24-25 de diciembre.

1ener2013


La adoración de los pastores. Murillo.

La adoración de los pastores. Murillo.



A mis amigos de Argentina, España, Italia, Francia, Canadá, Méjico y a todos, Con los mejores deseos de Paz y Bendición, en esta Navidad y para todo el año 2015. ¡Gracias por todo! Bon Nadal! Merry Christmas! Buon Natale! Joyeux Noël!


Homilía para la Misa de Nochebuena 2014


Para desarraigar los restos paganos, la Iglesia primitiva con estudiada pedagogía sustituía las fiestas paganas, y las cristianizaba. Así, el 25 de diciembre que en el Imperio se celebraba la fiesta pagana del Sol que nace, “Natalis Invicti” en el culto de Mitra, fue sustituida por la del nacimiento de Cristo, Sol que viene a iluminar las tinieblas del mundo, «luz del mundo».


El Papa Sixto III, introdujo en Roma, la costumbre de celebrar en Navidad una vigilia nocturna, a medianoche, “mox ut gallus cantaverit“, en un pequeño oratorio, llamado “ad praesepium“, “ante el pesebre”, situado bajo el altar en la basílica de Sta. María la Mayor, que dicho Papa había hecho construir. La Misa de «medianoche», presidida por el Sumo Pontífice, y en la que sólo él comulgaba, iba acompañada de un Oficio nocturno, distinto del que se cantaba en la basílica de S. Pedro. Quizá esta costumbre de reunirse a medianoche se inspiró en la que existía entre los cristianos de Jerusalén: éstos acudían a la basílica de Belén y pasaban la noche en plegaria junto a la gruta donde se veneraba la memoria del nacimiento de Jesucristo. Terminado el oficio en Santa María la Mayor, el Papa y su séquito, tras un breve reposo, se dirigían de nuevo a la iglesia de S. Pedro. En el camino de regreso hacían una breve pausa en el palacio imperial del Palatino, en el templo edificado dentro de su recinto llamado «título de Anastasia». Sea el que fuere el origen de este nombre, sabemos que durante el s. V se conmemoraba en el mencionado «título» el día natalis de Sta. Anastasia, el 25 diciembre. Aunque la fiesta de la Santa coincidía con la de Navidad, la curia bizantina de la corte celebraba independientemente la «memoria» de la patrona de su iglesia en la misma fecha. Por lo menos desde el s. VI esta «memoria» era presidida por el Papa, el cual celebraba otra Misa. Pronto se añadió la conmemoración de Navidad, y al cesar el influjo bizantino, la «memoria» de la Santa fue reducida a una simple alusión, mientras que los formularios de la Misa tomaban un carácter netamente navideño. De esta manera se instituyó la Misa de la «aurora»: la segunda Misa actual de Navidad (en el Misal publicado en 1970 la conmemoración de Santa Anastasia fue suprimida). Hasta aquí la historia de nuestra solemne liturgia, ahora detengámonos en lo que nos dicen las lecturas, la, Palabra de Dios.


Los problemas sociales no son nuevos, existían ya en tiempos del nacimiento de Jesús. Los hebreos, bajo la ocupación romana, eran refugiados en su propio país, con más calma que los refugiados contemporáneos, pero refugiados al fin. Así para responder a las exigencias de los ocupantes, José y María, como tantos otros, deben ponerse en camino para ponerse en regla, con el censo.


Con una breve mención a este hecho histórico, el evangelista, Lucas abre el grandioso capítulo 2 de su Evangelio, en el cual son anunciados los grandes temas del mismo. Aquí no está solamente el relato del nacimiento de Jesús. San Lucas no hace hablar a ninguno de los personajes, excepto a los ángeles. En la inspiración hay una toma de posición doctrinal. Es necesario prestar gran atención a cada palabra del texto.


