¿Es cierto que existe un rosario satánico, masonico o de la Nueva Era?



¿Lo diabólico no será, de hecho, llamar a destruir rosarios, a desconfiar de ellos y a sembrar la duda sobre la utilidad y la eficacia de la oración sencilla y confiada a Dios?

Llevamos unos pocos años oyendo voces que se alzan contra la difusión y el uso de unos rosarios de plástico, muy populares por su bajo precio, de los que se dice que serían satánicos, masónicos o de la Nueva Era. Se trata, sobre todo, de una llamada hecha desde ambientes de la Renovación Carismática. Los detractores de estos rosarios señalan una serie de características de los mismos que les llevan a esa conclusión. ¿Qué hay de cierto en todo esto? Por lo delicado del tema, merece un análisis objetivo y sosegado.

Millones de rosarios “low cost”

Los rosarios que están en el centro de la polémica se fabrican en plástico y en cantidades industriales, lo que los hace muy económicos, e ideales para regalar en santuarios marianos, encuentros juveniles, etc. Hay distintos tipos, como veremos después al analizar su simbología, pero destacan por su sencillez. Una de las noticias previas a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Madrid 2011 que llamaron la atención fue la del empaquetado de siete toneladas de rosarios fabricados en una empresa de Ecuador, listos para incluir en la mochila de los peregrinos.

Son rosarios que, además, tienen mucha aceptación en los países pobres, obviamente, y que son empleados por diversas instituciones católicas en su apostolado, para difundir esta importante forma de oración y de devoción mariana. Multitud de parroquias, grupos, sacerdotes, religiosos… los reparten, o bien el rosario solo, o bien con algún material sencillo que explica su uso. Además, han sido muy utilizados en alguna época reciente como complemento “de moda”, despojándolo de su uso religioso y popularizándolo con una mera función ornamental (promovido esto por algunos famosos).

¿Elementos satánicos o masónicos?

Ya que no hay ninguna prueba documental ni de otro tipo que avale la difusión de estos rosarios por parte de sociedades secretas, sectas o cualquier otro oscuro interés anticatólico, la mayor parte de los argumentos en contra de su uso y distribución se basan en la simbología que tienen. Y, ciertamente, nos encontramos ante un discurso muy poco sólido, basado en la vaguedad de la simbología y de la iconografía, que hace retorcer mucho la interpretación de signos y símbolos. Veamos cada uno de los elementos, presentes todos ellos en la cruz del rosario, aunque más o menos visibles según la versión de la que se trate.

La serpiente detrás del cuerpo de Jesús crucificado. Se trata, sin duda, del elemento más controvertido. Porque en la iconografía cristiana, y también en gran medida fuera de ella, este reptil simboliza al Diablo y todo lo relacionado con las fuerzas del mal. Ahí está, como ejemplo paradigmático, la serpiente en el relato de la caída original de Adán y Eva. Por eso –se dice– estaría clara la intencionalidad satánica.

Sin embargo, también tiene una importante base bíblica la referencia de la serpiente al mismo Cristo, basada precisamente en el texto del Génesis, ya que la tradición cristiana, desde san Pablo, ha puesto en paralelo la figura de Adán con la de Jesús, y el árbol del conocimiento del bien y del mal con el árbol de la cruz. A esto hay que sumar el pasaje del Éxodo en el que Moisés, por indicación de Dios, confecciona una serpiente de bronce y la pone en lo alto de un mástil, para que todos los heridos de serpiente que la miren se salven de la muerte. El mismo Jesús aludió a su persona y a su pasión desde aquel texto, y por eso la serpiente también puede representar a Cristo, sobre todo en el momento de la crucifixión. En la historia del arte hay testimonios de este uso, sobre todo en Oriente, donde encontramos báculos episcopales con la serpiente, o con dos ofidios enfrentados, que pueden entenderse como Cristo y Satanás, o como signo de la prudencia y la sabiduría que deben ser característicos del pastor (“astutos como serpientes”, utilizando las palabras de Jesús).


