En un clima de oración y a la vez de afecto y muy amistosa convivencia, hemos despedido al que ha sido nuestro Obispo durante once años. Se lleva como recuerdo nuestro agradecimiento y cariño, simbolizado en un pectoral y un anillo episcopal, que entre todos le hemos regalado. Y nos deja el pesar por su partida y el gozo de que Barcelona recibe a un buen obispo.
Los afamados poetas de nuestro presbiterio le han dedicado, al final de la comida que hemos compartido, estas cariñosas letrillas que hemos cantado con la sonrisa en los labios y afecto en el corazón:
Once años y medio ha sido Padre y Pastor en la fe, años en los que ha querido y se ha dejado querer.
La fotografía, del gran fotógrafo el sacerdote Jesús Mª Ortega, recoge un momento de la Misa en la preciosa capilla de nuestro Seminario de Logroño. Yo soy el que está marcado con el circulito.
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