Bocadillos espirituales para vivir el Adviento: Sábado de la 2 a. Semana – Ciclo B

“El les contestó: “Elías vendrá y renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos”. Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan, el Bautista”. (Mt 17,10-13)


En a tradición judía se esperaba que Elías volviese a preparar la llegada del Mesías.

Lo que pasa es que las cosas no siempre suceden como nosotros quisiéramos.

Ni Elías es el que ellos esperaban.

Ni tampoco el Mesías es el que ellos se imaginaban.


El Elías que vino era Juan el Bautista.

El Mesías que esperaban era Jesús.

Pero ninguno de los dos respondía a lo que ellos se imaginaban y pensaban.


Es peligroso creer que lo que nosotros pensamos es la única verdad.

De ahí que tengamos una idea de Dios que no es precisamente la verdad de Dios.

De ahí que queramos embotellar en nuestra cabeza la verdad.

Como si nosotros fuésemos los únicos que pensamos.

Como si nosotros fuésemos los únicos que tenemos la verdad.

Como si nosotros fuésemos los únicos que tenemos buen gusto.


Y terminamos queriendo imponer nuestras ideas a los demás.

Y excluimos a todo el que no piensa como nosotros.

A Juan lo encarcelaron y lo degollaron.

A Jesús lo condenaron y lo colgaron de la Cruz.

Es que, cuando nos creemos los únicos dueños de la verdad terminamos siendo una especie de dictadores.

Todos tienen que pensar como nosotros.

Todos tienen que tener nuestros gustos.

Somos los únicos dueños de la verdad.


Uno de los problemas que tenemos suele ser precisamente esta dictadura:

Educar es vaciar nuestras ideas en la cabeza de los hijos.

Pero no ayudarles a que ellos también piensen.

En la familia la mayoría de los problemas suele ser esta dictadura:

La esposa no piensa como yo.

Esposas sin cabeza.

El esposo no piensa como yo.

Esposos sin cabeza.

Los hijos no piensan como los padres.

Los hijos sin cabeza.

Los padres no piensan como los hijos.

Los padres sin cabeza.

Aquí todos son unos descabezados menos yo que soy el único que pienso.

Y ya tenemos esa intransigencia que divide y rompe la comunión familiar y conyugal.


Es fundamental:

Abrirnos a la verdad de los demás.

Aceptar que también los demás piensan y tienen su verdad.


Esta falta de comprensión y aceptación de los demás puede terminar en dictadura y en muerte.

¿No fue esto lo que lo sucedió a Juan?

¿No fue esto lo que le sucedió a Jesús?

¿No es esto lo que acontece cada día entre nosotros?

Al fin terminamos sin descubrir al verdadero Elías ni al verdadero Mesías.

El día que sepamos aceptar la verdad de los demás, es posible que nuestra verdad sea más verdad.

“Tu verdad más mi verdad, son la verdad”.

Y, al menos, nos habremos evitamos muchos problemas entre nosotros.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Adviento, Ciclo B Tagged: elias, Juan Bautista, mesías, profetas, verdad
21:35

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