La antigua ley del Talión no podía ser abolida con palabras más absolutas. Muchos de los que se dicen cristianos, no sólo no han observado este mandamiento, ni siquiera han fingido acatarlo. El principio de la no resistencia frente a la violencia ha sido, para una infinidad de creyentes, un escándalo insoportable he inaceptable del cristianismo.
La ley del Talión puede dar un consuelo bestial al que fue herido primero; pero en vez de detener el mal, lo multiplica. Al mal hecho por el primer ofensor se añaden los males cometidos por los justicieros. Muchas veces el castigo se vuelve sobre el vengador y la cadena terrible de venganzas se alarga Sin tregua.
Poner la otra mejilla no es de decir recibir la segunda bofetada. Significa cortar desde el principio la cadena de los males subsiguientes. Tu adversario, que espera la resistencia o la fuga se siente humillado ante ti y ante sí mismo. Está confundido, con una confusión que es casi vergüenza. Tiene tiempo de recapacitar. Tu inmovilidad de hiela la rabia, le da tiempo a reflexionar. Todo hombre tiene un oscuro respecto del valor ajeno, especialmente si ese valor es moral, especie rara de encontrar.
El no hacer frente a la violencia repugna a nuestra naturaleza humana, pero Jesús quiere cambiar radicalmente al hombre. Todas sus palabras apuntan a una total renovación del espíritu humano, contradice sin temor muchas de nuestras más comunes inclinaciones y de nuestros instintos más profundos, porque busca el hombre nuevo.
Giovanni Papini
Publicar un comentario