"Quedaron solos ellos dos: la miserable (la mujer adúltera) y la misericordia (Jesucristo)". Con estas palabras de San Agustín, comentando el encuentro perdonador entre Jesús y la mujer adúltera, comienza el Papa su carta conclusiva del Año de la Misericordia.
La he leido despacio y saboreándola y me ha conmovido ¡Cuantas iniciativas, cuantas luces para la conducta, para la acción pastoral, para la vida diaria! "La tentación de quedarse en la "teoría sobre la misericordia" se supera en la medida que esta se convierte en vida cotidiana de participación y colaboración" (nº 20).
Espero no se quede en papel mojado. Ojalá logremos ponerla en práctica.
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