En primer lugar Lucas hace llegar a José y María a Belén, la ciudad de David. El nacimiento de Jesús no sucede durante el viaje, sino en Belén. Mientras se encontraban allí. Varias traducciones dicen: “se cumplieron para ella los días del parto” sería posible traducir más literalmente del griego, de esta forma: “se cumplieron los días y llegó para ella el tiempo del parto”. Los tiempos (en absoluto, no solamente los días del parto) están cumplidos. Hemos llegado al fin de los tiempos (cuantitativamente no, cualitativamente hablando) “Ella pone en el mundo a su hijo primogénito”. Se trata de una traducción demasiado fácil. Sería preferible traducir el griego literalmente y decir: Ella puso en el mundo a su hijo, el Primogénito, del eterno Padre, el Primogénito de una multitud de hermanos. Aquí está la afirmación teológica fundamental de Lucas: este hijo de María es el Hijo Primogénito y único del eterno Padre.


¿Y qué hará María? Ella rápido se lo donará, en las palabras que siguen, el evangelista, anuncia el misterio de la Eucaristía y de la Pasión: “María pone a su hijo en un pesebre (el lugar dónde los animales comen), ofreciéndolo como alimento, no sin haberlo fajado en pañales, como en el momento de la sepultura, porque no había para ellos lugar en la planta superior (en efecto la palabra griega utilizada aquí, y que a veces se traduce por “albergue” o “estancia común”, se encuentra solamente otra vez en el nuevo Testamento, y es para designar la pieza elevada en la cual tendrá lugar la última cena.


Sin hacer una exégesis más detallada de este fragmento del Evangelio, vemos ya que no se trata simplemente de un relato lleno de fascinación y un poco romántico, de un nacimiento en una gruta en plena noche. Se trata más bien de una profunda reflexión sobre el sentido de este nacimiento. Se comprende entonces porque Lucas trae la escena de los ángeles para decirle a los pastores que custodiaban sus ovejas: “les anuncio una buena noticia, una gran alegría, les nació un salvador”. Y cuál es el signo que llegó la salvación: “encontrarán un niño recién nacido puesto en un pesebre”. Y el relato termina con el coro celestial: “gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres que él ama”.


“Paz a los hombres que él ama”. La paz, es propiamente cuando el profeta Isaías anuncia al pueblo que camina en las tinieblas, con un lenguaje poético de gran belleza y una gran fuerza evocadora; Todos los ruidos de espadas de los soldados… todo lo de guerra servirá para la paz, porque “un niño nos fue dado un hijo”. Todo nacimiento es signo de bendición y de salvación.


En fin Pablo, nos habla de la “manifestación de la gracia de Dios” y de los efectos que debe tener en nosotros esta manifestación. Para él, no se trata simplemente de prepararse a la vida futura. La gracia se manifestó (en Jesús), dice, para enseñarnos a vivir en el mundo presente –no en un mundo futuro- como hombres razonables, justos y religiosos. Estas tres palabras, y el orden en las cuales están enunciadas, son muy importantes. Lo que se pide a un cristiano, a una cristiana, es antes que nada ser una persona “razonable”, que se sirve en cada momento de la razón que Dios le dio. A una persona que no razona no se le puede pedir nada más. A la persona que razona san Pablo le pide ser justa. Es inútil buscar ser un grande espiritualmente, y hasta practicar la caridad, si no se vive según la exigencia de la justicia. A aquellos que son razonables y justos, Pablo los invita también a ser religiosos, esto es a vivir en una relación filial con Dios. Sería ilusorio pensar en ser religioso si no se es primero justo, y antes de todo razonable.


Hemos visto lo que nos dice la historia, lo que nos dice la Palabra de Dios, veamos lo que nos dice el saludo de navidad que les hemos repartido y que trae un nacimiento del pintor Murillo.


En el cuadro aparece la escena de un Nacimiento en donde Jesús rodeado de su familia recibe la adoración de unos pastores a la hora de nacer. En la obra podemos observar las siguientes características formales que la sitúan como obra barroca:


Foco de luz que se irradia desde el Niño convirtiéndolo de esta manera en parte esencial de la escena.


