Pues digo yo que fuera de urgencias como enfermos o catástrofes naturales o humanitarias, qué idea tendrán nuestros feligreses de lo que puede ser un horario prudente de atender el teléfono. Parto, lo he dicho muchas veces, que servidor no apaga el teléfono ni para celebrar misa. En ese caso queda en silencio pero luego se mira por si hay alguna urgencia. Pero… nuestros feligreses son como son y la medida del tiempo no la tienen tomada exactamente. Se les ocurre prguntar algo al señor cura… ¡y ahí te va! ¿La hora? No parece importante.
¿No estaría usted ya en la cama, verdad?
Son las 23:45 h. El señor cura está acostadito porque tiene un catarrazo de aúpa, porque mañana le toca abrir la iglesia a las siete y porque, qué narices, le apetecía meterse en la cama a las once de la noche. Pues teléfono a las 23:45 h. Lo primero esa voz que pregunta ¿no estaría usted en la cama verdad? Noooooooooooooooooo. Nada, me acuesto tarde. ¿Qué pasa? Que si les queda lotería, es que me veo que llega el sorteo y no llevo nada, que me guardara algo. ¿Tiene? Pues este año no hemos hecho… Vaya. Pues nada, buenas noches.
Pasan las doce de la noche. Uno en la cama que es lo propio de esas horas. El teléfono suena y te pegas el susto del día. Perdone, a lo mejor estaba ya acostado… Noooooooooooooo. ¿Mañana hay misa de 7:30 h.? Sí, y la digo yo. Gracias, Buenas noches,
Lo mismo le pillo todavía acostado
7:15 de la mañana. Día festivo. Uno tan tranquilito. Para un día que no hay misa de 7:30 aprovecho y me quedo echado un poco más. Teléfono. Y lo que más te joroba, la primera pregunta: que digo que a lo mejor no se había levantado usted… Noooooooooooooooooo. Ya ve qué horas… qué iba a hacer yo en la cama. Por eso… ¿Hoy es día de precepto?
7:00 de la mañana de un sábado. ¿Es la parroquia, verdad? Sí, aquí es. ¿Es usted D. Jorge? El mismo… Es que no sé si se acuerda que esta tarde tenía pedida la misa para mi madre pero vamos a salir fuera. Si no le importa me la apunta para el martes por la tarde, podría ser? Espere que no tengo aquí la agenda en la mesilla de noche…
Lo mismo le pillo comiendo
Yo quisiera entender que entre las dos y las cuatro de la tarde al menos, no siendo algo realmente importante, no se debería llamar a la parroquia. Al menos durante esas dos horas. Mayormente porque uno tiene que hacerse la comida, comer, y a ser posible dar una cebezadita ante la televisión. Pues no falla. Siempre hay alguien que ha descubierto que a esa hora te pilla: ya sabía yo que a esta hora estaría usted en casa. Pues sí, con el arrocito en la sartén y vigilando para que no se pegue. O te llaman a las 15.30: ¿no estaría usted descansando? Nooooooooooooooooo. Qué cosas.
Las madrugadas
Temo a los guasapes más que a un pedrisco en agosto. Porque suenan, y cómo suenan en mitad de la noche. Un timbre y el susto del siglo. Te lanzas a ver qué pasa y resulta que es Maripuri, que ha salido de juerga y te avisa a las cuatro de la madrugada desde la discoteca Pachumba de que mañana no puede ir a cantar con el coro.
Pues eso. Que según algunos feligreses no nos acostamos antes de la una, nos levantamos antes que el alba, no comemos ni descansamos, y pasamos la noche en vela esperando el guasap de Maripuri.
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