El sol o los soles (uno en cada extremo de la cruz). Los críticos de estos rosarios señalan que nos encontramos, claramente, ante un símbolo masónico o incluso de los Illuminati, y que tendría sus raíces en los cultos solares.

Sin embargo, conocemos perfectamente el uso de la simbología solar para referirnos a Jesucristo, y que también está atestiguada en la Escritura, donde ya Zacarías en su cántico (Benedictus) se refiere al Mesías esperado como “el sol que nace de lo alto”. Después, la tradición cristiana ha visto en el astro rey un signo de Cristo resucitado, y por eso las iglesias se han “orientado” (vuelto hacia Oriente), al igual que gran parte de las liturgias cristianas, en las que el pueblo, encabezado por el ministro que preside a la asamblea, alaba a Dios mirando hacia Oriente, el lugar por donde cada día sale el sol.

Los pentágonos con los que se remata cada brazo de la cruz también son controvertidos, ya que el pentágono, sobre todo con el pentáculo o estrella de cinco puntas inscrito, son símbolos utilizados comúnmente en la magia, el ocultismo e incluso el satanismo. Algo parecido sucede con el número 5.

Sin embargo, este número también está asociado tradicionalmente a la cruz, ya que fueron cinco las llagas de Jesucristo (manos, pies y costado). Y esto no sólo se refleja en la piedad popular (pensemos, por ejemplo, en la oración de San Francisco Javier a las cinco llagas, que va desgranando cada una de las heridas de la crucifixión), sino también en la simbología. Sin ir más lejos, y para ver una representación que se sale del ámbito de lo religioso, el escudo de Portugal está formado por cinco escudos que representan los cinco reinos árabes conquistados por el rey Afonso Henriques. Y estos cinco escudos, a su vez, llevan inscritos otros cinco, que simbolizan las llagas de Cristo.

La ausencia del INRI es, cuanto menos, otro argumento curioso. Señalan los críticos que, al privar a la cruz del titulus, se está desidentificando al hombre clavado en ella, que dejaría de ser Jesús. Sabemos que INRI no es otra cosa que las siglas latinas de lo escrito como motivo de condena por Pilato, según el evangelio de Juan: “Jesús Nazareno, rey de los judíos”.

Sin embargo, otras muchas cruces no tienen el titulus y no por eso son anticristianas. En ocasiones –como seguramente pase en este caso– por simplificar, dada la sencillez de la representación o su escaso tamaño. Es más, estoy seguro de que si apareciera el INRI, los detractores de estos rosarios lo interpretarían desde su versión masónica, al igual que han hecho con los símbolos anteriores. Sí, porque la masonería ha releído el rótulo de la cruz de esta manera: Igne Natura Renovatur Integra (la naturaleza entera es renovada por el fuego), vaciándolo de su referencia cristológica, y así también lo han recogido algunos grupos gnósticos. Es decir: si no tiene el INRI, la cruz es mala. Si lo tuviera, también lo sería.

Además, algunos creen ver demonios en los extremos de la cruz en algunas de las versiones de estos rosarios, pero no se puede ver nada con claridad. Podrían ser también ángeles (y no diablillos, ya que lo que más se puede apreciar es que son niños), como hay en otras muchas cruces, y confundirse las rayas que hay tras sus cabezas con cuernos, y otras muchas posibilidades. En algunos se ven rosas en los extremos de la cruz, elementos que claro que tienen su interpretación esotérica (las sectas rosacruces, por ejemplo), pero que son totalmente normales en un objeto que se llama precisamente “rosario” y está vinculado con esta flor.


Alimentando una polémica

Una sencilla búsqueda por Internet nos muestra toda esta lectura retorcida del rosario y una multitud de advertencias, llamadas a su destrucción y otras medidas varias. Entradas de blogs y vídeos publicados en Youtube nos advierten de que estamos ante rosarios peligrosos o, al menos, sospechosos, ya que “no son lo que parecen”. Algunos de sus detractores hacen vagas referencias a exorcistas que han advertido sobre la maldad de estos rosarios (¿quiénes son?, ¿quién les ha revelado esto?, si ha sido Satanás… ¿cómo saben que no les ha mentido, como es natural en él?), e incluso a videntes que han recibido “mensajes del Señor” sobre ellos (¿qué vidente?, ¿alguien de fiar?).