Esta luz crea una serie de claroscuros en los personajes de alrededor que acentúan el tono intimista de la obra.


Naturalismo en los personajes tanto por sus caras (viejos, niños, calvos, barbudos…) como por las ropas que utilizan (son pastores pobremente vestidos)


Fondo de un paisaje del que se podría decir que es elaborado por medio del esfumato de la escena, con el fin de no distraer la atención del tema principal.


Utilización de la perspectiva aérea que hace que la atención vaya hacia el Niño.


Composición a base de diagonales que dan dramatismo a la acción.


La obra conforme a la tradición pictórica del Nacimiento que sigue la descri pción facilitada en el Evangelio, nos representa el Nacimiento de Cristo en un pesebre (pobreza y renuncia a los bienes materiales) junto a su Madre con la tradicional ropa roja (copartícipe de la Pasión de su hijo) y manto azul (la esperanza en el cielo) y su padre putativo representado como un anciano (circunstancia de la que no se tiene constancia pero que se quiere así hacer hincapié en la virginidad de María), rodeados por unos pastores (mujer, viejo, joven, niño, es decir todas las edades, todos los sexos: Toda la humanidad va a adorar el Nacimiento de Dios) que le adoran y traen presentes (la caridad y el reconocimiento de la divinidad del nacido) y unos animales, el buey en este caso, siguiendo de esta manera una tradición que surge en los relatos apócrifos de la infancia de Jesús, y un gallo y un cordero, el primero se constituiría en símbolo del animal que canta a la salida de un dios (en este caso en lugar de ser Helios representado por el sol es Cristo), el segundo, el cordero como símbolo eucarístico de la razón de ser de este Nacimiento.


La escena se sitúa en una dentro de una construcción pobre y derruida inserta en un fondo oscuro e indeterminado que realza el tono intimista de lo representado.


Es importante que nos detengamos en los pastores y su mensaje, porque los pastores, lo pongo en la cita de Benedicto XVI: “Reflexionemos esta noche en los pastores. ¿Qué tipo de hombres son? En su ambiente, los pastores eran despreciados; se les consideraba poco de fiar y en los tribunales no se les admitía como testigos. Pero ¿quiénes eran en realidad? Ciertamente no eran grandes santos, si con este término se alude a personas de virtudes heroicas. Eran almas sencillas. El evangelio destaca una característica que luego, en las palabras de Jesús, tendrá un papel importante: eran personas vigilantes. Esto vale ante todo en su sentido exterior: por la noche velaban cercanos a sus ovejas. Pero también tiene un sentido más profundo: estaban dispuestos a oír la palabra de Dios, el anuncio del ángel. Su vida no estaba cerrada en sí misma; tenían un corazón abierto. De algún modo, en lo más íntimo de su ser, estaban esperando algo. Su vigilancia era disponibilidad; disponibilidad para escuchar, disponibilidad para ponerse en camino; era espera de la luz que les indicara el camino”.


La Navidad es esto. Dios toca nuestra vida, el tiempo, la historia. Cuando percibimos algo de la Navidad, nos volvemos bondadosos, compasivos, tiernos, diría el papa Francisco. Celebrar la navidad es celebrar el ser personas, el ser cristianos. La fiesta de navidad no es celebración “sentimentaloide” o evasiva la celebración de la navidad tiene que ser crecer en razón, en justicia en religión. Todos estamos llamados y la postal lo deja claro, los primeros que están llamados son los necesitados, los que parecería que no cuentan y son sospechosos de vivir mal.


Hoy se nos anuncia una gran alegría para todo el pueblo, decían los ángeles a los pastores. Recemos para que el gozo que recibimos en la celebración de esta noche se extienda a todos aquellos que nos circundan y llegue a todos los hombres, para que seamos más razonables, justos y religiosos. Estemos vigilantes, siempre podemos crecer, siempre podemos progresar. Dios nos quiere volando no arrastrándonos.


¡Felíz Navidad!




21:55
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