La liturgia diaria meditada - Profecía de Zacarías, padre de Juan (Lc 1, 67-79) 24/12



Sábado 24 de Diciembre de 2016
De la feria, día 24
Morado.

(Termina el Tiempo de Adviento. Empieza el Tiempo de Navidad).

MISA DEL DIA 24

Antífona de entrada         cf. Gál 4, 4
Ya se cumplió el tiempo establecido, en el que Dios envió a su Hijo a la tierra.

Oración colecta    
Señor Jesús, apresúrate y no tardes, para que tu venida consuele y anime a quienes confiamos en tu bondad. Tú, que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, y eres Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Acepta con bondad, Padre, los dones que te ofrecemos; haz que, al recibirlos, nos libren de nuestros pecados y podamos esperar con alma limpia la gloriosa venida de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Antífona de comunión       Lc 1, 68
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.

Oración después de la comunión

Renovados por esta eucaristía, te pedimos, Padre, que así como preparamos la fiesta del admirable nacimiento de tu Hijo, también podamos recibir con alegría la abundancia de sus dones eternos. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

MISA DE LA NOCHE DE NAVIDAD

Antífona de entrada         Sal 2, 7
El Señor me ha dicho: “Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy”.

O bien:        

Alegrémonos todos en el Señor, porque ha nacido nuestro Salvador. Hoy descendió del cielo para nosotros la paz verdadera.

Oración colecta    
Dios nuestro, que has iluminado esta santísima noche con la claridad de Cristo, luz verdadera, concédenos que, después de haber conocido en la tierra los misterios de esa luz, podamos también gozar de ella en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Padre, recibe nuestra ofrenda en esta fiesta, para que, por este sagrado intercambio, lleguemos a ser semejantes a aquel que unió a ti nuestra humanidad, Jesucristo nuestro Señor. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Antífona de comunión       cf. Jn 1, 14
La Palabra se hizo carne, y nosotros hemos visto su gloria.

Oración después de la comunión

Señor y Dios nuestro, llenos de alegría hemos celebrado el nacimiento de nuestro Redentor; concédenos la gracia de una vida santa y llegar así a la perfecta comunión con él. Que vive y reina por los siglos de los siglos.


Lectura        2Sam 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16
Lectura del segundo libro de Samuel.
Cuando David se estableció en su casa y el Señor le dio paz, librándolo de todos sus enemigos de alrededor, el rey dijo al profeta Natán: “Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios está en una tienda de campaña”. Natán respondió al rey: “Ve a hacer todo lo que tienes pensado, porque el Señor está contigo”. Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos: “Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que Yo la habite? Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel. Estuve contigo dondequiera que fuiste y exterminé a todos tus enemigos delante de ti. Yo haré que tu nombre sea tan grande como el de los grandes de la tierra. Fijaré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que tenga allí su morada. Ya no será perturbado, ni los malhechores seguirán oprimiéndolo como lo hacían antes, desde el día en que establecí Jueces sobre mi pueblo Israel. Yo te he dado paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él mismo te hará una casa. Sí, cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, Yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza. Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y tu trono será estable para siempre”.
Palabra de Dios.

Comentario
El texto hace un juego de palabras con el término "casa". David quiere construir para Dios una casa de material. En cambio, Dios quiere construir para David una casa real, una familia de reyes. De esa casa nacerá Jesús.

Sal 88, 2-5. 27. 29
R. ¡Cantaré eternamente tu misericordia, Señor!

Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones. Porque tú has dicho: “Mi amor se mantendrá eternamente, mi fidelidad está afianzada en el cielo”. R.

Yo sellé una Alianza con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: “Estableceré tu descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones”. R.

Él me dirá: “Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora”. Le aseguraré mi amor eternamente, y mi Alianza será estable para él. R.

Aleluya       
Aleluya. Sol naciente, resplandor de la luz eterna, Sol de justicia, ven a iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte. Aleluya.

