La liturgia diaria meditada - Gracias a la constancia salvarán sus vidas (Lc 21,12-19) 23/11



Miércoles 23 de Noviembre de 2016
Misa a elección:

Feria. Verde.
San Clemente I, papa y mártir. (ML). Rojo.
San Columbano, abad. (ML). Blanco.

Clemente fue el tercer sucesor de san Pedro (después de Lino y Cleto). Gobernó a la Iglesia desde el año 93 hasta el año 101. Por ser cristiano, fue desterrado por el emperador Trajano a Crimea (sur de Rusia) y condenado al trabajo forzado de picar piedras junto con otros 2000 cristianos. Las actas antiguas afirman que ellos le decían: “Ruega por nosotros, Clemente, para que seamos dignos de las promesas de Cristo”.

Columbano nació en Irlanda, donde ingresó a la vida monástica. De allí se dirigió a evangelizar distintas regiones de Europa. Se preocupó por la formación y santidad de los monjes, redactando una regla para la vida monástica. También para la vida moral de los creyentes, para lo cual dejó un “Penitencial” que contenía instrucciones para los confesores. Muchos lo acusaban de ser demasiado duro y exigente, pero esta misma exigencia la vivió en su propia vida, que consagró infatigablemente a la obra de Dios. Murió en el año 615.

Antífona de entrada         cf. Sal 84, 9
El Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos, y para los que se convierten de corazón.

Oración colecta    
Despierta, Padre, la voluntad de tus fieles para que, buscando con fervor los frutos de la gracia divina, recibamos con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:         de san Clemente I
Dios todopoderoso y eterno, que eres admirable en tus santos, concédenos celebrar con alegría la fiesta de san Clemente, sacerdote y mártir de tu Hijo, quien dio testimonio, con su muerte, de los misterios que celebraba y confirmó, con su ejemplo, lo que predicaba con su palabra. Por nuestro Señor Jesucristo...

O bien:         de san Columbano
Dios nuestro, que en san Columbano uniste de modo admirable la misión evangelizadora y la vida monástica; por su intercesión y ejemplo, concédenos que te busquemos a ti sobre todas las cosas y trabajemos con empeño por la extensión de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo...

Oración sobre las ofrendas       
Recibe, Señor, los dones sagrados que mandaste ofrecer a tu nombre, y ayúdanos a obedecer siempre tus mandamientos para que ellos nos hagan dignos de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión       Sal 116, 1.2
Alaben al Señor, todas las naciones, porque es inquebrantable su amor por nosotros.

O bien:         Mt 28, 20
Dice el Señor: “Yo estaré siempre con ustedes, hasta el fin del mundo”.

Oración después de la comunión
Te pedimos, Dios todopoderoso, que nunca se alejen de ti quienes gozan con la participación en tus divinos misterios. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Apoc 15, 1-4
Lectura del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, vi en el cielo otro signo grande y admirable: siete Ángeles que llevaban las siete últimas plagas, con las cuales debía consumarse la ira de Dios. También vi como un mar de cristal, mezclado de fuego. Los que habían vencido a la Bestia, a su imagen y la cifra de su nombre, estaban de pie sobre el mar de cristal, teniendo en sus manos grandes arpas, y cantaban el canto de Moisés, el servidor de Dios, y el canto del Cordero, diciendo: “¡Grandes y admirables son tus obras, Señor, Dios todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, ¡Rey de los pueblos! ¿Quién dejará de temerte, Señor, quién no alabará tu nombre? Sólo tú eres santo, y todas las naciones vendrán a adorarte, porque se ha manifestado la justicia de tus actos”.
Palabra de Dios.

Comentario
El cántico de Moisés es un canto de liberación luego de haber cruzado los limites de Egipto, lugar de la esclavitud. También tiene ese sentido el cántico del Cordero, que nos ha liberado del pecado para alcanzar la Gloria de Dios.

Sal 97, 1-3b. 7-9
R. ¡Grandes y admirables son tus obras, Señor!

Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.

El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.

