“Lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien”. “¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis!” (Lc 10,21-24)
Hay alegrías y alegrías.
Alegrías que nos vienen de las cosas.
Alegrías fruto de la acción del Espíritu.
De las pocas veces que el Evangelio nos habla de Jesús hablando con el Padre, nos dice que lo hacía “lleno de la alegría del Espíritu Santo”.
Alegrías fruto de la experiencia del Evangelio en el corazón de los sencillos.
Alegría fruto de cómo la gente simple abre su corazón a Dios.
Alegría fruto de la experiencia de cómo los que no tienen nada, se abren a la esperanza del anuncio del Evangelio.
Me imagino que todos han leído la Exhortación “El gozo del Evangelio” del Papa Francisco. Sin embargo no me resisto a copiar su comienzo:
“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes de dejan salvar por El son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre renace la alegría, En Esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos, para invitarlos a una nueva etapa de evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años” (1)
“Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar ola decisión de dejarse encontrar por El, de intentarlo sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque “nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor”. (3)
Y termina esta introducción con las palabras de San Pablo: “Alegraos siempre en el Señor. Os lo repito, ¡alegraos!” (18)
Una evangelización que invita a la alegría.
Una predicación que invita a la alegría.
Una oración hecha en la alegría de la experiencia del Espíritu.
Una Iglesia que anuncia y predica la alegría.
Una vida cristiana vivida en la alegría del Espíritu.
Esta oración de Jesús:
Es fruto de la primera experiencia del anuncio del Evangelio por los discípulos.
Es fruto de cómo la gente sencilla, que no tiene estorbos en el corazón, se abre al Evangelio.
Es fruto de cómo Dios se manifiesta a los sencillos.
La pregunta que tendríamos que hacernos es clara:
¿Anunciamos el Evangelio como Buena Noticia para la gente sencilla?
¿Sentimos el gozo de cómo los corazones sin apegos se abren a Dios?
¿Nuestra oración está llena del Espíritu Santo o es más bien nuestra manera de orar?
¿Nuestra oración es una oración llena de alegría o está marcado por el desaliento?
¿Nuestra oración es una oración gozosa de nuestra experiencia pastoral?
¿Nuestra oración es gozosa porque “vemos lo que otros no ven”?
No dudo de que nuestra oración tenga momentos en que esté marcada por el dolor de nuestras infidelidades.
Pero, aún entonces, debiera ser una oración gozosa, conscientes de que el Espíritu puede cambiar nuestros corazones.
Nuestra oración debiera estar marcada más por lo que Dios es capaz de hacer en nosotros que por lo que nosotros hemos hecho.
Nuestra oración no puede ser un simple pensar desde nosotros, sino un abrirnos a la acción del Espíritu en nosotros.
Que este tiempo del Adviento, nuestra oración sea la gozosa experiencia de Dios que viene a nosotros.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Adviento, Ciclo C
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