Evangelio     Lc 1, 67- 79
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno del Espíritu Santo y dijo proféticamente: “Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo, y nos ha dado un poderoso Salvador en la casa de David, su servidor, como lo había anunciado mucho tiempo antes por boca de sus santos profetas, para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian. Así tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa Alianza, del juramento que hizo a nuestro padre Abraham de concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de los enemigos, lo sirvamos en santidad y justicia bajo su mirada, durante toda nuestra vida. Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados; gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del Sol naciente, para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz”.
Palabra del Señor.

Comentario
En su canto, Zacarías nos dice en qué consiste la misericordia de Dios: "tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa alianza". Nosotros somos a veces de memoria frágil y olvidamos nuestra alianza con Dios al buscar otras fortalezas. Pero Dios se acuerda siempre de su alianza, y en eso se basa su misericordia. Él no se olvida de nosotros.


MISA DE LA NOCHE DE NAVIDAD

1ª Lectura    Is 9, 1-6
Lectura del libro de Isaías.
El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz. Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín. Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián. Porque las botas usadas en la refriega y las túnicas manchadas de sangre, serán presa de las llamas, pasto del fuego. Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: “Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, príncipe de la paz”. Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.
Palabra de Dios.

Comentario
¿Cómo camina nuestro pueblo? ¿Qué oscuridades lo cubren, qué opresiones pesan sobre él? Renovemos hoy el compromiso de caminar con nuestro pueblo, anunciando en nuestro contexto histórico y geográfico concreto, la Buena Noticia del Salvador.

Sal 95, 1-3. 11-13
R. Hoy nos ha nacido un salvador: el Mesías, el Señor.

Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su nombre. R.

Día tras día, proclamen su victoria, anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos. R.

Alégrese el cielo y exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que hay en él; regocíjese el campo con todos sus frutos, griten de gozo los árboles del bosque. R.

Griten de gozo delante del Señor, porque él viene a gobernar la tierra: él gobernará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad. R.

2ª Lectura    Tit 2, 11-14
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito.
La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y salvador, Cristo Jesús. Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
Palabra de Dios.

Comentario
Jesucristo ha venido para formar un pueblo “lleno de celo” en la práctica del bien. Es decir un pueblo fervoroso, que se apasiona por el Evangelio, que siente que su corazón se enciende ante la presencia de Dios, y quiere contagiar ese fuego a todos.

Aleluya        Lc 2, 10-11
Aleluya. Les traigo una buena noticia, una gran alegría: hoy les ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor. Aleluya.

Evangelio     Lc 2, 1-14
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque donde se alojaban no había lugar para ellos. En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el ángel les dijo: “No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Y junto con el ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados por él!”.
Palabra del Señor.

Comentario

“Viniendo a Belén, el pueblito de Cristo, ¿Con qué palabras, con qué expresiones podremos describir el pesebre del Salvador? Mejor será venerarlo en silencio que ensalzarlo con un pobre discurso. Aquí, en este pequeño agujero de la tierra, nació el Creador de los Cielos. Aquí fue envuelto en pañales, aquí fue contemplado por los pastores, aquí lo señaló la estrella, aquí fue adorado por los magos. ¿Dónde están los artesonados de oro? Todo es aquí rusticidad. Volvamos al pesebre; aquí cantaremos continuamente, aquí oraremos y diremos: He hallado al que buscaba mi alma” (Santa Paula, carta 46).


Oración introductoria
Gracias, Jesús, por venir a nacer entre nosotros. Este día, más que pedirte, quiero agradecerte por cumplir lo que habías prometido desde antiguo. Gracias por venir a quedarte con nosotros, gracias por mostrarnos tu misericordia. Ilumínanos y sácanos de las tinieblas en que vivimos, para que descubramos el camino de la paz. Y permítenos vivir sin temor, en santidad y justicia en tu presencia.

