Amenaza. A eso ha sonado lo que ayer mismo monseñor Pío Vito Pinto, Decano de la Rota Romana, máxima autoridad de la Iglesia católica en procesos de nulidad, afirmó en su conferencia en la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid. De manera enérgica y empleando un tono fuerte, ha dicho que los cuatro cardenales que han escrito al Papa Francisco, pidiendo que aclare algunas dudas sobre su exhortación apostólica Amoris Laetitia, han incurrido en un grave escándalo al hacer pública esta carta a través de los medios de comunicación. Nos lo cuenta Religión Confidencial.
Tela. Y no acaba ahí la cosa. Porque se desató hasta llegar a decir que el papa podría incluso despojarles del cardenalato, aunque no piensa hacerlo. Pero lo ha dicho. Aviso para navegantes. Ojo, que aquí el que se mueve no sale en la foto (Alfonso Guerra dixit).
Estos cuatro cardenales lo único que han hecho ha sido plantear al santo padre sus dudas, solicitando al sucesor de Pedro aclaración de las mismas. Tienen la percepción de que hay mucha gente confusa y entienden, para eso son cardenales, que en ese caso lo que procede es preguntar, y han preguntado.
Dos meses sin respuesta. Sin ninguna respuesta. Aunque solo hubiera sido decir que las cosas no son blancas o negras y que hay que seguir estudiando cosas o que se precisa una mayor atención a casos particulares. Nada. Pues no me parece bien. Aunque solo fuera por cortesía, qué menos que decir algo.
Ante a falta de respuesta transcurridos dos meses ¿qué hacer? Supongo que se abrían varias posibilidades: no hacer nada y hasta aquí llegó la riada, una nueva carta a Francisco a riesgo de ser tachados de insolentes o dar a conocer su pensamiento a los fieles, porque supongo que los fieles también les pueden pedir explicaciones: ¿qué, no van a hacer nada, si no acaban de comprender algo se quedan tan tranquilos?
Según el Decano de la Rota, no un mindundi en cosa matrimonial, el papa no ha dado una respuesta directa, “pero indirectamente les ha dicho que ellos solo ven blanco o negro, cuando en la Iglesia hay matices de colores”. Qué quieren que les diga, a mí esto no me aclara mucho.
Pues ahí tienen a monseñor Pio Vito Tinto que no solo lo da por bueno, suficiente y definitivo, sino que hasta se permite decir que preguntar al santo padre y hacer públicas las preguntas tras dos meses de silencio, es de tal gravedad que podrían suponer para los preguntones la pérdida del capelo cardenalicio, aunque no se produzca el hecho.
¿Y qué piensa un servidor de todo esto? Evidentemente varias cosas.
Para empezar, diré que, desde el primer día de su pontificado, y muy especialmente al inicio del primer sínodo de la familia, el papa Francisco insistió una y otra vez que quería libertad y que lo que deseaba era que todos pudieran hablar con total claridad. Parece que en la práctica lo de hablar con total claridad es mejor obviarlo.
Nunca me han gustado las amenazas, menos entre adultos, menos en la Iglesia. Y a un servidor, desde sus limitaciones, esto de monseñor Vino Tinto le parece amenaza en toda regla, y supongo que sustentada en algo, porque por muy Decano de la Rota que sea, amenazar a un cardenal, aunque sea despacito, no está bien si no tienes las espaldas a cubierto. Lo malo es que no me parece que sea cosa aislada. Hace no mucho un extraordinario sacerdote del que evidentemente no voy a dar nombre, me escribía lo siguiente: “Es momento de hablar claro. También yo me arriesgo a hablar claro aunque ya me han hecho saber que estoy poniendo en riesgo la misión”.
Pues esto lo percibe la gente. Tanto que muchos comentaristas de mi blog me lo repiten: D. Jorge, que cualquier día va a tener problemas, tenga cuidado. Mala cosa que exista esta sensación en el pueblo de Dios. Muy mala.
Y lo peor de todo es amenazar sabiendo que nunca se cumplirán las amenazas. ¿Despojar del capelo a Walter Brandmüller, Raymond Burke, Carlo Caffarra y Joachim Meisne? Je. No hay lo que tiene que haber. Pues menos amenazar y más responder. Vamos, digo yo.
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