Así es el proyecto de Norman Foster para la última ampliación del Prado

El arquitecto británico trabajará con el español Carlos Rubio Carvajal. Se propone la peatonalización del Eje Parque del Retiro-Paseo del Prado.

Un premio Pritzker español (Rafael Moneo) firmó la primera gran ampliación del Prado del siglo XXI. Otro Pritzker, en este caso británico (Norman Foster), completará el Campus del Prado con su segunda y última gran ampliación: el Salón de Reinos. Antiguo Museo del Ejército, se construyó hacia 1640 como residencia de descanso de Felipe IV por sugerencia del conde-duque de Olivares. De titularidad estatal, y declarado Bien de Interés Cultural, desde 2015 está adscrito al Prado. 

Se unirá en el Campus a los edificios de Villanueva y Moneo y al Casón del Buen Retiro. La UTE formada por los estudios de Foster y el arquitecto español Carlos Rubio Carvajal era una de las ocho candidaturas finalistas en el concurso internacional para la rehabilitación arquitectónica y adecuación museística del Salón de Reinos, al que se presentaron 47 proyectos. Han quedado atrás arquitectos de la talla de Chipperfield, Koolhaas, Souto de Moura, Gluckman, Cruz y Ortiz o Nieto y Sobejano.


El martes se reunió el jurado, compuesto, entre otros, por el presidente y la vicepresidenta del Patronato del Prado, José Pedro Pérez-Llorca y Amelia Valcárcel; el arquitecto Rafael Moneo y el director de la Academia de Bellas Artes y también arquitecto, Fernando de Terán. De los ocho proyectos finalistas, que se presentaron de forma anónima, en plicas, se hizo una preselección de dos. De forma unánime resultó ganadora la candidatura presentada con el lema Traza Oculta. La plica pertenecía al equipo formado por Foster + Partners L.T.D., estudio de Norman Foster, y Rubio Arquitectura S.L.P., estudio de Carlos Rubio Carvajal. No ha trascendido la candidatura que quedó en segundo lugar.

Respeto a la memoria
Del proyecto ganador el jurado destaca la calidad de la propuesta arquitectónica, el respeto a la memoria que encierra un edificio con tanta historia; la integración de éste en su entorno, la inteligente satisfacción de los requerimientos museológicos y el eficaz estudio de costes de la obra. Su presupuesto es de 30 millones de euros: no podrá desviarse más de un 20%. La UTE ganadora obtiene 48.400 euros y, en concepto de honorarios y dirección de las obras, algo más de 1.700.000 euros. En cuanto a los plazos, tendrá 16 meses para redactar el proyecto y 30 más para ejecutarlo. Se prevé que las obras comiencen en 2018 o, a más tardar, en 2019, año del bicentenario del Prado. Con esta nueva ampliación se ganarán más de 5.700 metros útiles, de los cuales más de 2.500 serán de superficie expositiva. El jurado subrayó en su dictamen la calidad de los ocho proyectos finalistas, que podrán admirarse en el Claustro de los Jerónimos a partir del 1 de diciembre.

Ayer se informó de la decisión del jurado al Patronato del museo –que dio luz verde al proyecto ganador–, cuya reunión estuvo presidida por el ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, que estuvo acompañado por Fernando Benzo, secretario de Estado de Cultura, minutos antes de su toma de posesión; y la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Finalizada la reunión, Pérez-Llorca llamó a Norman Foster para comunicarle la noticia. En primer lugar, el proyecto ganador recuperará el espíritu del antiguo Palacio del Buen Retiro, realzando sus espacios históricos. «El proyecto hace una reflexión inteligente de la historia del edificio, poniendo en valor la memoria de este palacio del siglo XVII», advierte Zugaza. Se devolverá el esplendor a los salones que acoge en su interior (Salón de Reinos, Sala de Armas, Salón de la Reina, Sala de Laureados, Sala Árabe). Todos los edificios que constituyen el Campus del Prado quedarán conectados mediante espacios públicos y uniones subterráneas.

Espectacular atrio
Se recupera la fachada sur del XVII (calle Méndez Núñez) en tres niveles, que pasa por «el desmontaje de los forjados que contra ella acometen» y recuperando sus huecos y balconadas originales. Entre la fachada del XVII y la actual, del XIX, se abrirá un espectacular atrio, de uso público, con espacios expositivos y de recreo, que conectará la parte norte y la sur. En esta última estará la entrada principal del museo. Habrá terrazas con cafeterías en el ala norte. Se abrirán los huecos de la fachada actual incorporando grandes ventanales: la luz atravesará este espacio, llegando al mismísimo Salón de Reinos. Resultan muy llamativas las columnas revestidas en bronce dorado, que se abren en el techo del atrio con unas vigas en forma radial. Aunque ésa es la propuesta del equipo ganador, sorprendentemente el proyecto incorpora como alternativa una variante: eliminar la fachada del XIX, siendo sustituida por una logia con columnas también revestidas en bronce dorado, dejando más abierto al atrio, aunque más desprotegida la fachada del XVII. Se estudiarán ambas opciones.

