¿Cuándo llegará el día en que la Humanidad entera esté libre y democráticamente unida bajo un gobierno mundial en el que reine la razón y los mejores sean elegidos para promover el bien común? Desde luego, eso no lo conoceré en mi vida. Eso ya lo veo claro. Quizá sea la única cosa clara que veo acerca del futuro.
Lo único claro a estas alturas de mi vida es que somos gobernados de un modo ineficiente por personas inadecuadas, y ni siquiera existe un movimiento intelectual para cambiar esta situación. Sólo movimientos revolucionarios que nos harían retrotraernos varias generaciones. La revolución sólo traerá variaciones de regímenes bolivarianos.
Con lo maravilloso que sería una Humanidad que no conociera otras divisiones que las meramente administrativas y todos los hombres nos consideráramos miembros de una gran familia. Un planeta en el que todos los problemas fueran abordados desde la más estricta racionalidad.
Un planeta en el que se promoviera la igualdad económica sin necesidad de quitar nada a nadie. Una sociedad en la que todos fueramos cada vez más iguales.
Un planeta en el que las confrontaciones nacionales fuesen consideradas locuras de tiempos más primitivos. Un tiempo futuro en el que las inmensas fortunas en manos de unos pocos millonarios fuesen vistas como algo de un supremo mal gusto, como un egoismo de urracas acaparadoras. Una sociedad en la que no se quitase nada a nadie, pero las grandes fortunas estuvieran socialmente mal vistas.
Un mundo en el que se buscase el bien de todos entre todos. Una Humanidad en la que, por fin, los problemas se abordasen de un modo global a largo plazo.
Hoy día los pequeños egoísmos lastran todo a todos los niveles. Los gobernantes no se ponen de acuerdo ni en las cosas más esenciales, combatiéndose sin piedad y sin decoro. Cuántas cosas se podrían hacer ahora entre todas las naciones, pero no se hacen. Cuántas cosas se podrían hacer en cada nación, pero el cortoplazismo las bloquea.
La única bandera que me gustaría algún día ver ondear con orgullo es la bandera de la Humanidad.
En fin, al menos nos queda podernos solazar con una música tan extraordinaria como esta banda sonora de Rachel Portman:
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