26 de diciembre. Octava de Navidad. S. Esteban.

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Se acabó la poesía de la Navidad. Después de celebrar el nacimiento del Hijo de Dios como hermano nuestro, nos encontramos con el martirio del joven Esteban. Y es que ese Niño que ha nacido en Belén es el mismo que más tarde por fidelidad a su misión, entregará su vida en la Cruz para salvar a la humanidad. Jesús será el primer mártir, testigo del amor de Dios. Esteban será luego el primero entre sus seguidores que le imite en el martirio.

1. Esteban es un diácono que la comunidad ha nombrado, junto con otros seis, para cuidar de los aspectos más organizativos y benéficos de su vida. Es de cultura griega. Habla muy bien, se enfrenta con los judíos y les denuncia por su infidelidad: no han sabido reconocer al Mesías que cumple todas las esperanzas del A.T., Jesús de Nazaret. El suyo es un discurso provocativo, que supone la ruptura entre el Israel que no ha querido aceptar a Jesús y el Israel que sí le reconoce como Mesías e Hijo de Dios. Sobre todo se escandalizan cuando Esteban afirma que ve a Jesús de pie a la derecha de Dios.

Esto es lo que le lleva a la muerte. Era muy incómodo su mensaje para los que acababan de deshacerse de Jesús. Le apedrearon hasta la muerte.

El joven Esteban es un buen imitador de Cristo Jesús. Es «diácono», o sea, servidor de la comunidad, como se definía a sí mismo Jesús: he venido a servir y a dar mi vida por todos. Es mártir, o sea, testigo, hasta la muerte: Jesús fue el primero que dio testimonio de la verdad hasta las últimas consecuencias. A Esteban le acusaron, como a Jesús, de blasfemia contra la ley y el Templo. Le ajusticiaron fuera de la ciudad, como a Jesús, y murió perdonando a sus verdugos, como Cristo en la Cruz.

Celebramos el martirio de Esteban. Pero para la Iglesia el día de la muerte de un santo es el «dies natalis», el día de su verdadero nacimiento. No andamos lejos de la fiesta de ayer.

Ahora se trata del nacimiento de Esteban a su vida gloriosa, ya en comunión perfecta con Cristo Jesús.

2. Cristo anuncia a sus seguidores que les llevarán a los tribunales. Les perseguirán. Creerán que hacen un acto de culto a Dios eliminándolos. Pero no tienen que temer: el Espíritu es el que les inspirará lo que deben decir.

Esta página fue escrita cuando ya la comunidad tenía la amarga experiencia de las detenciones y los martirios, por ejemplo de Santiago. Pero la persecución la experimentaron todos: Pedro, los apóstoles, Pablo en sus varios viajes. Y el primero, Esteban. También aquí la Navidad apunta a la Pascua, con su gran decisión de entrega y de cruz, para Cristo y para sus seguidores.

3. a) Las consecuencias de la Navidad son inesperadas. De la alegría de Belén y del Dios-con-nosotros pasamos a la seriedad del testimonio de vida por coherencia con la fe. Navidad es algo más que la ternura del Niño entre pajas, acompañado por María y José y el canto de los ángeles. Creer en Jesús y seguirle comporta decisiones y tomas de postura: es signo de contradicción. Jesús lo había anunciado: sus seguidores serán perseguidos.

b) Esteban es el primero que ha dado testimonio hasta la muerte. A lo largo de la historia, cuántos cristianos han seguido a Cristo en medio de la persecución y las dificultades. Su respuesta ante las dificultades ha sido perseverar dando testimonio de Jesús y de su evangelio hasta la muerte. Que es el testimonio más creíble.

Hay martirios breves e intensos, como el de Esteban. Hay martirios largos: el testimonio y las dificultades de cada día, a lo largo de años. Tal vez éste es el nuestro. Y hoy se nos invita a no cansarnos de este amor y de esta fidelidad.

c) ¿Damos nosotros, en nuestra vida, un testimonio así de creíble para los que nos rodean? ¿o nos echamos atrás por cualquier esfuerzo que nos suponga la fe en Cristo?

Cuando surgen estas dificultades en nuestro camino de seguimiento de Cristo, ¿hacemos nuestras las palabras de confianza del salmo: «A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu», que Esteban hizo propias: «Señor Jesús, recibe mi espíritu»?

d) ¿Sabemos hacer nuestras sus últimas palabras de perdón? El ejemplo de Esteban que, a imitación del mismo Cristo, muere perdonando, es una lección para nosotros. A nosotros no nos están apedreando físicamente. Pero al cabo de la vida tenemos mil ocasiones para perdonar a nuestros hermanos. Como hemos pedido en la oración del día: «concédenos la gracia de imitar a tu mártir san Esteban, que oró por los verdugos que le daban tormento, para que nosotros aprendamos a amar a nuestros enemigos».

No dejemos, a pesar de todo, de sentir durante esta octava, hasta el próximo domingo la alegría de hoy: ¡Hoy nos ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor!

Foto 24.XII.2016. Colegio Medalla Milagrosa, Lanús.

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