La liturgia diaria meditada - Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca (Mt 3, 1-12) 04/12


Domingo 04 de Diciembre de 2016
2° Domingo de Adviento
Morado.

Martirologio Romano: San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia, célebre por su santidad y por su doctrina, que luchó valerosamente de palabra y por escrito contra el emperador León Isáurico para defender el culto de las sagradas imágenes, y hecho monje en la laura de San Sabas, cerca de Jerusalén, compuso himnos sagrados y allí murió. Su cuerpo fue enterrado en este día (+749 dC). 

Antífona de entrada         cf. Is 30, 19. 30
Pueblo de Sión, el Señor vendrá para salvar a las naciones. Él hará oír su voz majestuosa, y llenará de alegría sus corazones.

No se dice Gloria.

Oración colecta    
Dios todopoderoso y rico en misericordia, que nuestras ocupaciones cotidianas no nos impidan acudir presurosos al encuentro de tu Hijo, para que, guiados por tu sabiduría divina, podamos gozar siempre de su compañía. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Te pedimos, Dios nuestro, que te agraden nuestras humildes oraciones y ofrendas, y ya que carecemos de méritos propios, socórrenos con tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión       Bar 5, 5; 4, 36
Levántate, Jerusalén, sube a lo alto, y contempla la alegría que te viene de Dios.

Oración después de la comunión
Saciados con el alimento espiritual, te rogamos, Padre, que por la participación en este santo misterio, nos enseñes a valorar sabiamente las realidades terrenas con el corazón puesto en las celestiales. Por Jesucristo, nuestro Señor.

1ª Lectura    Is 11, 1-10
Lectura del libro de Isaías.
Saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor –y lo inspirará el temor del Señor–. Él no juzgará según las apariencias ni decidirá por lo que oiga decir: juzgará con justicia a los débiles y decidirá con rectitud para los pobres del país; herirá al violento con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios hará morir al malvado. La justicia ceñirá su cintura y la fidelidad ceñirá sus caderas. El lobo habitará con el cordero y el leopardo se recostará junto al cabrito; el ternero y el cachorro de león pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá; la vaca y la osa vivirán en compañía, sus crías se recostarán juntas, y el león comerá paja lo mismo que el buey. El niño de pecho jugará sobre el agujero de la cobra, y en la cueva de la víbora meterá la mano el niño apenas destetado. No se hará daño ni estragos en toda mi Montaña santa, porque el conocimiento del Señor llenará la tierra como las aguas cubren el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erigirá como estandarte para los pueblos: las naciones la buscarán y la gloria será su morada.
Palabra de Dios.

Comentario
Las esperanzas de los hombres son también la esperanza de Dios. Ver a sus hijos unidos ha sido y es su deseo, y hacerlo realidad sin dudas es nuestra tarea, remediando las divisiones que nosotros mismos generamos.

Sal 71, 1-2. 7-8. 12-13. 17
R. Que en sus días florezca la justicia.

O bien: 

R. ¡Ven, Señor, rey de justicia y de paz!

Concede, Señor, tu justicia al rey y tu rectitud al descendiente de reyes, para que gobierne a tu pueblo con justicia y a tus pobres con rectitud. R.

Que en sus días florezca la justicia y abunde la paz, mientras dure la luna; que domine de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra. R.

Porque él librará al pobre que suplica y al humilde que está desamparado. Tendrá compasión del débil y del pobre, y salvará la vida de los indigentes. R.

Que perdure su nombre para siempre y su linaje permanezca como el sol; que él sea la bendición de todos los pueblos y todas las naciones lo proclamen feliz. R.

2ª Lectura    Rom 15, 4-9
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Todo lo que ha sido escrito en el pasado, ha sido escrito para nuestra instrucción, a fin de que por la constancia y el consuelo que dan las Escrituras, mantengamos la esperanza. Que el Dios de la constancia y del consuelo les conceda tener los mismos sentimientos unos hacia otros, a ejemplo de Cristo Jesús, para que, con un solo corazón y una sola voz, glorifiquen a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Sean mutuamente acogedores, como Cristo los acogió a ustedes para la gloria de Dios. Porque les aseguro que Cristo se hizo servidor de los judíos para confirmar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas que él había hecho a nuestros padres, y para que los paganos glorifiquen a Dios por su misericordia. Así lo enseña la Escritura cuando dice: “Yo te alabaré en medio de las naciones, Señor, y cantaré en honor de tu nombre”.
Palabra de Dios.

Comentario
“Al anunciar la Buena Noticia a Israel, Cristo probó la fidelidad de Dios, mientras que la conversión de los paganos proclama su misericordia”.

Aleluya        Lc 3, 4. 6
Aleluya. Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Todos los hombres verán la Salvación de Dios. Aleluya.

Evangelio     Mt 3, 1-12
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”. A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: “Una voz grita en el desierto: ‘Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos’”. Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. La gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro, y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados. Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan les dijo: “Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca? Produzcan el fruto de una sincera conversión, y no se contenten con decir: ‘Tenemos por padre a Abraham’. Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham. El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto, será cortado y arrojado al fuego. Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí, es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible”.
Palabra del Señor.