Resuene el mar y todo lo que hay en él, el mundo y todos sus habitantes; aplaudan las corrientes del océano, griten de gozo las montañas al unísono. R.

Griten de gozo delante del Señor, porque él viene a gobernar la tierra: él gobernará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud. R.

Aleluya        Apoc 2, 10
Aleluya. Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida. Aleluya.

Evangelio     Lc 21, 12-19
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
Palabra del Señor.

Comentario
“Cristo no promete a sus discípulos éxitos terrenos o prosperidad material; no presenta ante sus ojos una ‘utopía’, como ha sucedido más de una vez, y como sucede siempre, en la historia de las ideologías humanas. Él dice sencillamente a sus discípulos: ‘Los perseguirán. Los entregarán a los organismos de las diversas autoridades, los meterán en la cárcel, los llevarán ante los diversos tribunales. Todo esto por amor de mi nombre’.

Oración introductoria
Señor y Dios mío, buscarte equivale a encontrarte, porque siempre Tú estás dispuesto, esperándome en el Sagrario y en la oración. No quiero anteponer nada a tu amor que es lo único definitivo y seguro que tengo en la vida. ¡Ven Espíritu Santo! Ilumina y guía esta meditación. 

Petición
Señor, concédeme la gracia de afianzar mi vida en Ti para poder ser testigo y misionero de tu amor. 

Meditación 

Hoy ponemos atención en esta sentencia breve e incisiva de nuestro Señor, que se clava en el alma, y al herirla nos hace pensar: ¿por qué es tan importante la perseverancia?; ¿por qué Jesús hace depender la salvación del ejercicio de esta virtud?

Porque no es el discípulo más que el Maestro —«seréis odiados de todos por causa de mi nombre» (Lc 21,17)—, y si el Señor fue signo de contradicción, necesariamente lo seremos sus discípulos. El Reino de Dios lo arrebatarán los que se hacen violencia, los que luchan contra los enemigos del alma, los que pelean con bravura esa “bellísima guerra de paz y de amor”, como le gustaba decir a san Josemaría Escrivá, en que consiste la vida cristiana. No hay rosas sin espinas, y no es el camino hacia el Cielo un sendero sin dificultades. De ahí que sin la virtud cardinal de la fortaleza nuestras buenas intenciones terminarían siendo estériles. Y la perseverancia forma parte de la fortaleza. Nos empuja, en concreto, a tener las fuerzas suficientes para sobrellevar con alegría las contradicciones.

La perseverancia en grado sumo se da en la cruz. Por eso la perseverancia confiere libertad al otorgar la posesión de sí mismo mediante el amor. La promesa de Cristo es indefectible: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas» (Lc 21,19), y esto es así porque lo que nos salva es la Cruz. Es la fuerza del amor lo que nos da a cada uno la paciente y gozosa aceptación de la Voluntad de Dios, cuando ésta —como sucede en la Cruz— contraría en un primer momento a nuestra pobre voluntad humana. 

Sólo en un primer momento, porque después se libera la desbordante energía de la perseverancia que nos lleva a comprender la difícil ciencia de la cruz. Por eso, la perseverancia engendra paciencia, que va mucho más allá de la simple resignación. Más aún, nada tiene que ver con actitudes estoicas. La paciencia contribuye decisivamente a entender que la Cruz, mucho antes que dolor, es esencialmente amor.

Quien entendió mejor que nadie esta verdad salvadora, nuestra Madre del Cielo, nos ayudará también a nosotros a comprenderla.

Propósito
Trabajar por edificar mi casa, es decir mi vida de cada día sobre roca firme, sobre Dios. A través de la oración, de la confianza y esperanza en Él.

Diálogo con Cristo
Señor, sé que al final triunfará tu Reino, pero mi corazón a menudo no entiende y le cuesta aceptar acontecimientos que parecen no tener ningún sentido, como la muerte de un joven. Enséñame que el sentimiento puede ayudarme, pero no es lo esencial. Ayúdame a ser optimista, a edificar mi vida en la roca firme de tu voluntad y a tenerla como mi guía en todo mi obrar.

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16:48

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