Me dejó muy tristes su partida allá en Sololá, tierra querida, donde pasé años preciosos de mi vida sacerdotal. La recuerdo siempre afectuosa, amable, servicial y muy devota de la Virgen. Impulsó la Legión de María y todo le parecía poco para honrar a tan buena Madre.
No se me olvida aquella ocasión en que trajeron a Sololá una Virgen Peregrina. Me preguntaron si conocía yo a alguien que pudiera recibirla en su casa. Yo recomendé a Doña Anita, que la recibió encantada. Tras dejarle la imagen, el que la traía añadió: "Pero tenga en cuenta que esta Virgen quiere su rosario; esta Virgen necesita sus limosnas; esta Virgen quiere peregrinar al congreso eucarístico que se celebrará en Tecpán". Yo pensé: "Podía haberlo dicho antes". Y me quedé abrumado. Sin embargo Doña Anita dijo que estaba bien y que ella cumpliría como buena hija.
También la recuerdo rezando con pena el Rosario delante del Seminario cuando supo que el P. Luis y yo ibamos a dejar Sololá.
Y tantos otros recuerdos. Ahora que nos dejó acompaño con la oración y el afecto a su queridísima familia, con la que he seguido en contacto durante el tiempo que falto de Sololá. Y pido para esta gran mujer y madre de familia el premio a sus desvelos, su devoción y sus trabajos en bien del seminario y de nosotros los sacerdotes que trabajamos en él ¡Descanse en paz, muy querida Doña Anita!
La foto la tomé del Facebook de su nieta Eve, que me ha ido dando noticia de la enfermedad y de la muerte de su abuelita, dándome oportunidad de encomendarla y estar unido a su familia y a Sololá ¡Gracias!
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