Otro aspecto destacado del proyecto de Foster y Rubio Carvajal es que no se excavarán los sótanos. Ello impedirá que se repita el rosario de problemas con las aguas subterráneas que alargó hasta una década los trabajos en el Casón. Pero lo más llamativo es que propone, como sugerencia, una ambiciosa estrategia urbana: la peatonalización del Eje Parque del Retiro-Paseo del Prado, a través de la calle Felipe IV, uniendo el Madrid de los Habsburgo con el de los Austrias. Aunque aún es pronto para saber si es viable peatonalizar total o parcialmente esa zona (se prevé un apasionado y apasionante debate entre las administraciones implicadas y no ocultan que «traerá algún problema»), Manuela Carmena parece encantada con la idea de ajardinar cada vez más el Paseo del Prado y retirar los coches de la zona.

En la planta tercera, por encima de la fachada recuperada, se dispondrá de una nueva sala de exposición amplia y versátil con más anchura y altura que la actual, formando la cubierta del atrio y también una terraza orientada al Campus. Una nueva cubierta dotará a este espacio de luz cenital controlada. Dicha cubierta almacenará energía a través de paneles solares integrados, permitiendo filtrar la luz natural en las salas de exposiciones inferiores, dando sombra y protección a la fachada sur del edificio gracias al voladizo. En realidad, todo el edificio será sostenible energéticamente. Será «un edificio verde».

«El héroe de mi vida»
Carlos Rubio Carvajal (Barcelona, 1950), en declaraciones a ABC, confiesa que, para él, «es un honor y un privilegio hacer este proyecto con Norman Foster, el héroe de mi vida». Aunque no lo conocía personalmente, fue Foster quien lo eligió. Curiosamente, cada uno ha realizado una de las Cuatro Torres de Madrid. Lleva desde los cinco años en la capital, donde tiene su estudio. Apenas cuenta con experiencia museística. Foster, mucha: ha trabajado para el Smithsonian de Washington, el Museo de Bellas Artes de Boston o el British Museum y el Museo Imperial de la Guerra, ambos en Londres. Quedan ya atrás las desavenencias de Foster con el Ayuntamiento de Madrid por unas obras que quería hacer en su palacete de la calle Monte Esquinza, sede de su fundación, y no le dieron permiso. Amenazó con llevársela de Madrid. Ahora está levantando en ella un pequeño pabellón de exposiciones. También tiene estudio en la capital.

Aunque, como recuerda Pérez-Llorca, hay que ir paso a paso y en esta primera fase se habla solo de continente y no de contenido, hay interés por conocer el plan museográfico: qué va a albergar en su interior dicho museo. Se ha dicho que será «un espacio alternativo de exposición de gran calidad para presentar aspectos destacados o singulares de su colección y para el desarrollo de un programa específico de exposiciones de larga duración y de visión transversal sobre temas fundamentales de la historia y el patrimonio histórico español». El presidente del Patronato del Prado apuesta por «tantear cosas y ver qué tiene más éxito». Para Zugaza, «ofrece la posibilidad de recuperar, permanente o temporalmente, las magníficas colecciones de pintura barroca del museo».

Con la ampliación de Moneo se resolvieron buena parte de los problemas de falta de espacio del museo para exhibir su colección. En estos años ha habido planes de todo tipo para el Salón de Reinos. Algunos tan descabellados como el que, en tiempos de Zapatero al frente del Gobierno, planteaba crear un Museo de la Paz, en el que colgarían «Las Lanzas», de Velázquez; «Los fusilamientos del 3 de mayo», de Goya, y el «Guernica», de Picasso. Solo había un problema, que este último está adscrito al Reina Sofía, al que habría que arrebatárselo, descabezando su colección. Preguntados ayer sobre aquel viejo proyecto, tanto Zugaza como Pérez-Llorca fueron tajantes. El primero afirma que, «para desarrollar en este espacio colección o exposiciones, no se cuenta con obras que no estén adscritas al Prado». Pérez-Llorca va más allá: «Soy muy sensible a no desnudar un santo para vestir otro» (lo vivió en piel propia con las cuatro obras maestras del Prado que reclamaba Patrimonio Nacional). «Sobre la mesa no hay ninguna intención de cambiar el “Guernica” de museo». Puede respirar tranquilo Borja-Villel.

abc.es

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