
Después de hacer un rato de oración, el beato y sus acompañantes pasaron a la iglesia situada a lado del Cenáculo, donde don Álvaro celebró la que sería su última Misa. Ese día concelebraron con él: Mons. Echevarría, don Joaquín Alonso y los dos sacerdotes de la Prelatura que residían en Jerusalén por aquel entonces. Al llegar el momento de la homilía, don Álvaro –muy cansado- le pidió a Mons. Echevarría que la predicara él.
Después de la misa, el beato decide visitar los dos centros de Jerusalén, el de varones y el de mujeres, para poder despedirse de sus hijos antes de coger el avión que le llevará de vuelta a casa. Durante el viaje de regreso a Roma, comentó con emoción la alegría que le trajo poder visitar los Santos Lugares:
Estoy contentísimo de haber hecho este viaje; lo considero una caricia del Señor.
A la llegada al aeropuerto de Ciampino, a las 21,15h, le estaban esperando algunos matrimonios que deseaban recibir su bendición. Después de saludar y bendecir a las familias, emprendió si camino de vuelta a casa.
Se concluye así el viaje a Tierra Santa del beato Álvaro. A la mañana siguiente, sería llamado a los brazos del Padre.
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