Si quieres ser feliz, no caigas en el error de pensar que las cosas serán diferentes si consigues más, ganas más o eres más. Buscar la felicidad ahí es como beber agua salada, cuanta más bebes más sed tienes.
Cuando Andre Agassi llegó a número uno de mundo en tenis dijo "pensé que cuando llegase al top mundial alcanzaría la plenitud, sin embargo al conseguirlo me quedé vacío y empecé a caer en picado". Muchos profesionales comenten el gigantesco error de confundir "lo que son" con "quienes son". Se identifican con el rol que tienen en el mundo y se agarran a él creyendo que esa es su verdadera identidad. Viven temerosos de perder ese rol y cuando lo pierden, se desesperan.
De la misma manera, juzgan a los demás por el rol que tienen y por quienes son. Tratan de forma diferente al taxista y a la secretaria que a su jefe y al presidente de su empresa, pensando erróneamente que son inferiores o superiores en función de su cargo.
No sólo eso, piensan que ellos mismos valen más cuando ascienden y menos cuando pierden su trabajo. Viven por tanto angustiados. La realidad es que tu valor es constante y no sube ni baja. Tu valor viene de quien eres, no de lo que eres.
Cuando confundes tu identidad y la de los demás con lo que eres o ellos son, tomas decisiones equivocadas y tratas a los demás de manera equivocada.
No busques tu identidad en algo que te pueden arrebatar en cualquier momento. Tu verdadera identidad viene de que eres hijo de Dios y no eres ni más ni menos que nadie, pues los demás también lo son. Si lo que buscas es el éxito, dejas tu felicidad fuera de tu control. Si buscas servir, controlas y garantizas tu felicidad porque la felicidad sólo la encuentras cuando te das a los demás.
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