Cuando ha llegado y nos sentábamos a la mesa he tenido una ocurrencia que la he dicho al momento, tal cual me ha venido a la mente:
Cuando tu madre viuda se casa en segundas nupcias, su marido se transforma para el hijo en el suegro. Técnicamente, no lo es; pero de hecho, lo es.
Y cuando esperaba que todos iban a desternillarse de risa se ha provocado en la mesa un silencio impresionante. He mirado al marido de mi madre con la esperanza de un chistecito de esos que rompen toda la tensión. Pero sólo he obtenido de él sólo una sonrisita… que prefiero no describir.
La situación ha sido tal que he estado a punto tragarme un polvorón sin agua.
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