Comentario
Juan se presenta con una predicación profética que no busca quedar bien con nadie. Es capaz de arriesgarse porque el Reino ya está cerca. Todos pueden entrar en el Reino, todos están llamados.

Oración introductoria 
Señor, sabes que no soy el mejor, conoces toda mi miseria, pero por esto mismo vengo ante ti con la confianza de que me escucharás y me enseñarás el camino. Señor, ayúdame a creer. Quiero confiar plenamente en ti. Dame la gracia de esperarlo todo de ti y en ti. Enséñame a amar a los demás, para mostrarte el amor que te tengo. 

Petición 
Señor, que me dé cuenta del amor que me tienes y que me has mostrado al hacerte como uno de nosotros. 

Meditación 

1.- Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: “convertíos, porque está cerca el Reino de los Cielos”. Las palabras de Juan Bautista, predicando la conversión, siguen teniendo hoy valor total para todos nosotros. Porque todos los nacidos de mujer nacemos empecatados, es decir, con unas tendencias innatas al pecado. Educar a un niño, desde su más tierna infancia, es eso: enseñarle a apartarse del pecado y a tender al bien, es decir, a convertirse. El egoísmo y el afán incontenible de placer material hacen del niño un ser totalmente preocupado únicamente de sí mismo. La conversión del niño a la generosidad hacia el prójimo y hacia el bien moral es un proceso de conversión lento, continuado e imprescindible. Y de mayores seguimos más o menos igual, quiero decir, con una necesidad diaria de reflexión y de esfuerzo moral para vencer las tendencias que nos incitan al mal y para adquirir las virtudes que nos permiten hacer el bien. No hace falta ser un pecador manifiesto, o vivir en el error total, para estar necesitado de conversión. Hasta los más grandes santos vivían continuamente preocupados y atentos a su conversión personal, para estar cada día, cada momento, un poco más cerca de la virtud y del bien, es decir, de Dios. En este segundo domingo de Adviento hagamos cada uno de nosotros un propósito sincero de conversión.

2.- Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Juan Bautista sabía muy bien que él era sólo el precursor, el que venía a preparar el camino al Señor Jesús. A esto aspiramos nosotros en Adviento: a llenarnos del Espíritu Santo, a vivir como bautizados en el Espíritu del Señor Jesús. Este Espíritu Santo del Señor Jesús es el que nos describe, en la primera lectura, el profeta Isaías.

3.- Sobre él se posará el Espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de prudencia y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor… La justicia será el cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Naturalmente que estas palabras del profeta Isaías son palabras utópicas, en el sentido literal de esta palabra, porque nunca se han realizado, ni se realizarán en ningún sitio de esta tierra, mientras el hombre sea lo es hoy: hombre pecador. Pero el mensaje que nos mandan estas palabras de la profecía sí es real y posible: que nos esforcemos todos en construir un camino hacia una fraternidad universal de toda la humanidad entre sí y de la humanidad con la naturaleza en la que vivimos y de la somos huéspedes temporales. Esto es lo que hizo Jesús de Nazaret, que quiere ser nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida. Jesús mientras vivió en esta tierra luchó, empeñando en esta lucha su propia vida, por una fraternidad universal, amando a todos: a ricos y pobres, a santos y pecadores, a los amigos y hasta a los propios enemigos. Si dejamos que sobre nosotros se pose el espíritu de Señor también nosotros seremos personas fraternas, solidarias, amantes y nunca excluyentes. Que nunca juzguemos a los demás por apariencias, ni de oídas, sino siempre con justicia y rectitud, sobre todo a los que se encuentren más desamparados.

4.- En una palabra; acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios. Estas palabras que escribe el apóstol san Pablo a los primeros cristianos de Roma deben servirnos a nosotros para formular, en este segundo domingo de adviento, un propósito acorde con las lecturas de la liturgia de hoy: el de nuestra conversión a Dios y a los hermanos, siguiendo siempre el ejemplo de Cristo que nos acogió a todos nosotros para gloria de Dios Padre. No es posible una verdadera conversión cristiana sin este propósito de amar a Dios y al prójimo, siguiendo siempre el ejemplo de nuestro Señor Jesús. Que en nuestras palabras y en nuestras obras se note siempre que estamos bautizados con el Espíritu Santo y con el fuego de nuestro Señor. Así lo hizo, a su manera, el mismo Juan el Bautista y así debemos hacerlo cada uno de nosotros. Si lo hacemos así, convertidos a Dios y al prójimo, estaremos caminando de verdad hacia el encuentro espiritual con el Dios niño, que nacerá en Belén.


Propósito 
Este día ayudaré a mi prójimo en la necesidad que le surja. Mostraré la alegría que el Señor me dado y la compartiré con los demás, para comunicarles ese amor de Dios. 

Diálogo con Cristo 
Señor, te doy gracias por el don de la vida y de la fe. También te agradezco por el amor que nos tienes, por la inmensa e inmerecida gracia de ser tu apóstol en la tierra. Muéstrame el camino para agradarte. Ayúdame a compartir tu amor con los demás, amor verdadero y profundo como el tuyo. Dame la fuerza para luchar cada día contra la inconsciencia de vivir apartado de ti. Gracias, Señor, por todo lo que me has dado. 


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