6 de noviembre.

einstein

VIERNES DE LA SEMANA 31ª DEL TIEMPO ORDINARIO

1. (Año I) Romanos 15,14-21

a) Está terminando la carta a los Romanos. Y Pablo siente un poco de temor que sea mal interpretado el que les “haya escrito, a veces propasándose un poco”. Como la de Roma no era una comunidad que hubiera fundado él, siente la necesidad de justificar el haberles dedicado una carta, porque normalmente él escribe sólo a las comunidades que conoce.

Es que Pablo no puede vivir sin evangelizar. Su interés básico y casi único es “anunciar la buena noticia de Dios a los gentiles”. Igual que “desde Jerusalén y llegando hasta la Iliria, todo lo ha dejado lleno del evangelio de Cristo”, también se interesa por Roma, la capital del mundo, a la que piensa ir próximamente, y de la que se siente corresponsable, aunque todavía no les conozca.

b) Es admirable el orgullo que Pablo siente por la misión recibida: predicar la buena noticia de Jesús a todos los pueblos. Ha dedicado toda su vida a eso. Este orgullo no es vanidad, porque reconoce que todo eso es “lo que Cristo hace por mi medio para que los gentiles respondan a la fe”. Él, Pablo, ha puesto todas sus energías para que llegue el evangelio a todas partes, pero es obra de Cristo y de su Espíritu.

Aquí emplea una comparación litúrgica para describir lo que ha hecho: él es “ministro (en griego “liturgo”) de Cristo para los gentiles”, y su “acción sagrada consiste en anunciar el evangelio” (en griego: ejercer el culto del evangelio), “para que la ofrenda de los paganos” (“prosforá”, ofrenda sacrificial) sea agradable a Dios”. Es la liturgia de la vida. El apostolado de Pablo se une a la ofrenda vital de la fe de los creyentes, en una única liturgia ofrecida a Dios.

Si nosotros tuviéramos tanto amor a Cristo como él, tampoco nos pararíamos ante nada con tal de seguir evangelizando este mundo, a los niños y a los jóvenes y a los mayores, a los de cerca y a los de lejos. No nos asustarían las dificultades y ya encontraríamos el lenguaje y la pedagogía oportunos. Lo importante es si estamos convencidos de que vale la pena esta buena noticia: ése era el motor de Pablo en su admirable actividad evangelizadora.

El salmo nos ha hecho expresar un sentimiento misionero: “el Señor revela a las naciones su justicia… los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Señor”. No sé si podremos decir, al final de un año o de la vida, como Pablo: “lo he dejado todo lleno del evangelio de Cristo”. Pero sí tenemos que hacer todo lo posible para comunicar nuestra fe a otros.

2. Lucas 16,1-8

a) La parábola del administrador infiel pero listo, puede parecernos un poco extraña.

Parece como si Jesús -o el amo del relato- alabara la actuación de ese empleado injusto.

No alaba su infidelidad: por eso le despide. Lo que le interesa a Jesús subrayar aquí es la inteligencia de ese gerente que, sabiéndose despedido, consigue, con nuevas trampas, granjearse amigos para cuando se quede sin trabajo.

Jesús no nos cuenta esta parábola para criticar las diversas trampas del mundo de la economía que también ahora se dan: las dobles contabilidades o los desvíos de capital o el cobro de comisiones ilegales que hace el gerente de esa empresa. Sino para que los cristianos seamos tan espabilados para nuestras cosas como ese gerente lo fue para las suyas: “los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz”.

b) ¿Somos igual de sabios y sagaces nosotros para las cosas del espíritu?

En nuestra vida personal, debemos hacer los oportunos cálculos para conseguir nuestros objetivos. Hace unos días nos ponía Jesús el ejemplo del que hace presupuestos para la edificación de una casa o para la batalla que piensa librar contra el enemigo. Hoy nos amonesta con el ejemplo de este administrador, para que sepamos dar importancia a lo que la tiene de veras y, cuando nos toque dar cuentas de nuestra gestión al final de nuestra vida, ser ricos en lo que vale la pena, en lo que nos llevaremos con nosotros, no en lo que tenemos que dejar aquí abajo.

También en nuestra vida misionera -evangelización, catequesis, construcción de la comunidad- debemos mantenernos despiertos, ser inteligentes para buscar los medios mejores. Al menos con la misma diligencia que ponemos para nuestros negocios materiales.

Para que vaya bien el negocio nos sentamos y hacemos números para ver cómo reducir gastos, mejorar la producción, tener contentos a los clientes. ¿Cuidamos así nuestra tarea evangelizadora?

Los hijos de este mundo se esfuerzan por ganar más, por tener más, por mandar más. Y nosotros, los seguidores de Jesús, los que hemos recibido el encargo de ser luz y sal y fermento de este mundo, ¿ponemos igual empeño y esfuerzo para ser eficaces en nuestra misión? ¿somos hijos de la luz que iluminan a otros, o escondemos esa luz bajo la mesa?


22:14
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