Petición
Señor, qué gran don nos has hecho con tu venida. Dispón nuestro corazón para recibirte como es debido y Tú que decidiste nacer en una cueva, acepta el cálido rincón de nuestro corazón.

Meditación 

Hoy, el Evangelio recoge el canto de alabanza de Zacarías después del nacimiento de su hijo. En su primera parte, el padre de Juan da gracias a Dios, y en la segunda sus ojos miran hacia el futuro. Todo él rezuma alegría y esperanza al reconocer la acción salvadora de Dios con Israel, que culmina en la venida del mismo Dios encarnado, preparada por el hijo de Zacarías.

Ya sabemos que Zacarías había sido castigado por Dios a causa de su incredulidad. Pero ahora, cuando la acción divina es del todo manifiesta en su propia carne —pues recupera el habla— exclama aquello que hasta entonces no podía decir si no era con el corazón; y bien cierto que lo decía: «Bendito el Señor Dios de Israel...» (Lc 1,68). ¡Cuántas veces vemos oscuras las cosas, negativas, de manera pesimista! Si tuviésemos la visión sobrenatural de los hechos que muestra Zacarías en el Canto del Benedictus, viviríamos con alegría y esperanza de una manera estable.

«El Señor ya está cerca; el Señor ya está aquí». El padre del precursor es consciente de que la venida del Mesías es, sobre todo, luz. Una luz que ilumina a los que viven en la oscuridad, bajo las sombras de la muerte, es decir, ¡a nosotros! ¡Ojalá que nos demos cuenta con plena conciencia de que el Niño Jesús viene a iluminar nuestras vidas, viene a guiarnos, a señalarnos por dónde hemos de andar...! ¡Ojalá que nos dejáramos guiar por sus ilusiones, por aquellas esperanzas que pone en nosotros!

Jesús es el “Señor” (cf. Lc 1,68.76), pero también es el “Salvador” (cf. Lc 1,69). Estas dos confesiones (atribuciones) que Zacarías hace a Dios, tan cercanas a la noche de la Navidad, siempre me han sorprendido, porque son precisamente las mismas que el Ángel del Señor asignará a Jesús en su anuncio a los pastores y que podremos escuchar con emoción esta misma noche en la Misa de Nochebuena. ¡Y es que quien nace es Dios!

Hoy como hace más de dos mil años, Cristo viene a nacer a nuestro corazón. Él, como dice el evangelio, cumple su promesa, mostrándonos su misericordia, para sacarnos de las tinieblas en que vivimos y guiarnos por el camino de la paz. Él viene para ser luz y para dar paz. Él es la estrella que brilla en medio de la oscuridad de nuestro caminar por esta vida. Pero para encontrar esa luz, debemos apagar todo lo que nos impide ver la estrella de Belén que nos guía a Él. Y para encontrar esa paz, debemos salir del barullo y ruido de la ciudad, para encontrarlo en una cueva. 

La Navidad es un tiempo de amor, gozo y paz. Pero no debemos perder de vista que la gran alegría, noticia y don, es que Dios se hizo hombre por nosotros. En esta Navidad, recordemos al Recién Nacido y con los pastores, ofrezcámosle lo mejor que tenemos.

Propósito
Me prepararé para recibir con un corazón limpio a Nuestro Señor y le agradeceré que venga a quedarse conmigo.

Diálogo con Cristo


Jesús, esta noche vamos a contemplar tu cuerpecito envuelto en pañales y buscando calor. Déjame esta Navidad, ofrecerte un corazón caliente, amoroso, que te proteja del frío de la noche. Gracias por hacerte uno como nosotros; permítenos esta noche a nosotros hacernos como Tú: niños, que aprendamos a ver en todo el amor de tu Padre, incluso en el frío y soledad de la noche, como tu primera noche hecho hombre. Esta noche, sí queremos estar junto a ti y deseamos que esta vez sí seas Tú el centro de la fiesta.

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17:45

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