Además, señalan algunos, otra prueba de su maldad es que se venden en tiendas de la órbita de la Nueva Era, en negocios esotéricos. Es cierto, y podemos verlos en estos establecimientos. Incluso sus responsables publicitan que cada color tiene sus cualidades especiales y mágicas, asegurándose que el cliente compre siempre más de uno. Pero hemos de tener en cuenta que en estas tiendas también se venden imágenes religiosas de Cristo, la Virgen María y los santos, asociados muchas veces en cultos sincretistas con divinidades afroamericanas. Y no por ello las imágenes son satánicas, masónicas o de la Nueva Era. Simplemente, los comerciantes de lo oculto las aprovechan para su negocio, poniéndolas junto a barajas de tarot, budas o meigas.

Otros llegan a proponer como un argumento contrario más que hay una banda de rock satánico que reparte rosarios luminosos a sus fans. Podemos decir lo mismo que en el párrafo anterior. Pero, con todo, los críticos afirman que “los rosarios de plástico son probablemente idea de una organización siniestra”. ¿Probablemente? Claro, porque las pruebas que aportan no son nada concluyentes, como estamos viendo.

Un poco de sentido común… y de fe

El sacerdote galés Gareth Leyshon, doctor en Astrofísica y crítico de la Nueva Era, al abordar este tema ha señalado que la peligrosidad para la fe de estos rosarios vendría dada, en su caso, por alguna de estas tres razones: por tener una imaginería explícita que sólo pudiera tener una interpretación pagana o de la Nueva Era, por emplear imaginería ambigua con un claro propósito anticristiano, o por haber realizado algún ritual oculto sobre ellos. Su respuesta a la primera razón es negativa, ya que el crucifijo tiene símbolos que son totalmente explicables desde la tradición cristiana. Por eso, afirma, lo más probable es que alguien se preocupó en exceso al ver ciertos símbolos en el rosario y lo difundió por Internet. Pero “si ésta es la única razón por la que hay esta preocupación por los rosarios, entonces no hay razón para preocuparse”.

En cuanto a lo segundo y lo tercero, sólo los fabricantes lo saben. Tratándose muchos de ellos de creyentes, es totalmente descartable la intencionalidad maligna. Es más, se trata normalmente de diseños antiguos que siguen reproduciendo muchos años después sin mayor problema, ya que se trata de elaborar rosarios baratos para una difusión masiva. Así se ha puesto de manifiesto en un programa de una televisión católica italiana, en el que entrevistaron a un fabricante de estos rosarios, que incluso desconocía toda esta polémica y, por supuesto, no tenía nada de intenciones anticristianas.

Por eso hace falta un poco de sentido común y, sobre todo, de sentido de fe, que va unido al anterior. Eso de que cada rosario que se reza con estos objetos puestos bajo sospecha no es una oración que le llega a Dios y a la Virgen María, sino al mismísimo Satanás, es algo que no tiene sentido desde la fe cristiana. A mí me recuerda más a leyendas propias del romanticismo, como “La cruz del Diablo”, de Gustavo Adolfo Bécquer, que cuenta cómo las oraciones dirigidas a una cruz maldita no las recibía Dios, sino el demonio. Como literatura es un argumento interesante, pero desde la fe no es comprensible algo así.

¿Y si me equivoco y alguien demuestra en el futuro que sí, que estos rosarios han sido difundidos por malvadas organizaciones que quieren destruir la fe en Cristo? 

Pues me uno a lo que dice el padre Leyshon:  “¡No tengas miedo! Y recuerda: cada vez que reces las cuentas de un rosario, le habrás pedido a Dios que te libre del mal seis veces, y habrás invocado la protección de la Madre de Dios 53 veces”. ¿Lo diabólico no será, de hecho, llamar a destruir rosarios, a desconfiar de ellos y a sembrar la duda sobre la utilidad y la eficacia de la oración sencilla y confiada a Dios?

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16:32

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