Tenemos importantes novedades en la parroquia. Desde hace tiempo veníamos pidiendo un vicario parroquial estable, ya que el volumen de actividades que se iban desarrollando no era fácil mantenerlo con un servidor y dos compañeros estudiantes que, como es lógico, tiene que dedicarse esencialmente a lo que se dedican: a estudiar y formarse que para eso los ha envido su obispo a España.
Pues puedo decirles que, por fin, se ha nombrado un vicario parroquial. Para que les suene el nombre, es Jenaro Augusto Jiménez López, diocesano de Madrid, y formado en el seminario Redemptoris Mater. Pues encantado con su venida a la parroquia.
Las parroquias mejor cuanta más riqueza en su seno. Me encanta que mi compañero sea del Redemptoris Mater, como me encanta tener catequistas pertenecientes al camino neocatecumenal. Feliz con tener gente del Opus Dei colaborando en otras cosas. Una maravilla contar con laicos colaboradores salesianos, carismáticos, afines a espiritualidades propias. Fantástico que todos puedan acudir a la parroquia y sentirse muy bien en ella.
Demasiado celosos en ocasiones. Parroquias que se niegan a tener como colaboradores a gente del opus o del camino neocatecumenal, o de jesuitas o salesianos, o de la legión de María o… Otras que no siendo de los suyos rechazan posibles colaboradores. Error si una parroquia se empeña en ser parroquia “del camino”, parroquia “del opus” o parroquia tipo “San Carlos Borromeo, para entendernos”.
Lo mejor que nos puede pasar en una comunidad parroquial es que todos se sientan bien. Unos y otros, otros y unos, los de un lado y los del otros, que todos comprendan que hay una comunidad que sacar adelante y todos se sientan implicados en ello.
Pues poco más puedo decir. A mi nuevo compañero le he dicho que adelante, que se trata de trabajar por el evangelio y de dejarnos la piel por la gente, por su conversión a Cristo, que se trata de hacer las cosas humildemente como nos pide la Iglesia. Y me parece que estamos los de acuerdo en ello.
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