Fue rector de mi seminario de Logroño en los últimos años de mi formación sacerdotal y lo considero uno de los magníficos sacerdotes que han influido muy positivamente en mi vida sacerdotal.
Ahora que lo despedimos, lo recuerdo en aquellos años de formación lleno de fuerza y clarividencia, de empuje sacerdotal, de afán formativo, de ejemplaridad, seriedad y exigencia.
Que Dios lo reciba en su gloria y le pague sus desvelos, su entrega y le compense con creces las incomprensiones que sufrió en su vida ministerial ¡Descanse en paz!
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